Sinsao trotaba por las estepas de
Toledo. El aire empezaba a ser fresco y la figura que montaba sobre
el bello corcel negro iba encapuchada mientras su larga capa granate
se ondulaba al aire. El cielo comenzaba a tornarse ya de un tono
escarlata, pronto oscurecería.
Entrando ya en las fronteras de Toledo
las laberínticas calles de la ciudad empezaban a vestirse de luces
de fuego que alumbraban muros de piedra con un color dorado o quizás
un árbol de azahar cuyo aroma perfumaba toda la zona.
Bajándose del caballo, Azar acarició
su hocico con su piel ligeramente oscura. Cogió las riendas y se
encaminó en busca de una posada donde pernoctar. Ató las riendas en
un poste y entró a la posada empujando la puerta con el hombro
derecho. El antro apestaba a alcohol y sudor. Los hombres se
agolpaban unos contra otros en las mesas bebiendo y apostando a las
cartas mientras una mujer de amplio escote y rasgos redondos llevaba
bandejas y jarras de un lado para otro y limpiando de vez en cuando
algunas mesas con su sucio delantal. Los oscuros ojos de Azar dieron
un rápido vistazo a la sala y se acercó a un hombre barrigudo que
servía platos.
-¿Con quién debo hablar para pedir
asilo esta noche?- Preguntó.
-¿Cuánto tiempo se quedará?-
Preguntó el hombre respondiendo a la pregunta y vertiendo un
cucharón de estofado en un basto cuenco.
-Con una noche bastará, tengo mi
caballo fuera, ¿tenéis cuadras?.
El hombre miró hacia la puerta como si
pudiera ver a través de ella, después volvió a concentrarse en el
estofado.
-!Juan!¡ Ocúpate del caballo de este
joven y llévale a una de las habitaciones!
Azar sonrió ligeramente al ver al
curioso chiquillo de cabello engrescado y ojos verdes que asomó la
cabeza por una tosca puerta. El niño se aligeró en salir a por el
caballo y volvió rápidamente para enseñarle la habitación al
forastero.
-¿Viene de muy lejos señor?-Preguntó
el chico tímidamente a Azar.
-Si chico, de muy lejos.
-¿Ha estado alguna vez en tierras
moras?.- Siguió preguntando el niño mientras se paraba delante de
una puerta para abrirla con llave, Azar penetró en la estancia sin
contestar y se quitó la capucha, se giró sonriente hacia el chico y
le dio una moneda.
-¡Gracias mi señor! Pero...
-Quizás-Acabó contestando a la
pregunta que le había echo anteriormente.
-Muchas gracias, que pase buena noche
señor.
Sin más la puerta se cerró. Azar
encendió una vela y la depositó en la mesita. La habitación era
tosca, pero no necesitaba nada más. Dejó su zurrón en el suelo y
cayó a la cama de golpe. Se quitó las botas de cuero y dejó caer
el arco y las flechas cerca de la cama.
Hundió sus pies en la sabanas y calló
sumido en un profundo sueño reconfortante.
Los pasos en la escalera significaba
que alguien bajaba al comedor. Las ollas ya empezaban a funcionar y
la joven desaliñada de anoche volvía a tener el pelo recogido en un
moño trenzado y el delantal limpio. Azar tomó asiento en una mesa
a la esquina, debajo de una ventana que daba a la calle. Pronto la
chica le trajo un cuenco de leche con miel y un mendrugo de pan.
-Buenos días señor, le sirvo el
desayuno.- Acto después dejó los platos sobre la mesa. Un hombre
entró con mirada lúgubre e ida.
-Serafín, ¿qué ha pasado? ¿Por qué
esa cara?-preguntó el posadero.
El recién llegado miró al posadero
con cara de asombro.
-¿No lo sabes aun Guillermo? Han
suspendido la misa de la tarde, todo el pueblo está conmocionado, al
parecer han... han robado algunos códigos muy valiosos.
Todo el movimiento en la sala se paró
de golpe y los rostros de los presentes se tornaron blancos cual la
leche.
-Pero.. robar... en el monasterio...
imposible que alguien haya osado hacerlo.
-No, los es, los monjes también están
conmocionados, es, es algo que nunca había pasado, y que nadie
creería que pudiera pasar.
Azar escuchaba atento todo lo que
ocurría mientras sorbía la endulzada leche. Se levantó cuando vio
que no comentaban nada interesante y que los hombres se dedicaban a
discutir que había ocurrido según ellos. Se dirigió hacia su
habitación subiendo de nuevo las escaleras, al final de las cuales
una carita pecosa se asomaba entre los barrotes de la barandilla.
