sábado, 22 de diciembre de 2012

"Un juego de Lobos" II






Azar intentaba liberarse de las garras de su captor, forcejeando e intentando patalear. Buscó su arco que había quedado fuera del alcance en el momento en el que se despojó de su camisa, la única opción que le quedaba era la daga guardada en su bota pero no tenía manera de llegar hasta ella. Por un instante vio como Juan planeaba algo y antes de que pudiera arriesgarse gritó:

-¡Juan!¡Vete, escóndete!

El niño corrió fugaz tras unos segundos de vacilación pero al pronunciar esas palabras las manos de Lobo se apretaron más sobre la mulata piel.

-Y eso que parecías una chica buena... ¿Te acuerdas de aquello que te dije? ¿Aun tienes eso que tanto tiempo atrás te di?- Lobo empezó de nuevo a susurrar a su oído pero Azar no quería seguir escuchándolo, quería zafarse de ese abrazo forzado y más aun al ver la espada colgada del cinto de Lobo.

Azar giró bruscamente la cara e intentó morder a Lobo en el labio, pero falló aunque el giro brusco hizo desestabilizarse a Lobo que debido al encharcado suelo calló llevándose consigo a Azar. Empezaron a rodar por el suelo mientras Azar notaba como el agua calaba su espalda desnuda. Liberó su brazo del de Lobo y rápida como el viento extrajo la daga de su bota y apuntó instintivamente a Lobo, aun sin saber si lo que quería era matarlo. Apoyó un pie en el suelo que hizo que pararan de rodar, quedando Azar sobre Lobo, apuntando con el cuchillo a su pecho. Azar sabía que no aguantaría mucho sin que su contrincante se apoderara del arma y la usara en su contra, pero necesitaba pensar en que debía hacer; ese simple instante de vacilación le dio la victoria a Lobo.

-¿Crees que puedes vencerme mujer?- Dijo Lobo siendo el ahora el que estaba sobre Azar. Manipulaba la daga con fluidez apoyándola en la mejilla de Azar.- Sigues siendo igual de curiosa y arrogante, ya te dije cuando te conocí que seríamos un gran equipo... y aun sigo esperando una respuesta.

Azar giró bruscamente la cara para desviar la vista de esos ojos azules que la observaban. Estaba tiritando por el frío y apretaba las mandíbulas en signo de abstinencia. De repente el peso que estaba sobre ella se esfumó y se encontró libre. Instintivamente se encogió sobre sí misma esperando el golpe de gracia quizás, pero este no llegó y Azar se atrevió a abrir los ojos. Lobo le tendía la mano como ayuda para levantarse.

Reacia a la invitación se levantó sola con un poco de dificultad pues notaba un agudo dolor en el pie izquierdo. Buscó su camisa y la encontró junto a su capa, su arco y sus flechas. Se dirigió hacia ellas intentando no cojear, intentando no parecer débil. Se vistió y se abrigo todo lo que pudo. Aun no sabia porque Lobo la había dejado libre pero más le sorprendió encontrarlo de pie junto a ella, esperándola.


Juan había llegado a la posada y entre todo el tumulto de gente intentó llegar hasta su padre para pedir ayuda. Casi había llegado, podía ver la figura rechoncha que servía platos y llenaba jarras, pero en el momento que las palabras estaban a punto de salir de su boca la puerta se abrió de par en par.
Una figura alta que el niño ya bien conocía entró a la posada y Juan intentó esconderse como pudo detrás de una silla. Volvió la mirada hacia la puerta para ver si el peligro había pasado pero su sorpresa fue enorme cuando tras el alto hombre vio aparecer otra figura más menuda y encapuchada. Pensó que lo mejor sería esperar a que las cosas se calmaran, hasta poder saber si su antiguo socio, o más bien, socia, le verificara que todo estaba bien.

Azar escondía todo lo que podía su rostro bajo la capucha, pues ahora que el maquillaje había desaparecido corría el riesgo de que alguien la identificara como mujer. Se adelanto a los pasos de Lobo el cual miró a su joven escudero que lo aguardaba en una silla de la estancia. El aligerar el paso no ayudó en nada a disimular el dolor de su tobillo y apretando los dientes subió las escaleras deprisa hasta llegar a su habitación. En cuanto intentó girar el pomo se percató de que antes de ir al monasterio había dejado la llave echada por el interior. Frente a esto calló al suelo de impotencia y cansancio, recogiendo sus piernas y apoyando la frente sobre su rodilla. Los ojos empezaron a pesarle cada vez más y más, hasta que el cansancio pudo con ella y calló sumida en un intranquilo sueño, allí frente a la puerta de su habitación.

Un rayo de sol acarició su mulata piel haciendo que poco a poco abriera los ojos hasta encontrarse tumbada en la cama de la habitación en la posada, con la capa doblada a su lado y la ventana entre abierta. Por un momento pensó que todo lo sucedido ayer había sido un mal sueño pero cuando se fue a levantar el dolor la trajo a la realidad. Su tobillo no había mejorado en absoluto y la caída y el forcejeo de ayer le había provocado alguna que otra magulladura y corte en la espalda y los brazos.
No tenía hambre por lo cual se puso su capa otra vez y maquilló su cara con polvos blancos que disimulaban sus facciones y ocultaban su tono de piel. Ni siquiera se molestó en cambiarse de ropa ni coger el arco y las flechas. Necesitaba que alguien le echase un vistazo a su pie, y el único lugar que conocía era el mismo donde anoche sucedió todo. El monasterio.

Llegó momentos después al edificio. Nadie paseaba por las calles de Toledo ,sin embargo, cuando con ayuda de un bastón improvisado Azar llegó hasta el portón pudo escuchar bullicio a través de la puerta.
Tocó una , dos veces y esta vez un monje le abrió la puerta al instante.

-Buen, hombre ¿podría ayudarle en algo?-Le preguntó el monje. Azar asintió despacio y explicó su circunstancia. Poco tiempo después era conducida por el agradable hombre a través del jardín interior, hasta un cuarto lleno de botes y estantería donde varias camas vacías estaban alineadas.

-Espere aquí un momento, Un monje vendrá a curarle.

Se sentó en una de las camas y descansó el pie. La puerta estaba abierta y daba a un hermoso huerto cuidado y mimado. La atmósfera era casi mágica, el olor del jazmín, el romero y el tomillo se mezclaban juntos en la sala mientras que unos rayos de sol se filtraban lamiendo la piel de Azar.
Miró curiosa algunos monjes que se arrodillaban en el huerto plantando verduras y regando algunas plantas. Entonces desde lo lejos divisó un novicio que ella ya bien conocía. Desvió la mirada. No sabía si quería que fuera el quien la curase, aunque por otro lado no le importaba en absoluto hablar con él. De todas maneras Pedro parecía ser el monje que debía curarla.

-¿Usted aquí otra vez?- le dijo educadamente el novicio sonriéndole. Llevaba el hábito algo sucio debido a la tierra, pero su rostro desprendía luz.

-Ayer resbalé debido a la lluvia y me lastimé el tobillo.- Mintió Azar. Pedro se arrodilló y examinó su pie haciendo varios movimientos. Con cada movimiento la cara de Azar se contraía en una mueca de dolor.

El chico se levantó del suelo y se dirigió a una de las numerosas estanterías, cogiendo algunas hierbas, aceites y vendas. Trató y vendó el tobillo lastimado mientras él y Azar comentaban distintas obras de diversos hombres de letras.

El calor a media mañana se hacía de notar y Azar acabó por quitarse la gruesa capa granate quedándose solamente con su ancha camisa, manchada en algunos lugares de pequeñas gotas de sangre. Eran las heridas de la caída de anoche, meros rasguños que a penas habían sangrado, lo que realmente le dolía a Azar eran los cardenales de la espalda, sin embargo las simple manchas bastaron para levantar las preocupaciones del joven.

