TEMA 15 (continuación) LA PROSA
CERVANTINA
1. Biografía
Aunque no suelo pediros las biografías de los autores, os
recomiendo que le echéis un vistazo a la que tenéis en la pág. 248 de vuestro
libro porque ayuda a enternder, por ejemplo, la razón por la que se le apoda el
manco de Lepanto entre otras cosas.
Nos vamos a centrar en la narrativa de Cervantes, aunque le
dio a todos los géneros. No obstante, él mismo reconoce que no está a la altura
poética de los grandes poetas de su época cuando dice:
“Yo, que siempre
trabajo y me desvelo
Por parecer que tengo
de poeta
La gracia que no quiso
darme el cielo…”
En el género teatral también hizo sus cositas entre las que
destacamos sus entremeses, piezas teatrales cortas en prosa de ambiente y
personajes populares, con carga cómica y que se intercalaban entre los actos de
una comedia.
2. La novela
Aparte de El Quijote, Cervantes cultivo con gran maestría
algunas de las modalidades narrativas muy del gusto de la época, sobre todo la
novela corta. Ahí van algunas de ellas:
2.1 La Galatea
Es una novela
pastoril, de mucho éxito en la época. Las novelas pastoriles narran los
amores de unos pastores en un entorno bucólico. Se comportan y hablan al modo
del amor cortés. Hacen referncias al mundo clásico. El modelo a seguir es La
Arcadia de Sannazaro que ya conocéis, y sigue la línea marcada por el
gran éxito del momento de la obra de Jorge de Montemayor, Diana.
Son seis libros.
2.2 Los trabajos de Persiles y
Segismunda
Es una novela
bizantina con los ingredientes típicos del subgénero narrativo:
imaginación, fantasía, viajes a lugares lejanos llenos de peligros. Para que lo
entendáis, se trata de una novela de aventuras protagonizada por una pareja de
enamorados a los que el destino separa y que tienen un final feliz. Los enamorados
se enfrentan en una larga odisea para reencontrarse con piratas, tormentas,
islas perdidas, el cautiverio…el propio destino para consolidar su amor.
2.3 Novelas ejemplares
Son 12 novelas cortas. En ellas Cervantes trata asuntos como
la infidelidad y los celos (La gitanilla,
La ilustre fregona), la lucidez
de la locura (El licenciado Vidriera),
la crítica social y el costumbrismo ( El
coloquio de los perros) y muy ligado a estos últimos aspectos, la picaresca
(Rinconete y Cortadillo). El resto de
títulos es el siguiente: El amante
liberal, La española inglesa, La fuerza de la sangre, Las dos doncellas, La
señora Cornelia y El casamiento engañoso.
Para justificar el título genérico, ejemplares, de sus 12
relatos, mejor será al propio autor: “ si bien lo miras, no hay en ninguna de
quien no se pueda sacar algún ejemplo provechoso”.
Cervantes pretende dotar de verosimilitud incluso lo más
disparatado y extraordinario. Los personajes son modelos de lo más variopinto
de la sociedad de su época: pícaros, prostitutas, jóvenes enamorados y
dolientes por no ser correspondidos, ladrones, soñadores, …
Mirad el argumento de
Rinconete y Cortadillo, pág. 250, por
si se me ocurre preguntarlo en el examen.
2.4. El Quijote
2.4.1 Publicación y ediciones
Se editó en dos
entregas. La primera, en 1605
con el título de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. Consta de un prólogo y 52 capítulos.
La segunda, en 1615 con el título de El ingenioso caballero don
Quijote de la Mancha. Observad
las negritas de ambos títulos. En esta edición encontramos un prólogo y 74 capítulos.
El prólogo de esta segunda edición es un ataque a un tal
Alonso Fernández de Avellaneda que un año antes había publicado una segunda
parte del Quijote insultando al propio Cervantes. Quizás este falso Quijote
precipitó que Cervantes publicara la segunda parte de su obra.
2.4.2 Argumento y estructura de la
obra
Las dos partes presentan unidad y coherencia gracias a la
presencia de los dos coprotagonistas, don Quijote y Sancho. Veamos el la distribución temática en cada una de
las ediciones.