Azar se sentó junto al muchacho y le dijo:
-¿Qué crees tú que ha pasado?.- El
niño contestó sin dejar de escudriñar la escena que allí abajo se
estaba desarrollando.
- Quizás el que robó el libro solo
quería saber más cosas, o quizás es que los monjes se han aburrido
de decir siempre la misma misa.
La forma en la que el niño veía las
cosas pareció divertir a Azar pues el sentía también curiosidad
por parte del individuo que podría haber robado los escritos.
-Juan, ¿te gustaría ayudarme a
conocer al responsable de semejante osadía?- Dijo Azar mientras le
tendía la mano al chico en ademán de cerrar el trato. El niño
vaciló pero acabó estrechándole la mano.
-Muy bien, entonces socios. ¿Dónde
queda el monasterio Juan?- el chico se alzo sonriente excitado por la
pequeña aventura que iba a tener.
-No está muy lejos de aquí, al
cruzar algunas calles, te acompañaré.
Azar no negó la invitación y subió a
su habitación a por el arco y la flechas pero en el último momento
los dejó <<Llevar un arma tan visible no es la mejor manera
para ser bien recibido en la casa de Dios>> pensó y optó
finalmente por una daga que introdujo en su bota. Se ajustó un poco
más la capa que siempre llevaba puesta y junto a Juan salieron de la
posada en pos del tan hablado monasterio.
Llegaron hasta la imponente
construcción cerrada a cal y canto. Azar se aproximó hasta el
portón y llamo, pero nadie le contestó; volvió a intentarlo pero
no ocurrió nada más interesante que la primera vez.
-Parece que no quieren tener visitas,
será mejor que volvamos más tarde.-sugirió Juan pero Azar negó y
volvió a llamar al portón.
-Solo una vez más.
Entonces unas voces se escucharon en el
interior de la construcción y un hombre con hábito y rasgos
singulares salió a la puerta:
-Por lo que veo no ha entendido la
indirecta, hoy no hay visitas.-Dijo malhumorado el monje de ojos
pequeños y nariz aguileña. A sus espaldas dentro del monasterio
otro chico al parecer un novicio llevaba libros de un sitio a otro de
forma nerviosa y haciendo caer algunos al suelo. El monje que los
había recibido se dio cuenta de la intención de Azar por ver lo que
sucedía dentro del monasterio y se puso en medio de la puerta para
impedir que pudiera seguir inspeccionando:
-Ejem, ¿Por qué ha venido hasta aquí
joven? ¿Necesita algo o solo ha venido a olisquear?
-Estoy de visita y he escuchado
maravillas de este monasterio, ¿podría visitarlo?- Mintió Azar,
sin embargo pareció que el monje lo creía.
-Siento que después de viajar no
pueda apreciar las sin duda esplendorosas reliquias que aquí se
guarda, aunque algunos se atrevan a-aa... lo siento estamos teniendo
problemas últimamente y le agradecería que se marchase.
-Seguro que algún novicio estará
dispuesto a hacerme una pequeña visita por la cual podría dar una
pequeña contribución económica, por favor mi buen señor... ¿Cuál
es su nombre si me permite la osadía?
Azar sabía que ya tenia el duelo
ganado y se dirigió a Juan para guiñarle un ojo, el chiquillo se
fue corriendo y Azar volvió a dirigirse al monje, cuando este estaba
apunto de contestar un sonido de objetos cayendo provino del interior
del monasterio. El monje se dio la vuelta deprisa y pudo ver como el
novicio que trasportaba libros los había echo caer todos al suelo.
-¡Pedro, por el amor a Dios!, ¿cuándo
dejarás de ser tan patoso?- Exclamó el monje y volvió a prestar su
atención en Azar:
-Mi nombre es Anselmo y de acuerdo,
puesto que insiste tanto en conocer el monasterio Pedro le guiará.
Anselmo penetró en la sala principal
del monasterio donde Pedro recogía los libros con manos temblorosas.
-Pedro, acompaña a Azar en una visita
por el monasterio. -Le dijo Anselmo, el joven terminó de coger todos
los libros y se levantó. El monje se retiró y Azar pudo ver como
Pedro miraba con recelo al monje. Intentó girarse para ver a Azar y
los libros que llevaba se tambalearon peligrosamente, Azar se
apresuró en ayudarle a sostenerlos . A primera vista Azar parecía
mucho más débil que el chico, pues era alto y delgado, sin embargo
el novicio parecía bastante fuerte para ser un monje.
