domingo, 29 de mayo de 2011

Las abuelas se hacen querer.

PERSONAJES
Encarna (Abuela) – E.
María (Hija de Encarna) – M.
Joaquín (Marido de Encarna) – J.
Irene (Nieta de Encarna, hija de María y Joaquín) – I.
Niños (Hijos de María y Joaquín, nietos de Encarna) – N.
Guardia de seguridad. – G.
Gente de la cola. – G.C.
(Típica casa en la que está todo el mundo con prisas porque se van de viaje. Están todos los miembros de la familia.)
E.- (Gritando) ¿Dónde están las gafas de sol que me regalaste tú el año pasado, Irene?
I. - ¡Abuela! ¡Madre mía! ¿Ahora me vas a decir tú a mí, dónde están esas gafas?
E.- Vale, Irene, tranquila…
(Irene se va a seguir preparando sus cosas)
M.- (En la puerta con las maletas, gritando) ¿Está ya todo el mundo listo?
E. - ¡No! ¡Faltan mis gafas de sol!
M. – ¡Si no encuentras las gafas de sol, mamá, no pasa nada!
E. – A ver, ¡id vosotros y yo os alcanzo!
M. – ¿Cómo nos vas a alcanzar si tenemos que ir en coche al aeropuerto? Venga, vamos, ¡que está ya todo el mundo subido en el coche!
E. - ¿Tú qué sabrás? ¡Yo os adelanto!
M. – No, te esperamos, venga.
(Pasan 5 minutos)
M. - ¡Vamos, mamá!
E. – ¡Que no encuentro las gafas!
M. – (Dirigiéndose a los niños que están en el coche metidos ya) ¡Niños, fuera! ¡A buscarle las gafas a la abuela!
N. - ¡Toma, venga, vamos!
E. - ¿Tú estás loca, María? ¿Cómo dejas a los niños buscar por la casa? ¡Van a romper todo!
M. - ¡Para que busquen las malditas gafas de una vez! ¡Vamos a llegar tarde y el avión va a salir volando!
E. – No te preocupes, hasta que yo no encuentre las gafas, ¡el avión no sale como que yo me llamo Encarna María Martínez Sánchez!
M. – Y yo soy tu hija y quiero que salgamos ya porque vamos a perder el avión.
(Pasa un cuarto de hora)
N. - ¡Eh, abuela, abuela! ¡Las hemos encontrado! ¡Aquí están!
E. - ¡Muy bien, chicos! ¡Ahora sí que nos podemos ir! ¡Quedan 5 minutos, nos da tiempo!
M. - ¡¿Que nos da tiempo?! Tú estás loca.
E. – Que sí, mujer. ¿Cómo es posible que te parezcas tanto a tu padre? Sois igualitos.
M. – Anda, sube al coche ya y déjate de tonterías. ¡Que quedan 3 minutos!
E. - ¿Qué dices? ¡Correeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeed!
N. - ¡Jolín, abuela! Así, no nos vamos de viaje. ¿Por qué no te subes ya al coche? ¡Te estamos esperando!
E.- (Metiéndose en el coche) ¡Que ya lo estoy haciendo!
J. – Ya te lo dije, María. Con toda la familia no se puede ir a ninguna parte.
M. – (Mirando a Joaquín) ¡Tú, deja de fastidiar, eh!
J. – Bueno, pero yo te avisé.
M. – (Gritando) ¡Arranca ya el coche que llegamos tarde!
N. – (Se ponen a saltar dentro del coche) ¡Bieeeeeen! ¡Nos vamos de viaje! ¡Toma ya!
E. - ¡Venga ya, chicos! Sentaos que vais a romper el coche.
(Pasan 10 minutos y llegan al aeropuerto. Cogen las maletas y se meten en el aeropuerto a toda prisa corriendo.)