La primera edición,
1605, contiene un prólogo en el
que Cervantes justifica el motivo de su obra, que no es otro que criticar los libros de caballerías cuya
lectura, llena de hechos inverosímiles, obscenidades, hechos fantásticos volvió
loco a don Quijote: “porque todo él es
una invectiva contra los libros de caballerías”
Esta edición novela dos
salidas de don Quijote, la segunda ya con Sancho Panza. El protagonista,
que ha perdido el seso por la
lectura de innumerables libros de caballerías, concibe la idea de ser caballero andante y salir al mundo
para desfacer entuertos y ayudar a
desvalidos y salvar a damas en peligro. Es armado caballero en una venta
que él cree castillo y acontecen una serie de aventuras, ya en su condición de
caballero: los molinos de viento, el yelmo de Mambrino, los galeotes,
penitencia en Sierra Morena…Acaba de regreso a su casa convencido por el cura y
el barbero de su pueblo de que ha sido encantado por un hechizo.
El comienzo: En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no
quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en
astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor. Una olla de algo más
vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados,
lantejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos, consumían las
tres partes de su hacienda. El resto della concluían sayo de velarte, calzas de
velludo para las fiestas, con sus pantuflos de lo mesmo, y los días de
entresemana se honraba con su vellorí de lo más fino. Tenía en su casa una ama
que pasaba de los cuarenta, y una sobrina que no llegaba a los veinte, y un
mozo de campo y plaza, que así ensillaba el rocín como tomaba la podadera.
Frisaba la edad de nuestro hidalgo con los cincuenta años; era de complexión
recia, seco de carnes, enjuto de rostro, gran madrugador y amigo de la caza
…….
Episodio de los molinos de viento: En esto, descubrieron treinta o cuarenta molinos de viento que hay en
aquel campo, y así como don Quijote los vio, dijo a su escudero:
-La ventura va guiando nuestras cosas mejor
de lo que acertáramos a desear; porque ves allí, amigo Sancho Panza, donde se
descubren treinta, o pocos más, desaforados gigantes, con quien pienso hacer
batalla y quitarles a todos las vidas, con cuyos despojos comenzaremos a
enriquecer; que ésta es buena guerra, y es gran servicio de Dios quitar tan
mala simiente de sobre la faz de la tierra.
-Aquéllos que allí ves -respondió su amo- de
los brazos largos, que los suelen tener algunos de casi dos leguas.
-Mire vuestra merced -respondió Sancho- que
aquéllos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que
en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la
piedra del molino.
-Bien parece -respondió don Quijote- que no
estás cursado en esto de las aventuras: ellos son gigantes; y si tienes miedo,
quítate de ahí, y ponte en oración en el espacio que yo voy a entrar con ellos
en fiera y desigual batalla.
Y diciendo esto, dio de espuelas a su
caballo Rocinante, sin atender a las voces que su escudero Sancho le daba,
advirtiéndole que, sin duda alguna, eran molinos de viento, y no gigantes,
aquéllos que iba a acometer.
La segunda edición,
1616, tiene el prólogo antes
señalado y narra la tercera salida
de don Quijote ya siempre acompañado de Sancho Panza. Visista el Toboso, donde
vive su idealizada dama Dulcinea, realmente una aldeana de nombre Aldonza y
vive otros episodios como el la cueva de
Montesinos o el retablo de Maese
Pedro. Se dirigen a Aragón y Barcelona donde los condes se burlan de ellos.
Es derrotado por el Caballero de la Blanca Luna, realmente su amigo y paisano
el bachiller Sansón Carrasco, que le impone como penitencia regresar a s u
casa. Allí muere recobrando la cordura.
Mientras que en las dos primeras salidas es don Quijote
quien distorsiona la realidad como consecuencia de su locura (gigantes en vez
de molinos), en la tercera salida son los demás quienes distorsionan la
realidad del caballero, bien para hacer burla de él, bien para conseguir que
regrese a su hogar.
Conversación de
Sancho con su mujer, Teresa Panza:
-Mirad, Teresa -respondió Sancho-: yo estoy alegre porque tengo
determinado de volver a servir a mi amo don Quijote, el cual quiere la vez
tercera salir a buscar las aventuras; y yo vuelvo a salir con él, porque lo
quiere así mi necesidad, junto con la esperanza, que me alegra, de pensar si
podré hallar otros cien escudos como los ya gastados, puesto que me entristece
el haberme de apartar de ti y de mis hijos; y si Dios quisiera darme de comer a
pie enjuto y en mi casa, sin traerme por vericuetos y encrucijadas, pues lo
podía hacer a poca costa y no más de quererlo, claro está que mi alegría fuera
más firme y valedera, pues que la que tengo va mezclada con la tristeza del
dejarte: así, que dije bien que holgara, si Dios quisiera, de no estar
contento.