-Gra-gracias.-dijo el novicio.- ¿Por
que ha venido?-Preguntó mientras avanzaba a través de los pasillos
del monasterio buscando el lugar donde dejar los libros.
-He oído muchas cosas a cerca de este
monasterio. - volvió a mentir Azar, pero esta vez el chico lo miró
como si le sorprendiera.
-¿En serio?-Preguntó sin creerlo
pero al final cedió.- Es extraño la verdad, aquí lo único
interesante es el escriptorium.
Azar pensó rápido:
-Sí, me interesó desde el principio
el trabajo que hacen los copistas. ¿Podría verlo?
Azar sabía que si conseguía entrar en
el escriptorium quizás podría averiguar algo.
Juan avanzaba dando saltos a través
de las calles de la ciudad, estaba deseando saber si Azar había
descubierto algo interesante. Llegó a las afueras de la ciudad, a un
verde prado llano en el que algunas florecillas amarillas empezaban a
nacer. Se tumbó bajo la sombra de uno de los pocos árboles que allí
había y contempló el cielo con algunas nubes. Escuché el galope de
unos caballos y levantó rápidamente su curiosa mirada, uno era
majestuoso y era montado con elegancia por un hombre de pecho ancho y
frente despejada, sin embargo, el segundo corcel, más encabritado,
lo montaba un chaval de pelo pelirrojo y dificultades en el manejo
del animal. Juan se puso totalmente de pie pensando que quizás esos
hombres fueran a la posada de su padre y estaba dispuesto a
acompañarlos por unas monedas. El primer corcel montado por el
hombre se paró justo a su lado.
-Eh, chico ¿sabes dónde queda el
monasterio?- Preguntó, tenia unos ojos extremadamente azules y
resaltaban junto a su oscuro cabello negro.
-Por supuesto señor, pero hoy no
aceptarán visitas.
-Lo sé, pero insisto.-Hizo hincapié
el hombre.
-Si gusta puedo enseñarle el camino
pero no creo que lo quieran recibir...
El hombre bajó del caballo, era más
alto de lo que Juan creía. Cogió las riendas del caballo y su
escudero (el chico de cabello pelirrojo) lo imitó, mientras
agarraba su zurrón con ademán protector.
-¿Así que este es el
escriptorium?-Preguntó fascinado Azar ante la gran cantidad de
libros que allí se guardaban. Había tenido que pasar varios
corredores y puertas que estaban bajo llave por lo que supo que el
que había robado debía de ser una persona muy astuta .
-Sí, aunque ahora mismo estamos
llevándonos los libros más importantes a la sala de... -De repente
Pedro calló y se mordió la lengua, había hablado demasiado.
-Tranquilo, se lo que ha pasado, es
normal que queráis poner estas reliquias a salvo.
-Sinceramente yo veo coherencia a la
persona que ha robado el libro...-Pensó en voz alta Pedro, de alguna
manera sentía que aunque no conociera a Azar algo le decía que
podía confiar en el.- Los libros son algo.. maravilloso, y poca
gente puede tener el lujo de tenerlos al alcance...
Sin darse cuenta Azar estaba sonriendo,
pasó la mano con sumo cuidado sobre un libro abierto en el que una
miniatura de una dama estaba a medio terminar y dijo:
-Perdona si soy osado,pero me
arriesgaría a apostar que no estás aquí solo por devoción.
Pedro sonrió y lo miró:
-Creo que no te equivocarías.
-¡Pedro, Pedro! ¿Se ha ido ya ese
chico?- Se escuchó la voz de Anselmo por los pasillos.
-Será mejor que te acompañe a la
salida. -le propuso Pedro a Azar mirándole con sus oscuros ojos
castaños.
Volvieron a andar por los corredores y
bajando escaleras, cruzando por un patio interior y llegando al fin a
la sala que daba al portón por donde había entrado.
-Puedes volver cuando quieras, pero
espero que la siguiente vez esto esté más calmado.-Se despidió
Pedro.
-Sí, yo también espero volver.-metió
la mano en su zurrón y extrajo una bolsita.- Tomá, se lo prometí a
Anselmo, es una contribución para el monasterio.
El novicio se guardó el dinero y abrió
la puerta para dejar salir a Azar que se paró en seco en la puerta.