M. - ¡Niños, corred que se va el avión! ¡Irene, pon algo de tu parte, diles que corran!
I. – Pero mamá, yo no soy la que tiene que decir a dónde vamos, esa eres tú.
M. - ¡Te he dicho que les digas que corran y ya está! ¡Sin rechistar!
I. – (Enfadada) No, si tiene que ser siempre lo que tú digas…
J. – (Se da cuenta de lo que ha dicho Irene y le regaña) Irene, cállate que si no te llevo a la casa de inmediato y te quedas sin viaje.
E. - ¡Venga, dejad de discutir, que vamos a perder el avión!
I. - ¡Pues si ha sido todo culpa tuya, abuela!
E. - ¡Si no me estuvieras hablando, no llegaríamos tarde a coge el avión!
(Llegan al detector de metales por donde todo el mundo tiene que pasar. Están las máquinas por donde tienen que dejar los objetos de valor.)
M. – (Dirigiéndose a los niños) Venga, chicos, dejad todos los objetos de valor que tengáis en ese cesto.
N. – ¿La consola también?
I. – No, la consola no. Tú estás tonto.
M. - ¡Irene, por favor! Vamos a perder el avión y tú sigues con las tonterías, vale ya, ¿eh?
I. – Yo no tengo ninguna tontería, son estos niños, que no se enteran de las cosas.
E. – Vale ya con las discusiones, ¿no? ¿Nos vamos ya o qué?
J. – Primero tendremos que dejar las cosas ahí.
E. – Pues vamos.
(Primero pasa María, después Joaquín. Le toca a Irene pasar. Se queda parada en medio del detector.)
M. – Venga Irene, que no estamos para juegos ahora. ¡Vamos a llegar tarde!
I. – Es que…
J. – Irene, te vas a quedar aquí como sigas con las tonterías de niña pequeña. ¡Que ya tienes catorce años!
I. – Es que…
E. – (Al otro lado del detector) Es que, ¿qué?
I. – Mamá…
M. – Irene, por favor.
I. – Eh… ¿al otro lado hay servicio?
J. - ¡Pues claro! ¡Cómo no va a haber!
N. – (Se ponen a cantar) ¡Irene es una pava, no sabe pasar por el detector de metales!
I. - ¡Os voy a matar cuando paséis!
(Los niños se ríen a carcajadas)
E. – Venga, niños, callaos de una vez. Irene, ¿vas a pasar o qué?
I. – Es que…
J. – ¡Ya estamos con es que! Irene, pasa ya de una vez.
I. - ¡Jolín! Que ya voy pero… (Se pone a llorar) Lo siento mamá, me he comportado muy mal antes, espero que me perdones…
M. - ¿Y eso lo tienes que decir ahora? ¡Venga, que no ha pasado nada!
I. – (Sonríe) ¡Vale! Entonces, ¡paso!
E. – (Mira para abajo) Ay, los adolescentes de hoy en día tienen las hormonas muy revueltas…
G.C. - ¡Vamos ya, que hay gente esperando!
E. – Venga, niños. Pasad.
N. - ¡No! ¡No queremos!
E. – Pero, ¿qué les ha dado ahora a estos?
M. – Como no paséis en los próximos dos segundos, no tenéis regalos en Navidad.
(Los niños no se lo piensan dos veces. Pasan corriendo el detector. Se acerca un guardia)
G. – A ver, ¿qué está pasando aquí? Me han dado una orden de que esto va muy lento…
E. – Sí, señor, ya pasamos, no se preocupe.
G.C. – ¡Sí, claro, eso es lo que dice, pero luego se tira media hora para pasar!