-Deje que le mire también esas heridas.-dijo acercándose e intentando levantar peligrosamente la camisa, acto que Azar detuvo.

-¡NO!no.. no es nada, no es necesario.- Casi gritó Azar.

-Insisto, no tardaré na...-EL novicio había sido más rápido que ella y había levantado lo suficiente la camisa como a parte de ver los pequeños cortes y los numerosos cardenales, pudiera ver el pecho vendado y abultado que escondía la camisa. No acabó si quiera la frase mientras se alejaba de ella, susurrando cosas que Azar no entendía. Cerró la puerta que daba al patio y echo el pestillo. Azar nerviosa cerró los ojos y suspiró. Llevaba dos años viajando por toda España vestida como hombre y nadie había sospechado, sin embargo, dos días en Toledo le habían supuesto un desagradable reencuentro, magulladuras y que tres personas supieran su secreto, haciendo peligrar tanto su mentira, como su propia seguridad.

El nerviosismo empezó a atacar al joven cuyas manos temblaban. Se dirigió al fin a Azar, sonrojado por un pudor repentino y a la vez enfadado:

-¡¿Pero qué has hecho?!- dijo el novicio.

-No se lo dirás a nadie ¿verdad? - eludió la pregunta Azar.

-Pe-pero... ¿estás loco? Q-que diga loca...¿Sabes lo que te puede pasar si te descubren? ¿Por qué lo has hecho? - Empezó a tartamudear, temiendo que la mentira acarrease mayores males que los que imaginaba. Pero Azar había estallado en una convulsión de pensamientos que se chocaban unos entre otros en su mente y temiendo que la pregunta que tantas veces se había hecho a si misma en un pasado volviese a martirizarla.

-¡¿Sabes todo lo que me ha pasado por hacerlo?! ¿Todo lo que he visto? ¿todo lo que he aprendido, lo que he leído? Lo he hecho por exactamente lo mismo que tú, porque el ansia de saber también corre por mis venas. Porque estaba harta de ser “mujer” y todo lo que eso conlleva.

Pedro se había quedado sin argumento,sin saber que decir hasta que unas palabras brotaron de sus labios, livianas como el agua:

-Pero hay otras opciones...- su cara ya no era de enfado.
Azar se levanto aun cojeando y se dirigió a la puerta ignorando si Pedro estaba dispuesto a guardar su secreto. Abrió la puerta y cuando su figura se recortó contra el sol dijo si girarse:

-Dime una sola opción...-Por respuesta solo obtuvo el silencio. Estaba cada vez más harta de las idealizaciones sobre las personas, de los límites que marcaban tu piel o tu sexo, estaba harta de someterse en un mundo lleno de leyes. Por eso, a modo de despedida, quizás definitiva solo dijo- Lo suponía... ¿Cuántas mujeres hay en este monasterio Pedro?

Sin más la puerta se volvió a cerrar con un portazo.

viernes, 14 de diciembre de 2012

REBELION EN TOLEDO JUAN GABRIEL ESPINOSA QUERO 3ºD

REBELIÓN EN TOLEDO
Era el día catorce del séptimo mes del año de Nuestro Señor mil cuatrocientos cuarenta. Iba camino a Toledo acechando entre las sombras a los carros que pasaban por aquel camino pedregoso y desvalijando las caravanas. Aquel día cambió mi vida para siempre de ser una simple rata a ser alguien importante.
Velasco y yo estábamos escondidos tras unos arbustos que había en aquel frondoso bosque a la derecha del camino, Gonzalo estaba en medio del camino esperando a más carruajes.
-¡Alto!-Gritó Gonzalo al carruaje que se acercaba.
Dos caballos negros tiraban de ese carruaje, el carruaje era tan dorado que brillaba con el reflejo del sol y llevaba un escudo de armas estampado en el carruaje que era rojo y amarillo con una torre en medio. Se trataba sin lugar a dudas de alguien importante.
Los caballos no pararon, siguieron su camino y chocaron a Gonzalo, Velasco disparó una flecha y dejó cojo a uno de los caballos, el carruaje se paró y bajaron dos ballesteros con una armadura de cuero y un pavés para cubrirse de los disparos colgado a la espalda. Nosotros salimos rápido de los arbustos hacia el camino, los ballesteros dispararon, hirieron a Velasco pero Gonzalo no tuvo la misma suerte. El hombre que estaba dentro del carruaje mandó que dejaran de disparar, ellos nos apuntaron.
-¡Ni se os ocurra dar un paso en falso o moriréis!-Gritó uno de los ballesteros.
El hombre bajó del carruaje llevaba un casco de caballero, una armadura de placas y unos guanteletes.
-Acércate-Dijo el hombre.
Estuve apunte de huir, uno de mis compañeros estaba muerto, el otro malherido pensé en huir pero con esos dos ballesteros apuntándome era imposible, lo único que pude hacer era continuar hasta el carruaje, el señor me miró, yo estaba seguro de que él era un hombre importante y además me resultaba familiar como si lo hubiera conocido antes.
-Perdonad por haber matado a vuestro amigo mis hombres serán castigados como se merecen-Dijo el hombre.
Lo más extraño de todo eso es que no me hubiera matado, yo estaba sucio, con ropa harapienta y mi compañero le dijo que parara (para robarle), o él no sabía que estábamos atracándole o lo sabía pero por alguna extraña razón no quería matarme y dejarme en medio del camino o tirarme a alguna fosa común.
-Suba al carruaje por favor-Me dijo el hombre.
Subí a su carruaje y continuamos en dirección a Toledo.
-¿De donde eres muchacho?- me preguntó él.
-Soy de Aragón, sire, ¿usted es alguien importante verdad?

-En efecto, soy el mismísimo Fernando Álvarez de Toledo y Sarmiento, Conde de Alba y estrecho amigo de Juan II de Castilla.