En la puerta había una figura a pocos centímetros de él cuyos
penetrantes ojos azules lo escudriñaban. Se apresuró en desviar la
mirada y colocarse la capucha de forma que su rostro quedara oculto.
Pasó junto al hombre rozándole el musculoso hombro y después se
percato de la presencia a sus espaldas de un chico que hacía de
escudero y de Juan.
Miró sorprendido al chico y este se
aligeró a seguirlo. Una vez hubieron estado lejos del monasterio
Azar miró incrédula a Juan.
-¿Quién es ese hombre? - Le preguntó
Azar al niño.
-Es un forastero, como tú, me ha
pedido que le acompañase hasta el monasterio.
Azar miró en dirección al monasterio,
<<¿por qué se ha quedado mirándome? Sabrá mi ...>>
pensó Azar, un nerviosismo le recorrió el cuerpo y aligeró el paso
hasta la posada.
-¿No me vas a contar lo que
sabes?¿Qué ha pasado?-Preguntó curioso el niño.
-Están llevando los libros más
valiosos a otra sala más segura, pero por lo que he podido ver es
muy difícil acceder al escriptorium. - Azar terminó de contarle
todo, incluso la conversación con Pedro.- No puedes contar nada de
esto a nadie ¿de acuerdo?.
Juan pensaba en quien podría ser el
culpable mientras asentía con la cabeza.
-¿Crees que ese novicio puede haber
robado el libro? Y ¿qué te ha pasado al ver a ese hombre?
Ni el mismo Azar sabia que le había
pasado al verlo pero por algún motivo le sonaban mucho aquellos ojos
azules...
-No creo que ese chico sea el que ha
robado el libro aunque nunca se sabe. Sobre lo de aquel hombre...
tengo la sensación de conocerlo.
Llegaron al fin a la posada cuando la
noche empezaba a caer.
-Juan, ¿por qué no le llevas algo a
mi caballo?-Sugirió Azar y el niño salió corriendo hacia las
cuadras.
Azar entró en la posada y la estampa
era como la de la noche pasada, la chica sirviendo platos y bebidas
mientras los hombres apostaban, cantaban y bebían. Subió sin ni
siquiera pararse en la entrada, lo único que le apetecía era
descansar y pensar. Entró en su habitación y solo al asegurarse de
que la puerta estaba cerrada se quitó la capucha. Se sacó las botas
sin mucho cuidado y el cuchillo que llevaba en una de ellas calló al
suelo tintineando. Se quitó los pantalones y la ancha camisa y la
dejó doblada encima de la cama, buscó en su zurrón una muda más
limpia y se introdujo dentro de los nuevos pantalones. Estaba de
espaldas a la puerta y no percibió la alta figura que penetraba en
su habitación, solo cuando la puerta se cerró de nuevo, notó la
presencia del intruso y se metió deprisa la camisa para girarse y
poder ver al hombre de los misteriosos ojos azules, era mucho más
alto que Azar , por no hablar de su musculatura.
-Tranquilo, solo quiero hablar.-Dijo
el intruso.
-No creo que la mejor manera para que
alguien te preste atención sea entrar a hurtadillas en habitaciones
ajenas.-Respondió Azar que no podía evitar que le temblaran las
manos.
-Quizás no sea la más educada, pero
nunca falla. -sonrió el hombre- Mi nombre es Diego pero me llaman
Lobo ¿tú nombre?
-Los lobos no son muy amistosos-
puntuó Azar, tenia la horrible sensación de que Lobo lo escudriñaba
constantemente con la mirada y eso no mejoraba su situación, aun así
no le tembló la voz cuando dijo su nombre:
-Azar, me llamo Azar.-Dijo mientras
Lobo le ofrecía su mano.
-Un nombre singular el de vos.
Encantado.
-¿Puedo preguntar que hacía en mi
habitación?- Espetó Azar ante la sonrisa burlona de Lobo. Como acto
reflejo se enjugó su capa con ademán de protegerse del frío.
-Ni que fuera una refinada dama ,Azar,
solo quería compartir información, no crea que es el único que
quiere saber que ha pasado dentro de ese monasterio. - Azar apretó
los dientes ante ese comentario.
-¿Información? ¿Y qué gano yo?-
preguntó.
