martes, 21 de mayo de 2013

3er Trabajo trimestral. FÁBULA.

Manipulaciones.


Míralos -dice el oso-
míralos como brillan
cuando en sus escamas
reluce la luz del día.

No te dejes llevar
por su bonito esplendor
pues cuando menos lo esperas
te hacen un gran dolor;
pues, escúchame, pequeño oso,
fiarte de un pez no debes
que si ellos respirar no pueden
es porque el Señor no lo quiere.
Dicho esto,joven oso
deberías hacerme caso
y meter tu zarpa en el fango
para capturar algún rico pescado.

Pero,águila,
cómo voy a hacer semejante maldad
a tan bonitos animales
que no pueden traernos males

Mejor atajar con el mal ahora
que esperar a que suceda,
joven oso,no dejes para mañana
lo que hoy hacer debas.

El pequeño oso
convencido por la labia del águila
y presionado por tanto acoso
decide acatar la orden

No hace más que sacar el pez del río
cuando la malvada águila lo roba
y se marcha
dejando solo al pobre oso.

Sabiéndose éste en pecado
espera ser por los peces perdonado
pues estos ahora lo miran con miedo
convencidos de que acabará con ellos

Oh, bellos peces
perdonad mi osadía
pues no quise jamás
acabar con una vida

Difícil para los peces es
perdonar acción tan cruel
pues oso ya sabía de antes
que nunca un pecado había cometido ningún pez

Así el oso se lamentaba,
mientras los peces lloraban,
mientras el águila disfrutaba
de su malvada hazaña.

No te dejes convencer
por quien tu amigo finge ser.



La yegua y el caballo.

Con grácil y hermosa pose
caminaba la yegua a galope
por el sendero empedrado
buscando algún nuevo prado.
Pues libre era ella
como el blanco de su pelaje,
como su larga melena.
Mas sabiéndose bella,
la yegua andaba altanera,
sin mirar nunca hacia abajo
sin importarle si pisaba
una flor o un hierbajo.

Tanto era su ego
que ni miró una vez al suelo
mientras andaba sobre este sendero
que tantas piedras tenía.

Y como es de suponer,
la yegua no pudo hacer menos
que tropezar y caer,
dañando una de sus delicadas patas.

La pobre yegua gritó y pidió
ayuda a pleno pulmón.
Pero tan peligroso era el camino,
que difícil era encontrar en él un amigo.

Al llegar la tarde,
la desesperada yegua escucha
un trote por el sendero
que se acerca a ella con paso sereno.

¡Sorpresa! ¡Un joven caballo forastero!

Alegrada de haber encontrado a alguien
la blanca yegua no duda en pedir ayuda.
Pero menos duda el caballo
de pelaje castaño
en acercarse a tan hermosa criatura.
Tal es el esplendor
que la yegua causa en el corcel de pelaje marrón,
que éste no tarda en prestarle su atención.

Nada más curada
la joven yegua decide ponerse en marcha.
Sorprendido, el caballo le reprocha,
'Pero Yegua,yo te he ayudado,
a cambio, tú deberías permanecer a mi lado
durante muchos años
para tener una familia,
y ser felices en algún prado'
La yegua,ya recuperada
volviendo a caminar con la cabeza alta
le responde
'Pides mucho,apuesto caballo,
pues mi libertad no es ningún regalo.
Yo te agradezco tu ayuda
pero no mereces nada más a cambio'.
Y sin más
la yegua vuelve a caminar
en su marcha por el sendero
dejando atontado al joven caballo.

Es de ser bien nacidos
el ser agradecidos.

108 versos.

Marta Victoria Peláez. 3ºD

1 comentario:

  1. Cada vez quedo más perplejo
    y mi dicha es mayor
    cuando veo y cotejo
    vuestra soltura y manejo
    de la poesía en arte menor.
    Has conseguido aunar
    en dos hermosas fábulas
    maestría y arte sin par
    y por ello,un 10 sin máculas

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