¿Por qué aquel gran señor querría llevarme con él, que extraño secreto ocultaba?
Llegamos a Toledo donde según me dijo el duque, se daría una gran fiesta pero antes de asistir con el duque el me dio una bolsa repleta de doblas de la banda calculé que aproximadamente habría cincuenta doblas de la banda. Primero fui hacia una taberna, tenía muchísima sed ya que los carros los cuales desvalijábamos solo llevaban hierro y algo de comida de las minas que había más allá del bosque. Entré en la taberna llamada el escudo quebrado desde fuera no era muy atractiva pero al entrar dentro estaba todo repleto ya que un juglar estaba actuando simplemente para poder ganarse el pan. Era una amplia taberna tenía ocho o tal vez nueve mesas no había ninguna mesa libre aunque en una había sentada solo una persona aunque esa persona no era muy agradable a la vista pero me senté con ella.
-Tabernero póngame una de esas aves de corral de ahí, algo de queso, de pan y una jarra de vino-Dije
El juglar seguía recitando poesía cortesana concretamente de Juan de Mena, terminó y le invité a unirse a mi mesa, el con gusto acepto, cuando vino la comida le ofrecí la mitad de mi comida aunque el vino era solo para mí.
-Excelente trabajo no hay duda, ¿cómo se llama usted señor?-Dije
-Me llamo Manrique-Dijo el juglar
-Hermoso nombre, la corte necesita de los servicios de un trovador esta noche, ¿podría asistir al evento? Le pagaremos con doblas si es necesario. Tome aquí tiene una si quiere cinco más venga esta noche-Dije.
En ese momento mientras conversaba con el juglar el hombre que estaba sentado en la mesa cogió la jarra de vino y se la bebió.
Me levanté y le pegué un puñetazo el cual hizo que se cayera hacia atrás de la silla. Se levantó y me pegó tan fuerte en la barriga que me dejo aturdido por unos pocos segundos logré reaccionar para pararle el segundo puñetazo mientras que el juglar cogió la silla y se la estampó en la espalda el hombre quedó en el suelo. El tabernero cogió un cuchillo de carnicero y nos obligó a abandonar la taberna y a pagar tres doblas por los daños hechos al edificio.
Fui a comprar ropas al mercado pero solo había ropas para campesinos asique nos fuimos el juglar y yo hasta donde se hospedaba el conde.
-Sire Fernando, traigo conmigo a un juglar que podrá hacer de trovador en la corte esta noche
-Bien hecho muchacho necesitábamos a uno-Dijo el conde
-Sire, ¿usted me proporcionará los ropajes?-Pregunté
-Por supuesto muchacho coge algo de la ropa de mi hijo que se marchó hace mucho y todavía no ha vuelto-Dijo el conde
Cogí un manto de piel, una cota de mallas, sobre la cota un tabardo, llevaba unos guanteletes y unas grebas.
Fuimos hacia la fiesta, era de noche, pero en el camino cuatro ladrones nos escaramuzaron, el duque me lanzó su puñal, mientras el cogió su espada, mató a tres, el otro ladrón se me acerco con un simple cuchillo para cortar carne, me tiró al suelo y me puso el cuchillo en la garganta, el duque rápidamente lo agarro del hombro y lo tiró contra el suelo.
-Clávale el puñal vamos muchacho a que esperas-Me dijo
En aquel momento estaba muy nervioso, nunca había matado a nadie, cerré los ojos y le clave el puñal en el corazón, lo maté, maldita sea ese día en el cual maté a ese ladrón, antes de introducir el puñal en su cuerpo, pensé: no tendrá dinero para mantener a su familia, lo único que quiere es poder vivir.
Nos lavamos el rostro y las manos y continuamos el camino hacia la fiesta, al llegar un emisario proclamó el nombre del conde.

- Don Fernando Álvarez de Toledo y Sarmiento, Conde de Alba y señor de Valdecorneja-Dijo el emisario.

Estaba mareado por la sangre que derramé aunque al llegar a la fiesta me recuperé nos sentamos al lado del ilustre Luis Cornón, un gran clérigo el cual me ayudó durante la noche a superar la muerte de aquel ladrón.

El trovador que previamente conocí en la taberna animaba el ambiente recitando majestuosa poesía amorosa que me recordaba a mi amada.

Había enormes venados asándose sobre el fuego de la chimenea y en la mesa hogazas de pan por doquier y el vino tampoco escaseaba.

Concluyó la fiesta muy rápido ya que muchos nobles no acudieron a ella, volvimos hacia la casa del conde, me desnudé y me dormí plácidamente sobre la cama.

Al día siguiente el conde me despertó muy rápido, me puse la armadura y le acompañé hasta el castillo donde el rey nos había convocado, por las calles corría el pánico, yo todavía no sabía por qué.

Llegamos a la sala del trono donde estaban todos los nobles esperando.

-Mi señor nos están asediando desde el sur y desde el oeste de la ciudad.-Dijo un explorador.

-Malditos bastardos, ¿de quién se trata? ¿Son esos perros portugueses de nuevo? Por la misericordia de Dios, ¿es que no hemos tenido bastante?-Dijo el rey.

-Majestad, los exploradores informan de que un nutrido grupo de soldados enemigos avanza hacia nosotros desde el Sur, al parecer son lanceros de levas aunque también poseen ballesteros con pavés.-Dijo el explorador.

-En ese caso mandaremos a los milicianos a combatir en el sur-Dijo el conde.

-Estoy de acuerdo Juan Alfonso Enríquez de Cabrera y Enrique III iréis a defender el Sur, comandando a la milicia-Dijo el rey.

-Majestad, por el Oeste se acerca un grupo de caballeros experimentados junto con un gran número de arqueros. Tendremos que mandar a nuestros caballeros a combatir al frente aunque podríamos usar unas cuantas levas como carne de cañón para entretener a los arqueros-Dijo el explorador.

-Así se hará, conde, usted y su escudero seréis los encargados de liderar a la fuerza defensora en la muralla oeste-Dijo el rey.

Nos dirigimos a las murallas se colocaron los arqueros en primera línea detrás de las almenas, los demás soldados detrás, los arqueros usaron los braseros para prender sus flechas y dispararlas a la orden del conde.

-¡Tensad los arcos!

-¡Disparad!

Cada vez que disparaban los arqueros cincuenta soldados morían.

Nuestros arqueros dispararon 5 andanadas antes de que sus soldados colocaran las escalas y la torre de asedio, nuestros arqueros se retiraron y las levas de lanceros se colocaron esta vez en primera fila para repeler el ataque.

Un soldado venía corriendo  hacía el conde y un virote le impactó en el cuello.

-Os han traicionado-Esas fueron sus últimas palabras, que logré sonsacar mientras escupía sangre, después cayó al suelo desplomado.

El muro sur fue conquistado y todos los soldados masacrados, el conde y yo fuimos junto con unos cuantos caballeros hasta el castillo, impedimos a toda costa que llegaran al castillo pero no fue posible.

Nos aturdieron, al despertar estábamos atados de pies y manos, nos llevaron a un acantilado, estábamos junto al rey, los portugueses habían ganado con la ayuda de los rebeldes castellanos.

-Debo confesarte, que eres hijo mío y por tanto el heredero, el cual se marchó con tan solo doce años-Dijo el conde.

-Padre, yo no te abandoné, me secuestraron y me obligaron a robar para poder comer y seguir viviendo-Dije.

Sentí la patada que me dieron, después lo único que recuerdo es como caía por el acantilado y me ahogué.

Si he conseguido escribir esto es gracias a que uno de los hombres rebeldes era amigo del rey y nos des aflojó las cuerdas, antes de caer al agua nos las quitamos y otros tantos hombres estaban esperando a que cayéramos para subirnos a un carro e irnos con ellos, aunque ya no seriamos gente importante por lo menos conservamos lo más importante, la vida.


