Estela María Vargas Cara 3ºD
UNA
GUERRA MUY DURA
En
el siglo VIII cuando estaba reinando en Granada un rey guerrero que
defendía a su pueblo siendo la cabeza en la guerra denominado rey
Darlos I, se corría el rumor de que probablemente iban a venir los
Vikingos al reino nazarí de Granada. El rey Darlos I y su ejercito
se reunieron para acordar la manera de enfrentarse a los Vikingos,
Darlos I el cual se esperaba este ataque, le dijo a su mejor escudero
que fuera a la frontera y al primero que pasara por allí que le
preguntara si sabía algo de los ataques de los Vikingos. Entonces el
escudero se acercó a la frontera y por allí pasó un campesino pero
cuando el escudero se acercó para preguntarle, el hombre salió
corriendo. Así pasaron los días hasta que un día llegó a la
frontera un carro lleno de personas heridas y el escudero preguntó
que porque había tantos heridos y uno de los enfermos contestó:-
los Vikingos han venido a la región de Murcia a llevarse nuestras
riquezas y han matado a todo el mundo y solo hemos quedado nosotros.
-¿Tan
duros son los Vikingos? preguntó el escudero.
-Sí,
son los peores, te hacen sufrir hasta que te matan y se corre el
rumor que vienen a Granada, dijo el enfermo.
Mientras
que el carro se alejaba, el escudero fue a avisar al rey Darlos I. El
rey Darlos I que se encontraba en sus aposentos, fue a ver lo que
había averiguado su escudero.
-Dime
escudero lo que has averiguado, dijo el rey.
-Me
he encontrado con un carro que venía de Murcia lleno de heridos y me
han dicho que los Vikingos te hacen sufrir hasta que te matan y
vienen a llevarse todas las riquezas, contestó el escudero.
Entonces
el rey Darlos I decidió avisar al pueblo sobre el ataque de los
Vikingos próximamente, el rey dedujo que si habían estado en
Murcia hace unos días llegarían a Granada aproximadamente dentro de
diez días, ya que tendrían que cruzar el mar Mediterráneo en
barco. Por eso el rey llamó a un juglar para que reuniera al pueblo
en la plaza mayor a las diez en punto y les anunciara que los
Vikingos llegarían a Granada
dentro de diez días. El juglar llegó a la plaza a las diez en
punto, muy serio y con un tono elevado procedió:
-Yo,
Fernando de la Vega os comunico que los Vikingos llegarán a Granada
dentro de diez días, para llevarse todas nuestras riquezas y a orden
del rey os recomienda que os refugiéis en la iglesia de San Lucas,
ya que es una buena estructura y tendrá menos riesgo de ser
derribada, además quiere que escondáis todas vuestras riquezas en
un lugar seguro.
Firmado:
Darlos
I
Una
vez que terminó el juglar de hablar, el pueblo estaba aterrorizado,
a todos los ciudadanos se les echaba el cielo encima, incluso algunos
presos del pánico se desmallaron y se quedaron inconscientes.
Llamaron al médico para que ayudara a los ciudadanos enfermos. El
médico intentó calmar a los ciudadanos, les dio un vaso de agua y a
los que se habían desmallado les tumbó en una camilla y los tuvo en
observación. Después de unas horas en observación se recuperaron
victoriosamente y el médico les dijo que se fueran a su casa y que
descansaran, que todo saldría bien. Los enfermos se fueron a su casa
y estuvieron escondiendo todas sus riquezas tal y como lo ordenó el
rey Darlos I. Algunos ciudadanos muy religiosos fueron a la iglesia
de San Lucas para rezar a Dios y suplicarle que no pase nada, que no
halla muertes, que salgamos vencedores nosotros y no los Vikingos. El
cura y el monje de la iglesia estuvieron hablando con los ciudadanos
para saber dónde y cómo iban a esconder sus riquezas. Hubo muchas
respuestas diferentes algunos decían que lo iban a meter debajo del
colchón, otros decían que lo iban a enterrar bajo tierra, otros
decían que no las iban a esconder que las tirarían por ahí e
incluso otros decían que no lo sabían. El cura y el monje a cada
uno de los ciudadanos les dijeron que no se preocuparan, que la
iglesia permanecería abierta durante los diez días para que los
ciudadanos se refugiaran en ella cuando quisieran y allí tendrían
comida y toda la ayuda necesaria.