E. – Tranquilos… Que ya paso… (Empieza a andar por en medio del detector y se escucha un pitido que proviene del detector, indicando que hay algo raro)
G. – A ver señora, no sé si usted entiende que los objetos de valor hay que dejarlos en el cesto.
E. – Perdone, pero ya los he dejado.
G. – A ver, pase otra vez.
(La abuela pasa y otra vez se escucha el mismo ruido que pone de los nervios a María y Joaquín)
M. - ¡Mamá, que eres peor que los niños, deja las cosas de valor en el cesto y pasa de una vez! ¡Que se nos hace tarde!
E. – A ver, voy a pasar otra vez. Yo creo que he dejado todo lo de valor en el cesto ese.
(La abuela pasa y se escucha otra vez el mismo ruido. Vienen varios guardias de seguridad a averiguar qué está pasando)
G. – Señora, me parece que le vamos a tener que registrar.
E. - ¿Cómo que registrar? ¡Tengo ya una edad! ¿Usted cree que hace falta que me registre?
M. – Mamá, déjale que te registre, de todas maneras no va a encontrar nada malo.
E. – Bueno…
(El guardia empieza a pasarle un objeto alargado que pita por donde hay algún objeto de valor. Pita por donde está el cuello.)
E. - ¿Qué dice el aparato este? ¿Qué tengo algo por aquí? (Se empieza a tocar el cuello y pone cara de haber encontrado algo sin saber que estaba ahí) Aaaaaanda, pues sí, aquí está mi collar de la Purísima Virgen María, perdone, no me había dado cuenta. (Intenta quitárselo pero no puede)
I. - ¡Venga, abuela! ¡Que el avión sale ya! (Enfadada) Al final no voy a poder ni visitar la Torre Eiffel.
E. – Calla, niña. Que no puedo quitármelo. (Dirigiéndose al guardia) ¿Me lo podría quitar por favor?
(El guardia habla con la gente de la cola para que se callen y dejen de protestar y no escucha a la abuela)
G.C. - ¿Pero qué está pasando ahí? ¡Que se va el avión!
G. – Que no pasa nada. Ya va.
(El guardia mira a la abuela que está de espaldas poniéndole la cadena para que la abriese y pudiese quitársela.)
G. - ¿Qué hace señora?
E. – Pues esperar a que usted me quite de una puñetera vez la cadenita que llevo media hora esperando.
G. – Oh, lo siento, no me había dado cuenta.
E. – Claro, claro, escusas.
(El guardia le quita la cadena y la pone en el cesto)
Guarde. – Ale, ya puede pasar.
E. – Gracias, hombre.
(La abuela pasa por el detector de metales y esta vez, no suena nada. Los niños se ponen a saltar. María esboza una cara de alivio)
M. – Gracias a Dios…
(Joaquín mira la hora. Ha pasado media hora desde que tenían que haber salido en el vuelo)
J. - ¡Ha pasado media hora! ¡Corred!
N. – Jo, al final nos quedamos sin irnos de viaje por culpa de la abuela…
I. - ¡Vamos, que todavía no ha salido!
(Se ve a toda la familia corriendo con las maletas por el aeropuerto)
E. – (Va la última. Grita) ¡Eh, eh! ¡Esperaos, que voy la última y soy la más mayor! ¡Algo de ayuda estaría bien, eh!
(Se empiezan a reír todos)
N. - ¡Vamos, abuela, que tú puedes!
E. – Sí, yo podía cuando tenía vuestra edad.
I. – (Riéndose) ¡Vamos, abuela, que mis padres ya han llegado!
(Al final llegan todos al mostrador donde tienen que entregar los DNI y los pasaportes)
E. - ¿Qué? ¿Habéis entregado ya los pasaportes?
M. – Sí, pero dicen que nuestro vuelo no es éste, si no el de la próxima hora. (Se empieza a reír)
E. - ¿Qué me dices? ¿Y cuánto queda para la próxima hora? Pues, ¡qué bien! ¡Así no llegamos tarde!
I. – Ay Dios, mamá, recuérdame que cuando sea mayor y haga un viaje con mis hijos no te lleve…
J. – No digas eso, hija mía, por lo menos tendrás momentos de risa…
N. – (Se ponen a cantar) ¡Esa abuela cómo mola, se merece una ola! (Y hacen una ola junto con Irene)
(Toda la familia sonríe)
E. – Ay, de verdad, vaya familia estamos hecha… ¡Pero nos queremos, que eso es lo importante!
(Se abrazan y ríen)

Carolina Sánchez.

1 comentario: