viernes, 7 de diciembre de 2012

Estela María Vargas Cara 3ºD
UNA GUERRA MUY DURA
En el siglo VIII cuando estaba reinando en Granada un rey guerrero que defendía a su pueblo siendo la cabeza en la guerra denominado rey Darlos I, se corría el rumor de que probablemente iban a venir los Vikingos al reino nazarí de Granada. El rey Darlos I y su ejercito se reunieron para acordar la manera de enfrentarse a los Vikingos, Darlos I el cual se esperaba este ataque, le dijo a su mejor escudero que fuera a la frontera y al primero que pasara por allí que le preguntara si sabía algo de los ataques de los Vikingos. Entonces el escudero se acercó a la frontera y por allí pasó un campesino pero cuando el escudero se acercó para preguntarle, el hombre salió corriendo. Así pasaron los días hasta que un día llegó a la frontera un carro lleno de personas heridas y el escudero preguntó que porque había tantos heridos y uno de los enfermos contestó:- los Vikingos han venido a la región de Murcia a llevarse nuestras riquezas y han matado a todo el mundo y solo hemos quedado nosotros.
-¿Tan duros son los Vikingos? preguntó el escudero.
-Sí, son los peores, te hacen sufrir hasta que te matan y se corre el rumor que vienen a Granada, dijo el enfermo.
Mientras que el carro se alejaba, el escudero fue a avisar al rey Darlos I. El rey Darlos I que se encontraba en sus aposentos, fue a ver lo que había averiguado su escudero.
-Dime escudero lo que has averiguado, dijo el rey.
-Me he encontrado con un carro que venía de Murcia lleno de heridos y me han dicho que los Vikingos te hacen sufrir hasta que te matan y vienen a llevarse todas las riquezas, contestó el escudero.
Entonces el rey Darlos I decidió avisar al pueblo sobre el ataque de los Vikingos próximamente, el rey dedujo que si habían estado en Murcia hace unos días llegarían a Granada aproximadamente dentro de diez días, ya que tendrían que cruzar el mar Mediterráneo en barco. Por eso el rey llamó a un juglar para que reuniera al pueblo en la plaza mayor a las diez en punto y les anunciara que los Vikingos llegarían a Granada dentro de diez días. El juglar llegó a la plaza a las diez en punto, muy serio y con un tono elevado procedió:
-Yo, Fernando de la Vega os comunico que los Vikingos llegarán a Granada dentro de diez días, para llevarse todas nuestras riquezas y a orden del rey os recomienda que os refugiéis en la iglesia de San Lucas, ya que es una buena estructura y tendrá menos riesgo de ser derribada, además quiere que escondáis todas vuestras riquezas en un lugar seguro.
Firmado:
Darlos I
Una vez que terminó el juglar de hablar, el pueblo estaba aterrorizado, a todos los ciudadanos se les echaba el cielo encima, incluso algunos presos del pánico se desmallaron y se quedaron inconscientes. Llamaron al médico para que ayudara a los ciudadanos enfermos. El médico intentó calmar a los ciudadanos, les dio un vaso de agua y a los que se habían desmallado les tumbó en una camilla y los tuvo en observación. Después de unas horas en observación se recuperaron victoriosamente y el médico les dijo que se fueran a su casa y que descansaran, que todo saldría bien. Los enfermos se fueron a su casa y estuvieron escondiendo todas sus riquezas tal y como lo ordenó el rey Darlos I. Algunos ciudadanos muy religiosos fueron a la iglesia de San Lucas para rezar a Dios y suplicarle que no pase nada, que no halla muertes, que salgamos vencedores nosotros y no los Vikingos. El cura y el monje de la iglesia estuvieron hablando con los ciudadanos para saber dónde y cómo iban a esconder sus riquezas. Hubo muchas respuestas diferentes algunos decían que lo iban a meter debajo del colchón, otros decían que lo iban a enterrar bajo tierra, otros decían que no las iban a esconder que las tirarían por ahí e incluso otros decían que no lo sabían. El cura y el monje a cada uno de los ciudadanos les dijeron que no se preocuparan, que la iglesia permanecería abierta durante los diez días para que los ciudadanos se refugiaran en ella cuando quisieran y allí tendrían comida y toda la ayuda necesaria.