Estos
diez días fueron muy duros para el reino nazarí de Granada en el
cual los ciudadanos no salían a la calle, estaban en su casa o en la
iglesia de San Lucas. Algunos dispuestos a dejar su trabajo y luchar
contra los Vikingos fueron a hablar con el rey Darlos I para decirle
que si podía dejarles entrenarse con los demás hombres del ejército
para luchar contra los Vikingos. El rey Darlos I escuchó sus
peticiones y pensó que seria una muy buena idea que les ayudaran a
derrotar a los Vikingos porque contra más personas luchen contra los
Vikingos mayor posibilidad habrá de derrotarlos, entonces el rey
contestó:
-Sí
podréis entrenaros con los otros hombres del ejército ya que es una
buena idea y tendremos mayor posibilidad de derrotarlos, pero debéis
saber que nos entrenaremos todos los días muy temprano y estaremos
hasta muy tarde.
-De
acuerdo, contestaron los hombres.
Antes
de comenzar a entrenar el rey Darlos I y su ejército estuvieron
hablando para prepararse sobre la guerra contra los Vikingos, todos
los días se levantaban muy temprano, sobre las seis de la mañana, y
se iban a su casa sobre las doce de la noche. Las mujeres y
familiares de cada hombre del ejército les llevaban comida para que
descansaran media hora o una hora como mucho y después continuarán
realizando los ejercicios de cada día para vencer a los Vikingos.
El
primer día fue el más duro porque en Granada los ciudadanos no se
levantaban tan temprano, se solían levantar a las siete o a las ocho
de la mañana para ir a trabajar, pero esta mañana no iban a
trabajar, iban a entrenarse para luchar contra los Vikingos. A la
mayoría no les importaba ya que les importaba más su vida que su
trabajo así que no se quejaban y admitían las órdenes del rey
Darlos I. El rey que no sabía que decir ya que no era muy común que
el reino nazarí de Granada se entrenara para luchar contra alguien,
estaba muy nervioso pero aún así confiaba en su ejército y en los
ciudadanos que se habían unido al ejército. Decidió comenzar
calentando cada articulación para tenerlas calientes ya que a las
seis de la mañana hacía mucho frío, a continuación corrieron una
hora alrededor del reino nazarí de Granada. El rey pensó que sería
una buena idea hacerlo también, ya que él debía intervenir en la
guerra. Después de correr, cada uno cogió su arma y en parejas
estuvieron luchando sin hacerse daño pero preparándose para lo que
se les venía encima. Luego llegaron cada una de las familias de los
hombres y estuvieron almorzando juntos durante una hora. Después
continuaron con su calentamiento, siguieron luchando en parejas y
luego vinieron las familias de nuevo para cenar con sus familiares y
por último el rey les dio unos trucos para mejorar la forma con la
que empuñan la espada, así terminó el primer día de
entrenamiento. A las doce de la noche cuando terminó el
entrenamiento el rey decidió ir a la iglesia de San Lucas, para ver
cuanta gente estaba allí refugiándose de la guerra, el rey se
sorprendió porque todos los ciudadanos habían aportado algo a la
iglesia como: colchones, almohadas, comida, cojines, sillas entre
otros y aunque no había mucha gente, el rey estaba muy contento de
las cosas que habían traído todas las personas. El rey estuvo
hablando con el cura y el monje para ver como iba todo y el rey les
preguntó:
-Hola,
¿Cómo va todo?
-Bien,
como puedes ver todos los ciudadanos han aportado algo para ayudarnos
a que la gente que no tenga donde estar o que tenga miedo que se
venga y esté con nosotros, contestó el monje.
-Me
parece muy bien, ahora mismo no hay mucha gente, pero vosotros no
cerréis la iglesia porque contra más se vaya acercando el día de
la guerra, más gente vendrá a refugiarse aquí, dijo el rey.
-De
acuerdo, no teníamos pensado cerrarla, contestó el cura.
-Adiós
y buenas noches, dijo el rey.
-Adiós,
contestaron el cura y el monje.
El
rey Darlos I salió de la iglesia y regresó a sus aposentos, ya que
al día siguiente le esperaba otro gran día.
Los
demás hombres volvieron a sus respectivas casas para descansar de
este día largo, ya que les quedaban seis horas de descanso y después
seguirían con su entrenamiento.
El
segundo día comenzó igual que el anterior, primero calentaron las
articulaciones, después corrieron, lucharon entre ellos, almorzaron
con sus familiares, después el rey eligió a unos hombres y los
enfrentó para ver quienes eran los más fuertes y quienes los más
débiles, después cenaron con sus familiares y siguieron
enfrentándose unos con otros para ver quienes eran los más fuertes
y quienes eran los más débiles. A continuación ya eran las doce de
la noche y se fueron para su casa a descansar.