-Mirad, Sancho -replicó Teresa-: después que
os hicistes miembro de caballero andante, habláis de tan rodeada manera, que no
hay quien os entienda.
Engaño de los condes
de Barcelona a Sancho haciéndole creer que gobierna una ínsula:
Digo, pues, que con todo su acompañamiento llegó Sancho a un lugar de
hasta mil vecinos, que era de los mejores que el Duque tenía. Diéronle a
entender que se llamaba la ínsula Barataria, o ya porque el lugar se llamaba Baratario, o ya por el barato con que se le había dado el gobierno. Al
llegar a las puertas de la villa, que era cercada, salió el regimiento del
pueblo a recebirle; tocaron las campanas, y todos los vecinos dieron muestras
de general alegría, y con mucha pompa le llevaron a la iglesia mayor a dar
gracias a Dios, y luego con algunas ridículas ceremonias le entregaron las
llaves del pueblo y le admitieron por perpetuo gobernador de la ínsula Barataria.
El traje, las barbas, la gordura y pequeñez del nuevo gobernador tenía admirada
a toda la gente que el busilis del cuento no sabía, y aúna todos los que lo
sabían, que eran muchos. Finalmente, en sacándole de la iglesia le llevaron a
la silla del juzgado y le sentaron en ella, y el mayordomo del Duque le dijo:
-Es costumbre antigua en esta ínsula, señor
gobernador, que el que viene a tomar posesión desta famosa ínsula está obligado
a responder a una pregunta que se le hiciere, que sea algo intricada y
dificultosa; de cuya respuesta el pueblo toma y toca el pulso del ingenio de su
nuevo gobernador, y así, o se alegra o se entristece con su venida.
Don Quijote en su lecho de muerte, recobrado el seso y el afán de
Sancho en retomar las locas aventuras pasadas:
Y volviéndose a Sancho, le dijo:
-Perdóname, amigo, de la ocasión que te he
dado de parecer loco como yo, haciéndote caer en el error en que yo he caído,
de que hubo y hay caballeros andantes en el mundo.
-¡Ay! -respondió Sancho llorando-. No se muera vuesa merced, señor mío,
sino tome mi consejo, y viva muchos años; porque la mayor locura que puede
hacer un hombre en esta vida es dejarse morir, sin más ni más, sin que nadie le
mate, ni otras manos le acaben que las de la melancolía. Mire no sea perezoso,
sino levántese desa cama, y vámonos al campo vestidos de pastores, como tenemos
concertado: quizá tras de alguna mata hallaremos a la señora doña Dulcinea
desencantada, que no haya más que ver. Si es que se muere de pesar de verse
vencido, écheme a mí la culpa, diciendo que por haber yo cinchado mal a
Rocinante le derribaron; cuanto más que vuesa merced habrá visto en sus libros
de caballerías ser cosa ordinaria derribarse unos caballeros a otros, y el que
es vencido hoy ser vencedor mañana.
2.4.3 Tiempo y espacio
Es una narración
lineal y cronológica aunque no se hace referncia a la duración real de los
hechos narrados. Además, la línea argumental se corta continuamente para
intercalar episodios narrativos al margen de la historia en boca de algunos de
los personajes secundarios con los que los dos protagonistas se van
encontrando. Estas narraciones son más frecuentes en la primera edición que en
la segunda. Además se trata de narraciones de carácter pastoril (Marcela y Grisóstomo), morisco (Historia del cautivo)…
En cuanto
al escenario, podemos decir que las dos primeras salidas recorren lugares de La Mancha y Sierra Morena en escenarios al aire libre o ventas (posadas). La última salida va por tierras de Aragón y Cataluña en ambiente más urbano y cortesanos como el palacio de los
duques.