-Gana lo mismo que yo, información,
es justo ¿no?.- Lobo se sentó en el borde de la cama y comenzó a
contar su historia.-Digamos que vengo de la corte, ya sabe, no pasan
muchas cosas interesantes por allí y el rey solo piensa en la
forma de expulsar a los moros, si fura más listo y menos guerrero e
imbécil se daría cuenta de que podrían aportarnos mucho , apuesto
a que has estado en tierras árabes, ¿has visto sus avances en
medicina o agricultura?-Azar siguió mirándolo fijamente y asintió.-
A lo que iba,que una cierta mañana me escapé de la corte y escuché
los versos que cantaba un singular juglar que se hacía llamar
Florín. Nos contó lo sucedido por Toledo y el gran misterio que
provocaba , pues algunos de un fantasma cree que se trata.
-Y supongo que el resto de la historia
es que vino hasta aquí con ese chiquillo por escudero a desvelar al
culpable.
-Sí, digamos que
sí.-Sonrió.-Podríamos ser aliados, si gustas. - sugirió Lobo pero
Azar no podía fiarse de él.
-¿Qué es lo que quieres saber?- Le
preguntó.
-Si sabes si los monjes saben algo a
cerca de quién pudo robar ese códice.
-No, solo se que quieren que las cosas
sigan con discreción, no quieren alterar al pueblo. Tu turno- dijo
al acabar.
-Es una conducta bastante lógica,
que alguien entre en un monasterio robe un códice tan importante
como ese y salga sin problemas le quita prestigio a cualquier
monasterio.-Sonrió de forma picarona y Azar se dio cuenta de que
sabía cual era el códice robado.
-¿Qué sabes del libro que han
robado?
-Es una copia de un manuscrito griego
de medicina escrito por Alcmeón de Crotona. O al menos eso me han
dicho en el monasterio. Supongo que se estarán llevando los libros a
una cámara más segura ¿sabes a cuál?
Algo golpeó a Azar como un mazazo y
aunque si que había visto que los libros eran llevados a una cámara
subterránea mintió.
-Los llevaban a una un piso más
arriba del escriptorium.- Se creó un incómodo silencio en la
habitación, tras de los cristales podía verse que empezaba a
llover.- Si no te importa, me gustaría descansar. Mañana tengo
pensado madrugar y...
-No hacen faltas explicaciones, yo
también debería irme, hasta mañana.- Dijo mientras se dirigía a
la puerta que cerró tras mirar de arriba a bajo a Azar. En cuanto se
cerró la puerta este se acercó corriendo y pegó el oído , solo
cuando no pudo seguir escuchando las botas de Lobo cerró la puerta
con la llave que Juan le había dado la primera noche. Se metió las
botas de cuero y volvió a introducir el cuchillo en la derecha,
ajustó más la capa y la capucha y esta vez sí cogió el arco y las
flechas. Abrió la ventana de par en par y estudió las
probabilidades de saltar de la ventana sin daños, pero estaba en el
segundo piso y no le saldría bien el salto. Por suerte descubrió un
saliente un poco más abajo por el que podría llegar fácilmente al
suelo.
Cuando estuvo seguro de que nadie pasaba por la calle salió
de la ventana y se agarró del saliente con una mano mientras con la
otra buscaba otro punto de apoyo, después solo tuvo que saltar y
llegó al suelo sin problemas.
Corrió hacia la calle por donde
recordaba haber ido al monasterio esa misma tarde , pero al ir a
correr chocó con alguien. Era Juan.
-¡Shh! – le indicó con un dedo que
callara.- necesito que me acompañes sin hacer ruido.
El niño asintió sin decir palabra y
juntos echaron a correr calle arriba. Llegaron al monasterio rato
después, Azar empezó a escudriñar las ventanas y la suerte acudió
a su llamada, la figura de Pedro se distinguió en una de las
ventanas del segundo piso. Cogió una piedra y apuntó a la ventana
pero falló, Juan lo intentó y entonces si que dio en el blanco. El
novicio se asomó a la ventana y gritó:
-¿Qué quiere a estas horas?.
-Necesito que me ayudes, es importante
¡baja por favor!- sin darse cuenta Azar empezó a tutearlo pero
puesto que en su mente se colapsaban las ideas a Pedro no le parecía
importar lo pasó por alto. Poco después el gran portón se abría y
Pedro aparecía mirándolo con ojos adormilados, con el pelo revuelto
y una vela en la mano.
-¿Qué pasa? ¿Por qué tanta
prisa?-preguntó
-Necesito que me digas que libro fue
robado.-le apresuró.
-Lo siento, me gustaría decírselo
pero ni yo mismo lo se, solo fray Anselmo sabe esa información.-Dijo
con cara apenada el joven.
-¿Quién a recibido al hombre de los
ojos azules?-Siguió preguntando.