Juan Gabriel Espinosa Quero 3D

martes, 11 de diciembre de 2012

Trabajo trimestral Mónica Jiménez


La vida de dos personas es la felicidad.
Había una vez un naufrago llamado Antonio, él vivía con su padre que se llamaba Jose pero su madre había muerto hacía dos años. Un día Antonio (el naufrago) le pidió prestado el yate, por que era una familia muy poderosa.
A Antonio le gustaba mucho naufragar era su distracción, su lugar donde relajarse pero cuando estaba llevando el yate para el interior del océano se encontró con un barco de piratas que no parecían que quisieran negociar.
Antonio dio rápidamente media vuelta todo lo rápido que podía pero el barco de los piratas era mas rápido.
Al final se apoderaron del yate pero cuando se lo iban a llevar secuestrado (por que a sin le iban a dar una recompensa) le pego una patada en la pierna al hombre que lo tenia cogido por las manos y salto al océano. Su padre al ver que no regresaba se empezó a preocupar por que su hijo no llegaba.
Jose mando a sus criados que lo fueran a buscar haber si estaba bien, cuando los criados regresaron le dijeron a Jose que su hijo (Antonio) se había hundido en el océano por que se encontraron el sombrero y la chaqueta que el llevaba antes de que saliera a naufragar.
Jose se volvió una persona amargado a raíz de lo de su hijo, por eso no salia casi nunca de su habitación ni tampoco comía, no quería recibir ninguna visita.
A los dos meses Jose fue a una isla donde tenia enterrada a su esposa se fue para allá para contarle que Antonio había muerto y que ya no había ninguna duda, mientras que Jose le estaba contando a su esposa lo que había pasado con Antonio apareció un hombre muy mal presentable y alimentado, el muchacho no recordaba absolutamente nada de su vida ni de su familia ni su nombre lo que se dice nada.
A Jose le dio mucha pena aquel muchacho y se lo llevo a su palacio.
Cuando Jose hizo que el hombre que había encontrado en la Isla se duchara, se dio cuenta de que era Antonio al que todo le había dado por muerto.
Jose esta feliz, contento... Al encontrar a Jose celebró una gran fiesta aunque Antonio no recordaba nada pero a Jose le daba igual, decía que todo el mundo tenia que saber que su hijo no había muerto y celebró una gran fiesta por todo lo alto para que todo el mundo se enterara en la fiesta invitaron a la familia Belardez que se presentaron con su hija llamada Ana, la familia Sancho que trajeron a su hija y a su hijo llamados Maria y Marco, la familia Rodriguez que trajeron a su hija llamada Valería, también fue la familia López que se llevaron a su hijo llamado Paco y fueron mas personas fueron alrededor de unas doscientas personas.....
La familia Belardez procedía de Francia, los Sancho procedía de Turquía, los Rodriguez procedían de Escocia, los López procedía de Alemania y de muchos mas lugares...
Jose sin recordar a Ana se empezó a enamorar de ella pero Ana era una niña muy complicada de entender porque desde muy pequeña sus padres le dijeron que no se podía enamorar de ningún hombre sin su consentimiento y si se enamoraba tenían que dar ellos su veredicto, para ver si era buen candidato o no y si no lo era no se podía casar con el pero si el padre le parecía buen candidato se tenia que casar a la fuerza, bueno a la fuerza si no lo quería si lo quería no era a la fuerza
El padre de Ana nunca iba a permitir que se casara con Jose por que no era tan rico como ellos, pero Ana empezó a enamorarse de él desde el primer momento que lo vio como su familia diría un amor a primera vista.
Entrada la noche Jose le pidió a Ana que saliera a bailar con él pero Ana le dijo que no (por que su padre le había prohibido bailar con un hombre) entonces Jose se fue.
El padre de Ana le pregunto a ella:
  • ¿Que te a dicho ese tal Jose?
  • Nada
  • No te lo repito, que te a dicho.
  • Que si quería salir a bailar con él .
  • Y tu le abras dicho que no ¿verdad?
  • Si padre, le dijo que no me apetecía.
  • A sin me gusta hija mía.
  • Pero no le abras dicho que yo te lo e prohibido.
  • No padre como se lo prometí no se lo voy a decir a nadie
  • Eso espero.
  • Bueno comportate bien, hija mía.
  • Si padre .
  • Adiós.
Jose al ver que su padre había estado hablando con su hija se acerco a ella para preguntarle que porque no podía bailar con él.
Ana por tal de no responder se fue corriendo a la sala por que si su padre la veía hablando con Jose le iba a regañar, entonces al ver Jose que Ana había salido corriendo, él la siguió hasta la otra sala.
Pera Ana no se encontraba en aquella sala, entonces, Jose se dio cuenta de que estaba escondida entre los matorrales del jardín y le pregunto :
  • ¿Por que lloras?.
  • Por nada son tonterías.
  • Ninguna persona llora por tonterías.
  • Es que no te lo puedo decir perdonadme.
  • Confiad en mi os lo suplico yo nunca os haría daño.
  • ¿Por que sois a sin conmigo?
  • A sin como.
  • Pues tan amable.
  • Es por que......
  • Dejadme sola por favor.
Al día siguiente de la fiesta los padres de Ana se iban a marchar ,pero Jose antes de que los padres de Ana se fueran le pidió la mano de su hija. Los padres de Ana le dijeron que no se podía casar con ella por que ya estaba comprometida y Ana pregunto que con quien, Jose pregunta le pregunta al padre de Ana:
  • ¿Con quien?
  • Con el hijo de la familia Sancho.
  • ¿Por que ?
  • Porque a sin lo e decidido.
Jose se quedo preguntándose que por que Ana no le había contado nada de que se iba a casar con Marco el hijo de los Sancho.
Ana de camino a Francia no habló nada. Sus padres estaban muy preocupados por ella, ella nunca estaba tan callada siempre estaba como una loca de un lado para el otro:
EL padre le pregunta:
  • ¿Por que estas tan callada?
  • Por nada
  • Segura.
  • Si padre, estoy segura.
  • Bueno vale.
Ana cada día que transcurría estaba más triste. Su padre ya empezaba a preocuparse de lo que le pudiera pasar a su hija por que no salia de su habitación y casi no comía nada ni tampoco quería recibir visitas de ninguna de sus amigos. Sus amigos la iban a visitar y ella se inventaba la una escusa a la criada para que se lo hiciera comunicar a sus amigos. Un día los amigos de Ana no le hicieron caso a la criada y pasaron a la habitación de ella y la vieron llorando, pero no le dijeron nada solamente se sentaron con ella, solamente necesita a alguien que la escuchara, que la entendiera... Ella solo necesitaba meditar y desahogarse.
El padre de Ana había comprometido a Ana con Marco, para casarse, cuando el padre le dijo a Ana que se iba a casar. Ana no quería y le dijo que no quería casarse con el por que era demasiado feo y muy mayor para ella. Pero el padre no en tendía a razón.
El padre puso la boda para el cuatro de enero del año siguiente.
Ana le dice al padre:
  • ¿Por que me obligas a casarme con Marco?
  • Por que es una familia a nuestro nivel económico.