Episodio
acaecido en plena Sierra Morena:
En esto, parece ser, o que el frío de la mañana, que ya venía, o que
Sancho hubiese cenado algunas cosas lenitivas, o que fuese cosa natural (que es
lo que más se debe creer), a él le vino en voluntad y deseo de hacer lo que
otro no pudiera hacer por él; mas era tanto el miedo que había entrado en su
corazón, que no osaba apartarse un negro de uña de su amo. Pues pensar de no
hacer lo que tenía gana, tampoco era posible; y así, lo que hizo, por bien de
paz, fue soltar la mano derecha, que tenía asida al arzón trasero, con la cual,
bonitamente y sin rumor alguno, se soltó la lazada corrediza con que los
calzones se sostenían, sin ayuda de otra alguna, y, en quitándosela, dieron luego
abajo, y se le quedaron como grillos; tras esto, alzó la camisa lo mejor que
pudo, y echó al aire entrambas posaderas, que no eran muy pequeñas. Hecho esto
(que él pensó que era lo más que tenía que hacer para salir de aquel terrible
aprieto y angustia), le sobrevino otra mayor, que fue que le pareció que no
podía mudarse sin hacer estrépito y ruido, y comenzó a apretar los dientes y a
encoger los hombros, recogiendo en sí el aliento todo cuanto podía; pero, con
todas estas diligencias, fue tan desdichado, que al cabo al cabo vino a hacer
un poco de ruido, bien diferente de aquel que a él le ponía tanto miedo. Oyólo
don Quijote, y dijo:
-No sé, señor -respondió él-. Alguna cosa
nueva debe de ser; que las aventuras y desventuras nunca comienzan por poco.
Tornó otra vez a probar ventura, y sucedióle
tan bien, que, sin más ruido ni alboroto que el pasado, se halló libre de la
carga que tanta pesadumbre le había dado. Mas como don Quijote tenía el sentido
del olfato tan vivo como el de los oídos, y Sancho estaba tan junto y cosido
con él, que casi por línea recta subían los vapores hacia arriba, no se pudo
excusar de que algunos no llegasen a sus narices; y apenas hubieron llegado,
cuando él fue al socorro, apretándolas entre los dos dedos, y, con tono algo
gangoso, dijo:
-Bien podrá ser -dijo Sancho-; mas yo no
tengo la culpa, sino vuestra merced, que me trae a deshoras y por estos no
acostumbrados pasos.
-Retírate tres o cuatro allá, amigo -dijo
don Quijote (todo esto sin quitarse los dedos de las narices)-, y desde aquí
adelante ten más cuenta con tu persona, y con lo que debes a la mía; que la
mucha conversación que tengo contigo ha engendrado este menosprecio.
-Apostaré -replicó Sancho- que piensa
vuestra merced que yo he hecho de mi persona... alguna cosa que no deba.
2.4.4 Narrador
Hay un
narrador omnisciente que a veces abandona la tercera persona para
designarse a sí mismo como responsable de la narración e incluso para contar
cómo encontró y editó el manuscrito del Quijote.
“Por otra
parte, me parecía que, pues entre sus libros se habían hallado tan modernos
como Desengaño
de celos y Ninfas y Pastores de
Henares, que también su
historia debía de ser moderna, y que, ya que no estuviese escrita, estaría en
la memoria de la gente de su aldea y de las a ella circunvecinas. Esta
imaginación me traía confuso y deseoso de saber real y verdaderamente toda la
vida y milagros de nuestro famoso español don Quijote de la Mancha, luz y
espejo de la caballería manchega,”
Lo habitual es la tercera persona de un narrador
externo a los hechos y con una perspectiva global de los mismos:
“Prometióle
don Quijote de hacer lo que se le aconsejaba, con toda puntualidad, y así, se
dio luego orden como velase las armas en un corral grande que a un lado de la
venta estaba; y recogiéndolas don Quijote todas, las puso sobre una pila que
junto a un pozo estaba, y, embrazando su adarga, asió de su lanza, y con gentil
continente se comenzó a pasear delante de la pila; y cuando comenzó el paseo
comenzaba a cerrar la noche.”