El
tercer día comenzó igual que los anteriores lo único que el rey
una vez que sabía quienes eran los fuertes y quienes eran los
débiles decidió ayudar a los débiles para que se hicieran más
fuertes y para ello observó como luchaban y les dio trucos para que
mejoraran, algunos no sabían coger la espada ya que no la habían
cogido nunca y así terminó el tercer día.
El
cuarto día comenzó igual que siempre, el rey estaba muy contento ya
que el ejército progresaba adecuadamente y todos ya sabían como
enfrentarse a los Vikingos.
El
quinto día ya que el rey estaba muy contento con el ejército
decidió darles un descanso y no entrenar y así podían dormir ya
que estos últimos días habían sido muy duros. Así el rey podía
ir a la iglesia y ver como iba todo, cuando llegó a la iglesia había
más gente que el primer día, el rey se acercó al monje para hablar
con él y le dijo:
-Hola,
hoy hay más gente que el otro día.
-Hola,
sí, hay más gente, pero la gente está muy preocupada por la
guerra, nosotros estamos tranquilizándolos, dijo el monje.
-Decirle
que no se preocupen que todo está controlado, hoy no hemos entrenado
porque todo va muy bien, están muy preparados para la guerra de los
Vikingos, dijo el rey.
-Adiós
Darlos I, tengo que continuar ayudando a las personas, dijo el monje.
-Adiós,
dijo el rey.
El
rey Darlos I se fue a sus aposentos para descansar él también.
El
sexto, séptimo, octavo, noveno y décimo día realizaron el mismo
entrenamiento, primero calentaron las articulaciones, después
corrieron
alrededor
de Granada, lucharon en parejas, después descansaron almorzando con
sus familiares, se enfrentaron unos con otros, luego cenaron con sus
familiares y por último se enfrentaron unos con otros a ver quien
ganaba, menos el último día que terminaron el entrenamiento antes
para poder descansar más para el día siguiente, que era el día
decisivo para la guerra. El décimo día terminaron de entrenar a la
diez de la noche y el rey decidió ir a la iglesia de San Lucas para
ver como iba todo, cuando llegó estaban todos los ciudadanos de
Granada allí y se acercó para hablar con el monje y el cura:
-Hola,
ya sí están todos los ciudadanos aquí, dijo el rey
-Hola,
sí, están aquí todos los ciudadanos, dijo el monje.
-Mañana
deben estar aquí y no pueden salir bajo ningún concepto, dijo el
rey.
-Vale,
¿Y cómo va todo?, dijo el monje.
-Va
muy bien estamos muy bien preparados para enfrentarnos a los
Vikingos, contestó el rey.
-Adiós,
dijo el cura.
-Adiós,
dijo el rey.
El
rey y su ejército permanecieron despiertos para estar preparados de
los Vikingos. Los Vikingos llegaron a las ocho en punto, eran menos
numerosos que el ejército de Granada, cuando el ejército los vio
esperaron hasta que entraran a sus territorios. Cuando los Vikingos
entraron en sus territorios se dividieron en grupos de dos personas y
entraron cada uno en las casas buscando las riquezas, cuando
cogieron las riquezas se enfrentaron los dos ejércitos. Fue una
lucha intensa y difícil, pero el ejército de Granada no se rindió,
nadie salió herido pero los Vikingos se murieron todos y al final el
reino nazarí de Granada quedó en memoria de todo el mundo ya que
fue el único reino que consiguió vencer a los Vikingos.
FIN
Honetsamente tu relato no me ha gustado especialmente, aunque valoro el esfuerzo.
ResponderEliminarMe parece que no tiene demasiada chicha. La redacción tiene errores como:
-Mala puntuación; pon más puntos y seguido
-Repeticiones de palabras u oraciones: los tuvo en observación...después de unas horas de observación; pasaron unos días...hasta que un día llegó...fuera a la frontera...entonces el escudero(por cierto, no es una función propia de escuderos)se acercó a la frontera...; repites hasta la saciedad el rieno nazarí de Granada...
-Tampoco es misión de un juglar reunir a la población y comunicar el estado de emergenciay menos ser portavoz del rey en persona.
- En cuanto a los diálogos ,no aportan nada a la trama del relato. Son insustanciales, repetitivos, e innecesarios:
-hola, hoy hay más gente
-hola, sí hay más gente
NOTA:7