  • Padre no se enfade pero a usted no le importa mi felicidad lo único que le importa es casarme con una familia de nuestra misma clase social sin importarle a quien quiera o deje de querer.
  • Eso no es verdad y bien tú lo sabes, sabes perfectamente que me importas mucho por eso te quiero ver casada con una familia de nuestra misma clase social .
  • Eso no es que le importe, eso es para su beneficio económico padre y si resulta que yo no quiero a Marco sino que quiero a otra persona ¿que pasaría?
  • Pues que te tendrías que olvidar de él
  • ¿Te das cuenta lo que te digo?
  • Todo lo hago por que me preocupa la situación en la que te encuentres después de casarte
  • Pero a mi no me importa no tener una vida como esta, llena de lujos, a mi lo único que me interesa es amar y ser amada por alguien que verdaderamente me quiere no que lo hace todo por su beneficio económico
  • Sin dinero no se puede vivir Ana.
  • El dinero no compra la felicidad, además tú seras muy feliz por que Marco es muy buena persona.
  • Pero no me quiero casar.
  • Este tema queda zanjado.
    Ana no quería casarse con Marco si no que se quería casarse con Jose. Unos días antes de la boda ya estaba casi todo organizado para que se casaran, Ana llamo a una de las amigas que mas confianza tenia y le dijo que no quería casarse con Marco que no lo quería la amiga le dijo que hiciera lo que su corazón le dijera y si su corazón le decía que no se casara con Marco pues que no lo hiciera. Ana le dijo que su padre se iba a decepcionar de ella, pero la amiga le dijo una cosa que la dejo pensando en lo que le había dicho y fue lo siguiente “no pienses en lo que pudo haber pasado es mejor pensar en lo que pasara”.
    La amiga de Ana le hizo una confidencia y fue la siguiente “a mi mis padres también me casaron a la fuerza y por su culpa no soy feliz, aunque tenga todo el dinero del mundo eso no significa que seas feliz sino yo soy un ejemplo”.
    Ana le dijo a su amiga que se iba a escapar al palacio de Jose para poder estar con él. La amiga le dijo:
  • Eso es lo mejor que puedes hacer si quieres ser feliz.
  • Muchas gracias amiga, menos mal que tengo buenas amigas en las que poder confiar.
  • Sabes que en mi siempre puedes confiar para lo bueno y para lo malo. Y cambiando de tema cuando te vas a ir.
  • Pues esta noche lo mas tardar aunque me va a doler separarme de mis padre, pero lo mas importante es mi felicidad.
  • A sin se habla amiga. Esta noche vengo a ayudarte a llevarte algunas de tus cosas.
  • Vale gracias.
    Al caer la noche él padre de Ana le pregunto que si iba a cenar y ella le dijo que no se sentía muy bien y que prefería acostarse directamente (en verdad estaba preparando las cosas para irse).
    A las doce de la madrugada Ana que había quedado con su amiga (para que no sospecharan se iba a meter por la ventana), pues como habían dicho a las doce en punto estaba Ana con todo lo que se iba a llevar preparado y su amiga ya le estaba tocando para que le abrieran para irse.
    Cuando ya estaban en marcha con todo en el barco Ana se iba a echar para atrás por que no quería dejar a su madre con el monstruo de su padre. Pero al final no se echo para atrás y se fue, por la mañana cuando la criada fue a despertarla se dio cuenta de que ya no estaba y fue corriendo a decírselo a los padres, el padre sabía que estaba con otro hombre pero no sabía en donde.
    Esa mañana vino Marco a verla y el padre de Ana le dijo:
  • Mi hija esta de viaje.
  • ¿De viaje? Si la semana que viene nos casamos.
  • Se ha ido a comprar el vestido de novia.
  • Ah! Ese día tiene que ser especial para los dos.
  • A si sera Marco.
    Ana mientras estaba con Antonio, por que Ana decía que nunca mas iba a regresar a casa de sus padres, que si sus amigos querían ir a visitarla lo tenían que hacer en casa de Antonio.
    Algunos de sus amigos no estaban de acuerdo con lo que había hecho Ana pero prometieron no decir nada a nadie.
    A los pocos días de que Ana se fuera a vivir con Antonio, él empezó a recordar cosas de su vida y todo gracias a Ana que menos mal que regreso a su vida.
    Jose estaba muy agradecido por lo que había echo con su hijo.
    Al mes Ana y Antonio se casaron, el día de después el padre de Ana la fue a buscarla por que alguno de sus supuestos amigos le había dicho a su padre donde podía encontrarla.
    El padre efectivamente encontró a Ana en el palacio de la familia de Antonio y al principio la obligo a que se tenia que ir con el a su casa, en ese preciso instante Jose le dijo usted no se la puede llevar y el padre le pregunta:
  • ¿Por que ?
  • Por que ella y yo somos marido y mujer.
  • ¿Qué?
  • Lo que a escuchado señor.
  • Ana yo nunca te educa para que me desobedecieras.
  • Padre nunca le hubiera desobedecido si no me hubiera obligado a casarme con Marco cuando muchas veces le dije que yo no lo quería y también lo e desobedecido por que mi felicidad esta con Antonio no con Marco por que la felicidad no se compra con dinero .
  • ¿ Ana ?
  • No padre Ana no y si me quiere de verdad me quiere dejadme que viva mi vida en paz y si quieres verme solamente tienes que hacer una cosa y es muy fácil de cumplir que es aceptar a Jose.
  • Y no me puedes poner otra condición.
  • No padre, ya me e casado y lo tienes que aprender a conocer y te darás cuenta lo buena gente que es, padre da le dos semanas para conocerlo y si no te convence ya hablaremos pero como estoy segura de que te va a caer bien.
  • Tanto confías en el como para poner tus manos en el fuego por él.
  • Si padre, confío completamente en Antonio.
  • Esta bien le voy a dar dos semanas pero ni un día mas ni un día menos.
  • Vale padre.
    Las dos semanas iban transcurriendo y cada vez Antonio y el padre de Ana se iban llevando mejor. Al finalizar las dos semanas el padre tuvo que dar su veredicto y efectivamente acepto que su única hija se quedara viviendo con el. No lo permitío solo por que le había caído bien sino también por que había visto a su hija muy feliz con el.
    Cuando el padre se iba a ir Ana le dio una muy buena noticia y dicha noticia era “estoy esperando un hijo”.
    • En serio hija
    • Si padre.
    • Que orgullo estoy de ti, hija mía.
      Después Ana se lo dijo a Antonio y él se puso muy contento por fin iban a tener un hijo. Y por ultimo se lo dijeron a Jose.
      Cuando el hijo de Ana nació era un niño muy hermoso toda la corte estaba encantado con el niño y le pusieron el nombre de Pablo. Un día Antonio hizo una apuesta con un hombre al que todo el mundo le tenia miedo por que era un pirata berberisco pero sin embargo Antonio le dijo que si Ana no tenia una niña la próxima vez que fuera madre que si era una niña nunca mas se iba a cercar al palacio pero que si era niño se llevaría al primero de sus hijos.
      Los dos lo aceptaron encantados .
      A los dos años después Ana tuvo una niña muy bonita y el pirata berberisco tuvo que cumplir su promesa y nunca mas se volvió a acercar al palacio ni a su familia.
    Fin.