Cervantes da voz a otros narradores que son
personajes dentro de alguno de los múltiples episodios de la obra. Así por
ejemplo, el cabrero que relata la historia de Crisóstomo:
“-Digo,
pues, señor mío de mi alma -dijo el cabrero-, que en nuestra aldea hubo un
labrador aún más rico que el padre de Grisóstomo, el cual se llamaba Guillermo,
y al cual dio Dios, amén de las muchas y grandes riquezas, una hija, de cuyo
parto murió su madre, que fue la más honrada mujer que hubo en todos estos
contornos. No parece sino que ahora la veo, con aquella cara que del un cabo
tenía el sol y del otro la luna; y, sobre todo, hacendosa y amiga de los
pobres, por lo que creo que debe de estar su ánima a la hora de ahora gozando
de Dios en el otro mundo. De pesar de la muerte de tan buena mujer murió su
marido Guillermo, dejando a su hija Marcela, muchacha y rica, en poder de un
tío suyo sacerdote y beneficiado en nuestro lugar. Creció la niña con tanta
belleza, que nos hacía acordar de la de su madre, que la tuvo muy grande; y,
con todo esto, se juzgaba que le había de pasar la de la hija. Y así fue que
cuando llegó a edad de catorce a quince años, nadie la miraba que no bendecía a
Dios, que tan hermosa la había criado, y los más quedaban enamorados y perdidos
por ella. Guardábala su tío con mucho recato y con mucho encerramiento; pero,
con todo esto, la fama de su mucha hermosura se extendió de manera, que así por
ella como por sus muchas riquezas, no solamente de los de nuestro pueblo, sino
de los de muchas leguas a la redonda, y de los mejores dellos, era rogado,
solicitado e importunado su tío se la diese por mujer. Mas él, que a las
derechas es buen cristiano, aunque quisiera casarla luego, así como la vía de
edad, no quiso hacerlo sin su consentimiento, sin tener ojo a la ganancia y
granjería que le ofrecía el tener la hacienda de la moza dilatando su
casamiento. Y a fe que se dijo esto en más de un corrillo en el pueblo, en
alabanza del buen sacerdote; que quiero que sepa, señor andante, que en estos
lugares cortos de todo se trata y de todo se murmura; y tened para vos, como yo
tengo para mí, que debía de ser demasiadamente bueno el clérigo que obliga a
sus feligreses a que digan bien dél, especialmente en las aldeas.”
2.4.5 Personajes
Sin duda el protagonismo de la obra está
compartido por don Quijote de la Mancha,
nombre adoptado por el hidalgo Alonso Quijano par su ejercicio caballeresco y
Sancho Panza, campesino manchego de pocas luces. Son dos personajes distintos
en sus orígenes, formación intelectual, personalidad pero totalmente
complementarios. Hacen un tándem perfecto. Los une, pese a todo ello dos
valores: la amistad y la lealtad como queda patente en el capítulo final, en el
lecho de muerte del hidalgo.
Don Quijote pierde la cabeza por la excesiva
lectura de libros de caballerías y esta locura es el motivo central de la obra;
es lo que le lleva a buscar aventuras. En él se pueden ver muchas
contradicciones: sabiduría e insensatez, lo ridículo y lo admirable de sus
ideales, Es un “loco cuerdo”.
Su forma de hablar mezcla los modos
caballerescos, arcaicos y corteses y las expresiones coloquiales sobre todo en
los múltiples diálogos con Sancho.
Sancho
Panza es la antítesis de don Quijote, incluso físicamente: bajo y gordito.
Lo es también porque se muestra prudente, práctico frente al idealismo de su
señor y pacífico intentando rehuir ante cualquier conflicto, cosa que rara vez
consigue. Le mueve la ambición de prosperar sobre todo cuando le es prometida
una ínsula para ser su gobernador. En resumen es un arquetipo de personaje muy
recurrente en la literatura: el escudero de caballero, pero con altas dosis de
ingenuidad y bondad aderezada con una gran dosis de bobería.
Cuando habla lo hace casi a base del refranero
castellano y siempre hay alguno adecuado a cada situación.
Es el artífice de gran parte de los momentos de
humor e ironía de la obra sobre todo en los diálogos con don Quijote.
Ambos personajes simbolizan el conflicto entre la
realidad y lo idealizado. Al final estos roles cambian y es Sancho el “loco” y
don Quijote “el cuerdo”
Dulcinea
del Toboso es una dama idealizad e imaginada por la mente perturbada de don
Quijote pues, como caballero andante al uso necesita una dama a la que venerar
al estilo del amor cortesano y caballeresco y a la que dedicar sus logros. El
personaje real es Aldonza Lorenzo, aldeana vecina muy alejada físicamente de
los cánones de belleza de la época.
Hay una ingente cantidad de personajes secundarios. Algunos aparecen de
principio a fin y tienen un papel importante en el desarrollo de la acción: El cura del pueblo de Don Quijote, licenciado Pedro Pérez,Maese Nicolás, el barbero del pueblo, Sansón Carrasco: el bachiller que acaba con la locura Quijotesca haciéndose pasar primero por el Caballero de los Espejos y luego por el Caballero de la Blanca Luna.
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