Estos diez días fueron muy duros para el reino nazarí de Granada en el cual los ciudadanos no salían a la calle, estaban en su casa o en la iglesia de San Lucas. Algunos dispuestos a dejar su trabajo y luchar contra los Vikingos fueron a hablar con el rey Darlos I para decirle que si podía dejarles entrenarse con los demás hombres del ejército para luchar contra los Vikingos. El rey Darlos I escuchó sus peticiones y pensó que seria una muy buena idea que les ayudaran a derrotar a los Vikingos porque contra más personas luchen contra los Vikingos mayor posibilidad habrá de derrotarlos, entonces el rey contestó:
-Sí podréis entrenaros con los otros hombres del ejército ya que es una buena idea y tendremos mayor posibilidad de derrotarlos, pero debéis saber que nos entrenaremos todos los días muy temprano y estaremos hasta muy tarde.
-De acuerdo, contestaron los hombres.
Antes de comenzar a entrenar el rey Darlos I y su ejército estuvieron hablando para prepararse sobre la guerra contra los Vikingos, todos los días se levantaban muy temprano, sobre las seis de la mañana, y se iban a su casa sobre las doce de la noche. Las mujeres y familiares de cada hombre del ejército les llevaban comida para que descansaran media hora o una hora como mucho y después continuarán realizando los ejercicios de cada día para vencer a los Vikingos.
El primer día fue el más duro porque en Granada los ciudadanos no se levantaban tan temprano, se solían levantar a las siete o a las ocho de la mañana para ir a trabajar, pero esta mañana no iban a trabajar, iban a entrenarse para luchar contra los Vikingos. A la mayoría no les importaba ya que les importaba más su vida que su trabajo así que no se quejaban y admitían las órdenes del rey Darlos I. El rey que no sabía que decir ya que no era muy común que el reino nazarí de Granada se entrenara para luchar contra alguien, estaba muy nervioso pero aún así confiaba en su ejército y en los ciudadanos que se habían unido al ejército. Decidió comenzar calentando cada articulación para tenerlas calientes ya que a las seis de la mañana hacía mucho frío, a continuación corrieron una hora alrededor del reino nazarí de Granada. El rey pensó que sería una buena idea hacerlo también, ya que él debía intervenir en la guerra. Después de correr, cada uno cogió su arma y en parejas estuvieron luchando sin hacerse daño pero preparándose para lo que se les venía encima. Luego llegaron cada una de las familias de los hombres y estuvieron almorzando juntos durante una hora. Después continuaron con su calentamiento, siguieron luchando en parejas y luego vinieron las familias de nuevo para cenar con sus familiares y por último el rey les dio unos trucos para mejorar la forma con la que empuñan la espada, así terminó el primer día de entrenamiento. A las doce de la noche cuando terminó el entrenamiento el rey decidió ir a la iglesia de San Lucas, para ver cuanta gente estaba allí refugiándose de la guerra, el rey se sorprendió porque todos los ciudadanos habían aportado algo a la iglesia como: colchones, almohadas, comida, cojines, sillas entre otros y aunque no había mucha gente, el rey estaba muy contento de las cosas que habían traído todas las personas. El rey estuvo hablando con el cura y el monje para ver como iba todo y el rey les preguntó:
-Hola, ¿Cómo va todo?
-Bien, como puedes ver todos los ciudadanos han aportado algo para ayudarnos a que la gente que no tenga donde estar o que tenga miedo que se venga y esté con nosotros, contestó el monje.
-Me parece muy bien, ahora mismo no hay mucha gente, pero vosotros no cerréis la iglesia porque contra más se vaya acercando el día de la guerra, más gente vendrá a refugiarse aquí, dijo el rey.
-De acuerdo, no teníamos pensado cerrarla, contestó el cura.
-Adiós y buenas noches, dijo el rey.
-Adiós, contestaron el cura y el monje.
El rey Darlos I salió de la iglesia y regresó a sus aposentos, ya que al día siguiente le esperaba otro gran día.
Los demás hombres volvieron a sus respectivas casas para descansar de este día largo, ya que les quedaban seis horas de descanso y después seguirían con su entrenamiento.
El segundo día comenzó igual que el anterior, primero calentaron las articulaciones, después corrieron, lucharon entre ellos, almorzaron con sus familiares, después el rey eligió a unos hombres y los enfrentó para ver quienes eran los más fuertes y quienes los más débiles, después cenaron con sus familiares y siguieron enfrentándose unos con otros para ver quienes eran los más fuertes y quienes eran los más débiles. A continuación ya eran las doce de la noche y se fueron para su casa a descansar.