-¿El que vino después de usted? No
lo recibimos, no hemos recibido a nadie más que a usted. Por cierto,
ahora que recuerdo, si te sirve de algo, me pareció ver que faltaba
un libro en la sección de medicina.
-¡Cerrad la puerta!- se escuchó
decir a alguien dentro del edificio.
-Lo siento, me tengo que ir, no se
nada más, hasta mañana.-Y después la puerta se cerró tras el
joven.
Juan zarandeó a Azar que no respondía,
tenia los ojos muy abiertos pues ahora todo encajaba ahora lo
recordaba todo...
El niño lo llevó hasta un resguardo
de la lluvia y lo volvió a zarandear.
-Ahora lo se todo, eso solo lo ha
podido hacer Lobo, ahora recuerdo esos ojos azules que me había
mirado hace mucho tiempo atrás, esos ojos que tanto me habían
impuesto... Recuerdo como Lobo llegó a mi casa como huésped, como
nos contaba todas sus hazañas y aventuras, sus trapicheos entre
diversos hombres muy importantes, pero igual recuerdo que a la mañana
siguiente de su partida dos de los collares de mi madre y una antigua
espada de mi padre desaparecieron.
El manuscrito lo ha robado Lobo, y
necesita algo más, por eso sabía como se llamaba el libro, por eso
tenía tanto interés en saber donde estaban los demás
manuscritos...
Juan intentaba entender todo lo que
Azar le contaba pero no entendía desde su mente infantil que un
lobo fuese capaz de hacer todo eso, sin embargo el brillo en la
mirada de Azar le decía que quería cazar al lobo que había robado
el libro, por eso no pudo evitar advertirle:
-Pero Azar, los lobos de estas tierras
son muy feroces, ningún hombre ha conseguido cazar ninguno.
Azar sonrió y con una mano mojada por
la lluvia se limpió la mitad del rostro que se volvió mas oscuro, y
con rasgos mas suaves, desvelando unos labios carnosos y rojos,acto
seguido se quitó la camisa, bajo la cual apareció un pecho vendado,
pero un pecho de mujer, Juan pudo ver como el cuerpo de hombre se
trasformaba en una delicada figura de mujer, de piel mulata y caderas
redondas y suaves, cuyo vientre era plano y en el cual un ombligo
redondo estaba rodeado por un tatuaje de color anaranjado.
-Si ningún HOMBRE a sido capaz de
cazar un lobo, quizás yo juegue con ventaja.- Dijo Azar.
De las sombras, dos ojos azules tomaron
forma y se fueron acercando hasta que pudieron pertenecer a un cuerpo
a un cuerpo alto y musculoso de cabellos negros...
Juan señalaba con los ojos muy
abiertos hacia la penumbra, pero para cuando Azar se giró las manos
de Lobo ya sujetaban su brazo y un mechón de su cabello cortado a
conciencia. Mientras la agarraba con fuerza Lobo acercó su nariz al
cuello de Azar que se retorcía y forcejeaba, subió hasta su oído,
oliendo su piel y cuando sus labios rozaban su oreja le susurro tan
bajo que sus palabras cortaban:
-Hola Azahara, ¿te acuerdas de mi?
CONTINUARÁ...
Trabajo -primer trimestre. Alejandra Rodríguez Morales 3º
Lo tengo muy claro: debes continuar la historia porque, a mi modo de entender sólo nos has regalado el planteamiento de una historia muy interesante y nos has dejado con las ganas de saber como se desarrolla la intriga...y eso...no se hace.
ResponderEliminarTiene casi todo bueno:
- Descripciciones de personajes y situaciones muy logrados, incluso poéticos(calles empezaban a vestirse de luces de fuego...). la adjetivación es rica y variada
- Diálogos bien trenzados
- La intriga tiene un elemento sorpresivo que reaviva el interés (Azar-Azahar)
-Es original que pongas en negrtia los "personajes obligatorios"
Lo malo, muy poco:
- la ortografía: calló del verbo caer es cayó;
a punto, y no, apunto; había hecho, y no había echo; ha sido capaz/ ha sido capaz
En definitiva, muy bien .
NOTA:10
La historia tiene continuación. En verdad la escribí más larga de lo que está pero se pasaba de los límites y acabé cortándola por ahí para darle más intriga. Si quieres puedo acabarla, ¿Cómo lo hago?¿subo los capítulos por aquí?
ResponderEliminarYo estaría encantado, pero que no te reste tiempo para tus estudios
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