domingo, 9 de diciembre de 2012

Trabajo primer trimestre: Marta Victoria Peláez 3ºD.


DOS DÍAS EN TOLEDO.

Corría el siglo XIII por una España llena de guerras, mentiras y traiciones. El hambre paseaba por las casas de las gentes del pueblo llano, mientras que las enfermedades llegaban sin avisar, y se llevaban a ricos y a pobres, haciendo que miles de personas murieran  en un solo día.
Ajeno a todo esto, un joven juglar llegaba a Toledo con la caída del sol. Caminaba deprisa; de noche, aquellos caminos se volverían peligrosos. Desde la guerra de las Navas de Tolosa el número de musulmanes en la región había menguado mucho, y  los que quedaban buscaban venganza. Entró en una vieja posada y dejó su capa sobre una percha. El sitio apestaba y daba la sensación de que se vendría abajo en cualquier momento. Pese a eso, estaba a rebosar. Aquella taberna era famosa por su clandestinidad, pues aunque todo el mundo sabía que al llegar la noche la taberna se llenaba de todo tipo de traficantes y personas que solo querían llevar a cabo negocios ilegales, aún no había sido  descubierta por la justicia. El juglar buscó con la mirada a su cliente entre la multitud, y lo halló sentado en una mesa, apartado del bullicio. Se acercó y se sentó frente a él.
-Tengo el mensaje, señor. Ernesto le manda saludos.- dijo el juglar. Sacó una carta del bolsillo de su camisa y la puso sobre la mesa.
-Muchas gracias, mozo.- respondió el hombre, sonriendo a duras penas. Le dio un par de monedas y se marchó de allí sin ni siquiera abrir la carta. No parecía que ser uno de los hombres más mayores de la ciudad le hiciese muy feliz. El joven lo conocía de hace tiempo, llevaba años trayéndole aquellos saludos de Ernesto, un hombre mayor – aunque no tan viejo como él – que había sido encarcelado a una edad muy temprana por el tráfico de armas. Al parecer eran buenos amigos, y Ernesto cada mes le enviaba un mensaje pidiéndole ayuda.
El chico se quedó un rato más allí sentado, buscando a alguno de sus tantos conocidos por aquellas tierras y tratando de recordar algo con lo que poder negociar. Era un buen juglar, tenía buena memoria y su madre le había enseñado todos los secretos del laúd y la música antes de morir. Pero el dinero escaseaba en aquellos tiempos, y más para los juglares de clase baja, así que con sólo catorce años se convirtió en juglar y traficante. Su trabajo como juglar le exigía viajar de unas ciudades a otras, así que no le importaba llevar alguna que otra arma, carta u objeto ilegal si a cambio conseguía algo más de dinero.
-¡Dante, amigo, dame un abrazo muchacho! – Un hombre se acercó a la mesa del juglar, le dio un fuerte abrazo y le revolvió sus rizos castaños.
-¡Juan, cuánto tiempo! – reaccionó Dante tras haber reconocido al individuo.
-¡Cómo has crecido mozalbete! ¡Pareces todo un noble! – le felicitaba Juan alegremente. – Anda ven y siéntate a tomar una jarrica de vino con mis compañeros, que ha venido a visitarnos un zagal que dice ser el escudero del rey.
Dante siguió a Juan entre la multitud y se sentó en una silla junto con el grupo de acompañantes de su amigo.
-Mirad, locos, saludad a este buen mozo amigo mío, que es tan valiente como un guerrero y tan astuto como un cura en ayunas. – Los hombres miraron sonrientes a Dante y  dejaron escapar algunos bufidos a modo de saludo. A modo de respuesta, éste agachó la cabeza.
-Anda anda, menos habladurías Juan, que te puede la boca. ¿Qué va a saber este zagal, que tendrá menos de dieciocho años? – Le contradijo uno de los amigos.
-Diecisiete tiene, buen amigo, y mucho que sabe, que es juglar y traficante a la vez, y ningún guardia lo ha atrapado jamás.
-Me halagas, Juan, pero tampoco son tantos mis méritos.
-Ay Dante, de poco sirve la humildad en estos tiempos en los que estamos. Si el rico se rebajara, poco quedarían de sus ganancias, si el…
-Shh calla viejo, que viene el escudero del rey – le interrumpió otro de los componentes del grupo.
-Saludos, campesinos.- Un joven rubio de ojos claros, alto, delgado y de porte elegante, apenas dos años mayor que Dante, tomó asiento en la mesa junto a ellos.- Mi nombre es Antoine Delacour, y soy el nuevo escudero del rey. – hablaba con petulancia y miraba a todos los presentes por encima del hombro.
Los refinados gestos y palabras del chico , solo consiguieron levantar risas entre los presentes, aunque algunos se mostraron molestos.
-¿Cómo es posible que nuestro querido rey haya osado aceptar a un francés como escudero? – preguntó Juan.
-Yo nací aquí, al igual que mi madre, pero mi padre vino de Francia cuando niño, señor.- respondió educadamente el escudero.
-¿Y qué ha venido a hacer un escudero a un antro como este? – preguntó un hombre de cabello castaño y barba muy poblada.
-Mi maestre, el rey Santiago I, me ha prohibido visitar lugares como estos porque cree que no estoy preparado para defenderme si me ataca un pecador, pero estoy más que preparado, y si se lo muestro seré nombrado al fin caballero.
-¿Pero qué sandeces dices, zagal? No cuestiones las órdenes de nuestro rey, que es uno de los más sabios y honestos que ha tenido Toledo. – dijo un hombre que estaba sentado a la derecha de Dante.
Estuvieron charlando largo rato hasta que el joven escudero decidió pasearse por la taberna en busca de alguien con quien probar su espada. Dante, cansado, también se disponía a irse a buscar una posada menos mugrienta en la que pasar la noche cuando escuchó una conversación a sus espaldas. Un grupo de musulmanes hablaban en cuchicheos mientras miraban fijamente al escudero:
-Él podría ser la de gran ayuda, Ya-hib. – suplicó uno.
-Pero no parece muy listo, si no lo consigue y nos descubren moriremos, hermano mío. – respondió el otro.
-¡Precisamente! Le haremos creer que lo que hace solo le beneficiará a él, que podemos darle un título de caballero, y conseguiremos que mate al rey sin ser sospechosos.- le dijo bajando la voz, aun así, Dante lo escuchó perfectamente, pues se encontraba muy cerca.
-Tu hermano tiene razón, Ya-hib, si el rey muere podremos reconquistar Toledo, y seguramente el resto de territorio que nos pertenece.- intervino otro.
Dicho esto, se levantaron de sus sillas y se acercaron discretamente al lugar donde el escudero presumía de su espada real ante un grupo de borrachos.
Dante se despidió de sus amigos y salió de la taberna. Anduvo largo rato bajo la brisa fresca de la noche hasta que encontró una posada barata y decente en la que pasar la noche. Pagó al posadero y fue a su habitación, donde se acostó, agotado.
A la mañana siguiente Dante amaneció temprano. Desayunó en la posada y se adentró en la ciudad para ejercer su trabajo como juglar. Cuando volvió a la posada ya era hora de comer.
-Hoy hemos preparado puchero, siéntese en una mesa y le pondré algo de vino. –Le dijo el posadero cuando lo vio entrar.
Diez minutos después tenía ante sí un humeante cuenco de puchero, pan y una jarra de vino. Se dispuso a dar cuenta de la comida cuando alguien irrumpió bruscamente en la posada y gritó:
-¡Noticia, noticia! ¡Su majestad Santiago I ha sufrido un accidente y se ha partido una pierna! – gritó un muchacho, después cerró la puerta y se fue, seguramente a otra posada a avisar a las gentes de Toledo de que su rey no podría defenderlos si se presentaba una batalla.
Dante tenía la certeza de que eso no se trataba de un accidente, si no que había sido provocado. Tenía que hacer algo. Si dejaba morir al rey, los musulmanes reconquistarían Toledo, y si esto sucedía, estarían más cerca de reconquistar gran parte de la península y someterían a los cristianos.
El joven terminó de comer y pagó al posadero, después se marchó a su habitación.
Tan entretenido estaba el chico pensando en cómo podría ayudar al rey sin que los musulmanes lo mataran que no se percató de los sonidos que provenían de su habitación.
Cuando abrió la puerta, toda la habitación estaba desordenada. Al fondo, una chiquilla hurgaba entre los cajones.
-¡Eh, tú! ¿Qué haces aquí? – gritó el juglar.
La chica se giró abriendo mucho sus ojos castaños y se quedó quieta, incapaz de respirar siquiera.
-¡Suelta eso, vil ladrona! – seguía bufando Dante, acto seguido sacó una daga de su camisa.