El tercer día comenzó igual que los anteriores lo único que el rey una vez que sabía quienes eran los fuertes y quienes eran los débiles decidió ayudar a los débiles para que se hicieran más fuertes y para ello observó como luchaban y les dio trucos para que mejoraran, algunos no sabían coger la espada ya que no la habían cogido nunca y así terminó el tercer día.
El cuarto día comenzó igual que siempre, el rey estaba muy contento ya que el ejército progresaba adecuadamente y todos ya sabían como enfrentarse a los Vikingos.
El quinto día ya que el rey estaba muy contento con el ejército decidió darles un descanso y no entrenar y así podían dormir ya que estos últimos días habían sido muy duros. Así el rey podía ir a la iglesia y ver como iba todo, cuando llegó a la iglesia había más gente que el primer día, el rey se acercó al monje para hablar con él y le dijo:
-Hola, hoy hay más gente que el otro día.
-Hola, sí, hay más gente, pero la gente está muy preocupada por la guerra, nosotros estamos tranquilizándolos, dijo el monje.
-Decirle que no se preocupen que todo está controlado, hoy no hemos entrenado porque todo va muy bien, están muy preparados para la guerra de los Vikingos, dijo el rey.
-Adiós Darlos I, tengo que continuar ayudando a las personas, dijo el monje.
-Adiós, dijo el rey.
El rey Darlos I se fue a sus aposentos para descansar él también.
El sexto, séptimo, octavo, noveno y décimo día realizaron el mismo entrenamiento, primero calentaron las articulaciones, después corrieron
alrededor de Granada, lucharon en parejas, después descansaron almorzando con sus familiares, se enfrentaron unos con otros, luego cenaron con sus familiares y por último se enfrentaron unos con otros a ver quien ganaba, menos el último día que terminaron el entrenamiento antes para poder descansar más para el día siguiente, que era el día decisivo para la guerra. El décimo día terminaron de entrenar a la diez de la noche y el rey decidió ir a la iglesia de San Lucas para ver como iba todo, cuando llegó estaban todos los ciudadanos de Granada allí y se acercó para hablar con el monje y el cura:
-Hola, ya sí están todos los ciudadanos aquí, dijo el rey
-Hola, sí, están aquí todos los ciudadanos, dijo el monje.
-Mañana deben estar aquí y no pueden salir bajo ningún concepto, dijo el rey.
-Vale, ¿Y cómo va todo?, dijo el monje.
-Va muy bien estamos muy bien preparados para enfrentarnos a los Vikingos, contestó el rey.
-Adiós, dijo el cura.
-Adiós, dijo el rey.
El rey y su ejército permanecieron despiertos para estar preparados de los Vikingos. Los Vikingos llegaron a las ocho en punto, eran menos numerosos que el ejército de Granada, cuando el ejército los vio esperaron hasta que entraran a sus territorios. Cuando los Vikingos entraron en sus territorios se dividieron en grupos de dos personas y entraron cada uno en las casas buscando las riquezas, cuando cogieron las riquezas se enfrentaron los dos ejércitos. Fue una lucha intensa y difícil, pero el ejército de Granada no se rindió, nadie salió herido pero los Vikingos se murieron todos y al final el reino nazarí de Granada quedó en memoria de todo el mundo ya que fue el único reino que consiguió vencer a los Vikingos.



FIN

1 comentario:

  1. Honetsamente tu relato no me ha gustado especialmente, aunque valoro el esfuerzo.
    Me parece que no tiene demasiada chicha. La redacción tiene errores como:
    -Mala puntuación; pon más puntos y seguido
    -Repeticiones de palabras u oraciones: los tuvo en observación...después de unas horas de observación; pasaron unos días...hasta que un día llegó...fuera a la frontera...entonces el escudero(por cierto, no es una función propia de escuderos)se acercó a la frontera...; repites hasta la saciedad el rieno nazarí de Granada...
    -Tampoco es misión de un juglar reunir a la población y comunicar el estado de emergenciay menos ser portavoz del rey en persona.
    - En cuanto a los diálogos ,no aportan nada a la trama del relato. Son insustanciales, repetitivos, e innecesarios:
    -hola, hoy hay más gente
    -hola, sí hay más gente
    NOTA:7

    ResponderEliminar