miércoles, 5 de diciembre de 2012

Victor Muñoz Villegas, trabajo



                                                   La traición
Estamos 5 hombres, 2 criados y mi gran amigo, Leseo, mi escudero. Si alguien lee esto, podría ser que ha pasado una eternidad, ya que estamos a punto de morir  las gentes de mi reino, y yo el rey Serpeo, acorralados en un amplio almacén de suministros, escuchando espadas con escudos, flechas  traspasando las puertas y a mis hombres, o lo que queda de ellos, intentando conseguir el mayor tiempo posible para mi, ya que os contaré que ocurrió en el siglo XV, en el reino de granada.
¡Señor Serpeo! Venga, venga aquí que le traigo la espada que le pidió a nuestro amigo.-dijo Leseo.
Ahh que bien, guardaba bastante tiempo esperándola, era de mi bisabuelo, la que utilizo para expulsar a los musulmanes, cuando solo eran unos pocos allá en el norte de la península.-le dije.
Pero mi señor, ¿no cree que usted no debe estar en las batallas?, no me gustaría perderle, de mayor, me gustaría ser como tú, un noble, que al ser tan valiente y heroico, consiga el poder del rey Meseo.-dijo Leseo.
Bueno, lo que le gusta a uno, nunca se pierde, además de que si no fuera como soy ahora, mi pueblo no me querría, ni los demás pueblos. Asiqué vayamos a empezar nuestro viaje que teníamos pendiente.-le dije
Nos emprendíamos a viajar a las fronteras de mi reino de granada, donde al parecer, habían aparecido unos barbaros del este a los que les gustaba hacer sacrificios bastante desagradables. Para ello Leseo, mi ejercito de 100 hombres, de los mejores, no por ser rudos y fuertes, si no por su valentía, no hay nada más buscado en un hombre, que echarle cara a un león con solo un mandoble  como arma. A los 10 horas de caminata, nos paremos para descansar en un prado amplio, iluminado por las estrellas, y bastante acogedor, hasta que saltó Leseo.
¡Ahhh! ¡Es enorme!, nunca había visto una cosa así mi señor.-dijo Leseo
Tranquilo chiquillo, nada más es una tarántula elephantus, son inofensivas, se usan  amenudeo para asustar a enemigos y cuando estén desprevenidos, atacar, es un método anti... ¡rápido! es una trampa, a sus puestos, mis soldados.-dije
No me había dado cuenta de que eran los bárbaros, hasta que no vi fuegos  en los arboles oscuros, y moviéndose de un lado a otro. Me fui con Leseo hasta los soldados a luchar junto a ellos, y desfunde la gran espada de mi bisabuelo, que cuando les daba un estacazo a esos barbaros, sentía a toda las personas que la habían empuñado, como me acompañaban desde lo lejos.
Ya había conseguido matar a 3 de ellos, de una veintena de los que había, cuando salieron una docena de arqueros desde el bosque y nos acribillaron desde lo alto con flechas de fugaces. Rápidamente mis hombres y yo cogimos nuestros escudos y los levantemos cubriéndonos de las flechas, mientras otros seguían bajo ellos peleando con los barbaros. Tras unos 20 minutos de alta tensión la batalla terminó y pudimos dormir, mientras algunos hombres se turnaban para hacer guardia. Eran las 10 de la mañana cuando nos levantemos y recogimos lo que quedaba del campamento, porque tras la pelea de anoche estaba todo hecho un desastre. Seguimos nuestro camino ya a las 3 horas pasadas lleguemos al pueblo de Dórenla, donde estaba toda la gente metida en sus casas asustadas. Llamemos al  que estaba al mando de ese pueblo, Carlos, y les contemos los acontecimientos que ocurrieron anoche. Tras oír la historia, Carlos dijo que había muchísimos mas, unos 200 barbaros, que superaban en número a mi ejercito que traía conmigo y el más eficaz , pues los 300 que quedaban  en el reino de granada , dentro de las murallas eran defensores, no estaban especializados para pelear al aire libre, si no desde las murallas. Carlos me contó que podríamos hacerles una trampa a los barbaros.
Amigo mío, creo que si los atraemos al pueblo y cuando estén dentro los rodeamos con fuego, sería una victoria segura, pues se quemarían vivos ahí dentro.-dijo Carlos.