La ladrona buscó con la mirada la ventana por la que había entrado, pero estaba muy cerca de la puerta y el chico la atacaría si intentara acercarse.
-Si dejas mis cosas y  marchas ahora, no te haré daño alguno.- le pidió él. - ¿Cuántos años tienes? ¿Doce, trece?
-Quince, señor.- respondió la chica, esa menuda y muy delgada, casi se le notaban los huesos de la cara, y su enorme manto de pelo cobrizo y liso la hacía parecer más pequeña aún. – Mis padres están muertos, y mi tía no tiene dinero suficiente para mantenernos a mí y a mi hermano, así que hay días que no podemos comer.
Mientras decía esto con expresión de dramatismo e intentaba dar pena al juglar, se escondió varias monedas en una manga.
-Si me ayudas a salvar a alguien, te compensaré. – le dijo.
-¿A salvar a quién? ¿Yo? No creo que sea buena idea…
-Si no lo haces, te mataré. Además, te he dicho que te compensaré.
-¿Qué tengo que hacer?
-Tienes que colarte en el castillo del rey y sacarlo de allí.
-¿El rey? ¿Lo vas a matar?
-No, te he dicho que vamos a salvarlo.
-¿Y no puedes ir tú?
-No me dejarán entrar por la puerta, y las ventanas son demasiado pequeñas para mí, pero tú si podrías hacerlo.
-Es arriesgado…¿cuánto me darás a cambio? No me estarás mintiendo…
-¿Para qué iba a mentirte? Ni siquiera te conozco. Te daré todo lo que consigamos cuando nos proclamen héroes.
-¿Estás loco?
-Todo se pega. Y ahora te puedes ir, pero necesito verte mañana, antes del mediodía en la plaza del mercado. Tienes que venir, recuerda que te daré dinero, el suficiente para que podáis comer tú y tu hermano todos los días.
-Allí estaré.- acto seguido la chica se acercó a la ventana y salió de un salto. Se alejó corriendo feliz, había conseguido robarle varias monedas y seguramente ganaría más si conseguían salvar al rey.
Dante ordenó la habitación y salió de la taberna, buscó una plaza bien iluminada y estuvo cantando y tocando hasta bien entrada la noche.
A la mañana siguiente Dante salió temprano de la posada. Se dirigió a la plaza y estuvo cantando canciones hasta que apareció la muchacha.
-Me alegro de que hayas decidido venir, mi nombre es Dante.- le dijo él mientras guardaba su laúd y comenzaban a caminar para alejarse de oídos indiscretos.
-Yo me llamo María. He estado pensando y creo que no voy a poder adentrarme en los aposentos del rey, dicen que su escudero no se separa de él en ningún momento, ni siquiera para dormir. Además, he oído que el mismo escudero ha contratado a algunos criados del rey para que lo vigilen cuando él no está.
-Eso complica mucho las cosas.
-El único que se queda a solas con el rey es el monje que va al castillo a rezar todos los días y a pedir comida. Pero no creo que quiera aliarse con nosotros.
-Yo sí, vamos a su monasterio.
Caminaron hasta las afueras del pueblo, donde se encontraba el monasterio de San Juan de los Reyes. Llegaron y llamaron a la puerta varias veces, un joven monje les abrió la puerta.
-¿Qué buscan en la casa de Dios, señores? – les dijo.
-Buscamos al monje que va a rezar todos los días a casa del rey.
-Oh, y ¿podría saber el motivo por el cuál se debe su visita? – les miró desconfiadamente.
Dante se dio cuenta de que probablemente no les dejaría ver al monje si le decía la verdad así que mintió.
-Eh… es que mi mujer está embarazada y quiere que el cura del rey bendiga a su hijo para poder tener un parto sano.
María trató de ocular rápidamente su sorpresa y se puso las manos en el vientre a modo de asentimiento.
-Está bien, pasad.
El monje abrió la puerta y los guió a una sala pequeña y sin ventanas.
-El hermano Diego vendrá en un momento, esperadlo aquí.
El monje salió de la habitación con gesto serio. María iba a comenzar a discutir con Dante justo cuando otro hombre entró en la sala.
-Me ha dicho el hermano Juan que buscáis mi bendición.
-Padre, necesitamos su ayuda urgentemente. – le dijo Dante.
-¿Qué puede hacer un humilde servidor del Señor por vosotros, queridos?
Dante le explicó al monje lo que había escuchado en la taberna el día de su llegada.
-Los musulmanes pretender matar al rey y necesitamos que usted lo saqué de allí con vida cuando vaya a rezar al castillo.- finalizó.
El monje lo meditó durante un momento, pero vio la sinceridad y la preocupación en los oscuros ojos del juglar y decidió aceptar.
-Está bien. Marcharé a castillo en una hora,  mientras podéis comer y serviros de este pequeño monasterio como gustéis.
María fue a buscar la cocina, Dante decidió salir a pasear por los jardines del monasterio y Diego, el monje,  fue a rezar.
Una hora después se encontraron en la puerta, dispuestos a salir. Caminaron ligero mientras meditaban un plan para convencer al rey.
-El castillo se ha vuelto un lugar peligroso, será mejor que el rey salga sin ser visto.- comentó Dante.
-La habitación del rey es la que está al lado de los jardines, allí es donde rezamos.
-Bueno, nosotros podemos colarnos en los jardines y esperaros. Huiremos a un lugar seguro donde el rey pueda reunir al ejército y acabar con los musulmanes. Es un plan sencillo.
No intercambiaron más palabras hasta que llegaron al castillo. Por suerte, no había mucha vigilancia y Dante y María pudieron escalar el muro y colarse en los jardines sin peligro. Entre tanto, Diego se adentró en el castillo custodiado por un guardia y se dirigió a los aposentos del rey, como de costumbre. Pero ese día fue diferente. Cuando el monje llegó a la puerta de la habitación del rey se encontró al joven escudero Antoine discutiendo acaloradamente con uno de los guardias. Al parecer, no quería que nadie se quedase a solas con el rey, ya que se había roto una pierna y estaba indefenso ante cualquier peligro. Finalmente, consiguieron convencer al escudero y dejó que el monje pasase a la habitación.
-Su majestad.- saludó Diego.
-Oh, hermano, menos mal que has venido – respondió Santiago I, que se hallaba tumbado en la cama. Su pelo negro y largo se desparramaba entre los cojines y parecía más mayor que de costumbre. – llevo todo el día aquí sin poder moverme, mi pequeño aprendiz de caballero no me permite ver a nadie  y aunque no se despegue de mí, estoy un poco aburrido.
-No se preocupe majestad, tengo nuevas. Dícese por ahí que hay malos amigos en este castillo, hágame caso y salga de aquí conmigo ahora, presto.
-Pero, ¿qué dices hermano mío? ¿Traidores en el castillo? – preguntó extrañado el rey.
Pero Diego no pudo responder. Echaron la puerta abajo e irrumpieron en la habitación el escudero, un guardián y tres musulmanes, espadas en mano manchadas de sangre.
El monje reaccionó rápido y abrió la puerta del balcón que daba a los jardines.
-¡Subid, deprisa! ¡Tenemos problemas! –gritó justo antes de que un musulmán le diese con el mango de la espada en la cabeza y le hiciese perder el conocimiento.
Rápidamente, María y Dante subieron por una enredadera al balcón para ayudar al monje. Cuando llegaron, el rey estaba a punto de ser atravesado por la espada de uno de los musulmanes.
-¡Detente! – gritó Dante.
Sacó su daga y se dispuso a luchar, pero algo se hundió en su espalda. María había sacado su propio cuchillo y trataba de matarlo.
-Lo siento – le dijo ella – pero me ofrecieron más de lo que tú me podías dar.
Dicho esto, sacó su daga de la espalda de Dante y se separó de él. Los siguientes sucesos se tornaron borrosos en la percepción de Dante, que estaba perdiendo demasiada sangre.
Diego recuperó el conocimiento y trató de defender al rey con su propio cuerpo. Varios guardianes aun leales al rey acudieron a los gritos del monje y combatieron contra los musulmanes. Conmovida por los vanos intentos del monje por salvar al rey, María volvió a cambiar de bando y combatió contra el bando musulmán. Consiguió derrotar a Antoine y herir de gravedad a uno de los guardianes traidores. Después, ella y el monje cargaron con el cuerpo de Dante y ayudaron al rey a levantarse, lo pocos guardianes supervivientes que no le dieron la espalda al rey llamaron al ejército, pues todos los musulmanes de la ciudad se habían congregado en la entrada del castillo tratando de conquistarlo.
Pero, quizás por las plegarias del monje Diego, o quizás por la resistencia de los guardias reales, el castillo resistió hasta  la llegada del ejército, que acabó con todos los musulmanes.