Oh no, si haces eso, las gentes de tu territorio se quedaran sin hogar, no puedes hacerles eso.-dije
Tranquilo Serpeo, para eso es que te necesito, para que me ayudes a guardar a mi gente en  tu terreno.-dijo Carlos.
Como vos queráis, pero no creo que eso te convenga a ti, pues perderás parte de tu poder.-dije
No sabía en que estaba pensando Carlos, pero era una locura lo que quería hacer ya que no iba  conseguir nada matando a las barbaros y perdiendo  población y terreno al hacerlo. Algo se traía entre manos para hacer algo así, pero no es de mi importancia, ya sea un favor más que hago a un noble.
Al día siguiente comencemos con el plan, primero evacuemos y recogimos las pertenencias de cada uno de los campesinos que Vivian en el territorio de Carlos, y mande a 10 soldados para acompañarles por el camino, lo cual me quedaban 90, que iban a ser pocos creía yo, pero cuando comencemos a llenar de pólvora y alcohol todas las casas, y a llenar todo lo que rodeaba al pueblo con esparto y madera ocultada bajo montículos de hojas secas.
Para llamar la atención de los barbaros, tuvimos que recurrir a otro gran sacrificio,  el de poner joyas preciosas en una mesa, una gran comida y 20 de mis soldados., para cuando vinieran los barbaros, ellos salir corriendo, dejando las joyas y quemar las casas y lo todo lo que había alrededor, mientras los 70 soldados que quedaban, Carlos, Leseo y yo, empujábamos a los barbaros hacia adentro y impedíamos que salieran. Todo resulto un gran plan y todos esos 200 barbaros fuero achicharrados y volvimos a el reino de granada con una abierta bienvenida a la población de Carlos, que había dicho que se iba  en busca de un amigo muy especial.
Leseo se había emocionado tanto con esta gran aventura que me pidió que volviésemos a repetir una vez más estrategias así de buenas. Hasta se compro una armadura muy buena en una herrería, que le costó 900 doblones, bástate cara pero muy reforzada con hierro y acero, con una espada de platino muy brillante. El  me dijo que quería practicar un rato y le dije que muy bien. Llamé a 5 hombres y 2 criados para que nos trajeses comida y eso mientras entrenábamos, que era en una sala de las últimas del castillo, que conectaba con la cocina y la bodega.
Tras un buen rato de entrenamiento estábamos bastante cansados, y nos fuimos a la bodega, que estaba fresca con  buenos vinos y fruta. Y de pronto escuche un fuerte sonido, como si de una pared del muro del castillo cállese de plomo, y luego espadas chocando…
Salí fuera del castillo un momento y mis hombres, todos mis hombres estaban luchando, contra los campesinos  del pueblo de Carlos. ¿Acaso me había engañado? ¿Qué estaba ocurriendo?
! Seeerpeooooo¡¡Sal a pelear!-.gritaba Carlos continuamente.
Con él, le acompañaban barbaros, un ejército de 500 bárbaros como los que nos habíamos enfrentado. Nada podía hacer yo, mas  coger a los 5 hombres, las 2 criadas y Leseo e irme a la bodega y cerrar las puertas, pues íbamos a morir todos, traicionado por un desgraciado, al que le creía yo haberle hecho un favor…

1 comentario:

  1. Víctor, tu narración resulta bastante liosa y complicada de seguir por varios motivos:
    - Aunque comienza como termina y tiene pinta de ser un flash-back, los acontecimientos narrados por el protagonista no me resultan muy claros.
    - No ayuda el hecho de que apenas pones puntos, seguido o aparte, para marcar cambios de acción o situación.
    - Los diálogos entre los personajes no están marcados por rayas, y no queda claro cuándo hablan, qíén responde...
    -En lo referente al plano gramatical:
    + Las ciudades, como nombres propios, se escriben con mayúscula.
    + Así que; no asíque
    + El pret. perfecto simple es llegamos, paramos, levantamos...y no lleguemos, paremos...
    + inventas palabras o expresiones: Nos emprendíamos a viajar; nos disponíamos a viajar;
    desfundé la espada; desenfudé...
    NOTA:6

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