Todo lo que se cuenta esta historia es cierto, pero nada de lo que se dice es verdad.
                                                              Escrito por Dante Rodríguez, 1435.

Trabajo trimestral, por Óscar Maldonado

Trabajo de clase : Lengua Castellana y Literatura
 

    En Florencia,Italia,había una familia noble,de mucha riqueza que habian ido
    consiguiendo por los trabajos artesanales en carpinteria que a lo largo de todas
    sus generaciones.
    La familia estaba compuesta por el padre,Giovanni Auditore,la madre,
    Francesca,el hijo mayor Etzio Auditore y el hijo menor Desmond Auditore.
   
    La mañana del 13 de junio,cuando Giovanni se disponia ir a trabajar al
    taller de carpinteria,cuando inesperadamente la guardia del Papa se postró
    ante la entrada de la casa  de la familia Auditore,y con una voz de rabia,
    el capitán del pelotón aclamó ante la casa :
    -(capitán) ¡¡ Don Giovanni Auditore,queda arrestado por intento de rebelión
    contra la iglesia católica !!
    Giovanni,con asombro y miedo salió ante la puerta de su casa y se despidió
    de su familia :
    -( Giovanni) Etzio cuida de tu madre y de tu hermano...Os echaré de menos.
    -(capitán) ¡¡ No es momento de lamentaciones,pagarás tus pecados en la cárcel
    durante 15 años !!
   
    Dos años después de aquel fatídico día,Desmond decide indagar entre sus
    vecinos para averiguar quién mintió sobre su padre y por qué.
    A quien primero decide interrogar es una familia noble,pero que carecía
    de riquezas importantes,solo eran poseedores de grandes tierras.Esta familia
    no mantenía una buena relación con los Auditore,por motivos que Desmond
    no alcanzaba a comprender.Interrogando a uno de sus criados,averigua que
    esta familia había mentido sobre la verdadera identidad de su padre,Giovanni,
    que ahora se encontraba en prisión,pero Desmond presentía que era algo
    demasiado escaso para tal castigo,entonces,tomó la idea de convertirse
    en un asesino para averiguar la pura verdad.
   
    La idea que Desmond había planeado,hizo que su hermano guardara un
    odio hacia él,por abandonar a su madre y a su hermano.
    
    El primer día de entrenamiento fue el de saber camuflarse con el entorno y
    pasar desapercibido.La practica consistía en cazar aun ciervo sin ser visto
    ni oído por el ciervo. Pero no podía ser tan fácil,y por ello tenia que cazarlo
    cortándole la garganta.




                                                                                                                                  
                
                 
    Después de varios dias intentando cazar de esa forma,Desmond
    consigue cazar al ciervo y grita :
    - ¡¡Por fin he aprendido este entrenamiento,ahora solo me faltan
    tres entrenamientos más para poder ser un asesino,y poder
    vengar la trampa que le hicieron a mi padre !!
    Segundo entrenamiento :
    Desmond debía cazar a un conejo mientras huía con un arco y
    flechas.
    Desmond gritaba mientras fallaba las flechas :
    - (Desmond) ¡¡Maldita sea mi puntería!!
    Un viejo cazador pasaba por aquel lugar cuando Desmond intentaba
    dar caza a aquel conejo,y le dio un pequeño consejo :
    -(cazador) Joven,por mucho que quieras cazar al conejo,no lo conseguirás
     de esa forma tan abrupta y desalmada,por eso,en vez de gritar y enfadarte,
    deberías mantener la paz en tu interior y respirar profundamente antes
    de soltar la flecha.
    - (Desmond ) Vaya...Usted tiene razón,pero no debería entrometerse
    tan descaradamente en asuntos que no conciernan a su persona,
    pero gracias de todas formas.
    - (cazador) Hijo,en este mundo,la amabilidad es algo que pocos tienen,
    y otros pocos la dominan,te aconsejo que estes entre ambos,porque
    te abrirá muchas puertas.
    Mientras Desmond miraba sorprendido al viejo cazador marchandose,
    un mal asolaba la casa en la que antes habitaba,y que pronto iba a dar
    malas noticias al joven Desmond...
   
    Etzio,rodeado de guardias del Papa,por defender el honor de su padre
    se batió a espada contra todo guardia que osaba pararle,y que con un
    golpe de espada acaba con su vida en una sangría de sangre de soldado.
    Etzio continuó su matanza ante la iglesia del Papa,hasta encontrarse con
    un hombre de grandes medidas,que proporcionó un golpe contundente
    que dejó a Etzio tumbado en el suelo con el pecho lleno de sangre,pero
    aquel hombre no tenía ni piedad ni alma,acabó con él de una forma brutal
    y sangrienta. La madre al ver el cadáver de su hijo,perdió la consciencia
    y murió del dolor de haber perdido a su hijo.
   



                                                                                                                     



    Desmond continuaba sus entrenamientos sin saber todo el mal que
    había ocurrido en su casa...Despreocupado,comenzó su tercer
    entrenamiento,que sería el de aprender a utilizar una hoja bajo la manga
    que usaría para ataques sigilosos por la espalda. Debía matar a un ciervo
    mientras durmiera,sigilosamente con la cuchilla.
    No tardó mucho en dominar esta técnica,pero la que continuaba era más
    difícil que las anteriores,era aprender a como manejar de mil formas
    la espada,pero para ello tendría que viajar hasta el norte de Italia,
    donde un anciano tenía conocimiento y dominio de técnicas de
    la espada tan desconocidas y extraordinarias,que hasta sorprendería al
    más veterano en batallas.
  
    Cuando Desmond llegó a la casa de aquel anciano,se sorprendió al ver
    que era una casa pequeña para tal honor que arrastraba aquel hombre.
    Llamó a la puerta y un anciano respondió :
    - (anciano) ¿ Qué es lo que quieres joven muchacho ?
    - (Desmond) Quiero aprender su arte de manejar la espada.            
    - (anciano) Hace tiempo que no enseño,y no quiero ver como pierdo a
    discípulo en la batalla,por eso deberías marcharte a tu hogar.
    - (Desmond) Quiero vengar la traición al honor de mi padre,pero 
    sé que la ira no debe ser mi fuerza,sino mi miedo,y mis miedos mi fuerza. 
    El anciano,sorprendido por tales palabras,dio paso al chico,y comenzó
    su duro entrenamiento que tardaría unos ocho meses.
   
    Cuando Desmond terminó su duro entrenamiento se dirigió a su casa,
    donde descubriría que su hermano y madre habían muerto. El hermano
    a manos de un vil hombre,y su madre por la muerte de su hermano
    dolor,pero también acompañaba la traición de su padre.

    Desmond escaló la iglesia haciendo par kour ( un modo de escalar
    edificios que le enseñó su hermano cuando eran unos críos ),
    observó como el Papa y aquel musculoso hombre reían a carcajadas
    hablando sobre la familia Auditore,su familia.





                                                                                                                         




    Desmond bajó hasta el suelo y sigilosamente,asesinó a uno de los guardias,
    se pone su vestimenta y pasa desapercibido entre los guardias.
    Cada esquina que doblaba de la iglesia requería la muerte de un guardia,
    pero eso a Desmond no le impotaba,ya que su principal cometido estaba
    cerca,y pronto iba a saborear la dulce venganza.
    Pero la desgracia asomó,habían descubierto el plan de Desmond,y lo                             
    esperaban en la habitación del Papa con tres soldados,el temible general
   y el Papa.
    Al entrar en la habitación,Desmond con una sonrisa dijo :
    - (Desmond) Primero mataré a los tres soldados con mi cuchillo oculto,
    después mataré al grandullón con mi tomahawk ( era un hacha pequeña )
    golpeándole en la clavícula y probocandole una hemorragia que no
    parará de sangrar,y como plato final,mataré al Papa con mi hoja oculta
    ante toda Florencia.
    - (Papa) ¿ Crees de verdad que lo conseguirás ?
    -(Desmond) Totalmente seguro. 
    Todo lo que Desmond había descrito ante los presentes,comenzó a
    cumplirse...Mató a los tres soldados con la hoja oculta sin recibir ni
    un solo corte,degolla al general con el tomahawk. Arrastra al Papa hacia
    la ventana y le da su descanso eterno diciendole :
    - Perso anima riposa in pace ( descansa en paz alma perdida )



                                                   FIN