viernes, 7 de diciembre de 2012

"Un juego de lobos"


Sinsao trotaba por las estepas de Toledo. El aire empezaba a ser fresco y la figura que montaba sobre el bello corcel negro iba encapuchada mientras su larga capa granate se ondulaba al aire. El cielo comenzaba a tornarse ya de un tono escarlata, pronto oscurecería.
Entrando ya en las fronteras de Toledo las laberínticas calles de la ciudad empezaban a vestirse de luces de fuego que alumbraban muros de piedra con un color dorado o quizás un árbol de azahar cuyo aroma perfumaba toda la zona.

Bajándose del caballo, Azar acarició su hocico con su piel ligeramente oscura. Cogió las riendas y se encaminó en busca de una posada donde pernoctar. Ató las riendas en un poste y entró a la posada empujando la puerta con el hombro derecho. El antro apestaba a alcohol y sudor. Los hombres se agolpaban unos contra otros en las mesas bebiendo y apostando a las cartas mientras una mujer de amplio escote y rasgos redondos llevaba bandejas y jarras de un lado para otro y limpiando de vez en cuando algunas mesas con su sucio delantal. Los oscuros ojos de Azar dieron un rápido vistazo a la sala y se acercó a un hombre barrigudo que servía platos.

-¿Con quién debo hablar para pedir asilo esta noche?- Preguntó.
-¿Cuánto tiempo se quedará?- Preguntó el hombre respondiendo a la pregunta y vertiendo un cucharón de estofado en un basto cuenco.
-Con una noche bastará, tengo mi caballo fuera, ¿tenéis cuadras?.

El hombre miró hacia la puerta como si pudiera ver a través de ella, después volvió a concentrarse en el estofado.

-!Juan!¡ Ocúpate del caballo de este joven y llévale a una de las habitaciones!

Azar sonrió ligeramente al ver al curioso chiquillo de cabello engrescado y ojos verdes que asomó la cabeza por una tosca puerta. El niño se aligeró en salir a por el caballo y volvió rápidamente para enseñarle la habitación al forastero.

-¿Viene de muy lejos señor?-Preguntó el chico tímidamente a Azar.
-Si chico, de muy lejos.
-¿Ha estado alguna vez en tierras moras?.- Siguió preguntando el niño mientras se paraba delante de una puerta para abrirla con llave, Azar penetró en la estancia sin contestar y se quitó la capucha, se giró sonriente hacia el chico y le dio una moneda.
-¡Gracias mi señor! Pero...
-Quizás-Acabó contestando a la pregunta que le había echo anteriormente.
-Muchas gracias, que pase buena noche señor.

Sin más la puerta se cerró. Azar encendió una vela y la depositó en la mesita. La habitación era tosca, pero no necesitaba nada más. Dejó su zurrón en el suelo y cayó a la cama de golpe. Se quitó las botas de cuero y dejó caer el arco y las flechas cerca de la cama.
Hundió sus pies en la sabanas y calló sumido en un profundo sueño reconfortante.


Los pasos en la escalera significaba que alguien bajaba al comedor. Las ollas ya empezaban a funcionar y la joven desaliñada de anoche volvía a tener el pelo recogido en un moño trenzado y el delantal limpio. Azar tomó asiento en una mesa a la esquina, debajo de una ventana que daba a la calle. Pronto la chica le trajo un cuenco de leche con miel y un mendrugo de pan.

-Buenos días señor, le sirvo el desayuno.- Acto después dejó los platos sobre la mesa. Un hombre entró con mirada lúgubre e ida.
-Serafín, ¿qué ha pasado? ¿Por qué esa cara?-preguntó el posadero.

El recién llegado miró al posadero con cara de asombro.

-¿No lo sabes aun Guillermo? Han suspendido la misa de la tarde, todo el pueblo está conmocionado, al parecer han... han robado algunos códigos muy valiosos.
Todo el movimiento en la sala se paró de golpe y los rostros de los presentes se tornaron blancos cual la leche.

-Pero.. robar... en el monasterio... imposible que alguien haya osado hacerlo.
-No, los es, los monjes también están conmocionados, es, es algo que nunca había pasado, y que nadie creería que pudiera pasar.

Azar escuchaba atento todo lo que ocurría mientras sorbía la endulzada leche. Se levantó cuando vio que no comentaban nada interesante y que los hombres se dedicaban a discutir que había ocurrido según ellos. Se dirigió hacia su habitación subiendo de nuevo las escaleras, al final de las cuales una carita pecosa se asomaba entre los barrotes de la barandilla. Azar se sentó junto al muchacho y le dijo:

-¿Qué crees tú que ha pasado?.- El niño contestó sin dejar de escudriñar la escena que allí abajo se estaba desarrollando.
- Quizás el que robó el libro solo quería saber más cosas, o quizás es que los monjes se han aburrido de decir siempre la misma misa.

La forma en la que el niño veía las cosas pareció divertir a Azar pues el sentía también curiosidad por parte del individuo que podría haber robado los escritos.

-Juan, ¿te gustaría ayudarme a conocer al responsable de semejante osadía?- Dijo Azar mientras le tendía la mano al chico en ademán de cerrar el trato. El niño vaciló pero acabó estrechándole la mano.
-Muy bien, entonces socios. ¿Dónde queda el monasterio Juan?- el chico se alzo sonriente excitado por la pequeña aventura que iba a tener.
-No está muy lejos de aquí, al cruzar algunas calles, te acompañaré.

Azar no negó la invitación y subió a su habitación a por el arco y la flechas pero en el último momento los dejó <<Llevar un arma tan visible no es la mejor manera para ser bien recibido en la casa de Dios>> pensó y optó finalmente por una daga que introdujo en su bota. Se ajustó un poco más la capa que siempre llevaba puesta y junto a Juan salieron de la posada en pos del tan hablado monasterio.


Llegaron hasta la imponente construcción cerrada a cal y canto. Azar se aproximó hasta el portón y llamo, pero nadie le contestó; volvió a intentarlo pero no ocurrió nada más interesante que la primera vez.

-Parece que no quieren tener visitas, será mejor que volvamos más tarde.-sugirió Juan pero Azar negó y volvió a llamar al portón.
-Solo una vez más.

Entonces unas voces se escucharon en el interior de la construcción y un hombre con hábito y rasgos singulares salió a la puerta:

-Por lo que veo no ha entendido la indirecta, hoy no hay visitas.-Dijo malhumorado el monje de ojos pequeños y nariz aguileña. A sus espaldas dentro del monasterio otro chico al parecer un novicio llevaba libros de un sitio a otro de forma nerviosa y haciendo caer algunos al suelo. El monje que los había recibido se dio cuenta de la intención de Azar por ver lo que sucedía dentro del monasterio y se puso en medio de la puerta para impedir que pudiera seguir inspeccionando:
-Ejem, ¿Por qué ha venido hasta aquí joven? ¿Necesita algo o solo ha venido a olisquear?
-Estoy de visita y he escuchado maravillas de este monasterio, ¿podría visitarlo?- Mintió Azar, sin embargo pareció que el monje lo creía.
-Siento que después de viajar no pueda apreciar las sin duda esplendorosas reliquias que aquí se guarda, aunque algunos se atrevan a-aa... lo siento estamos teniendo problemas últimamente y le agradecería que se marchase.
-Seguro que algún novicio estará dispuesto a hacerme una pequeña visita por la cual podría dar una pequeña contribución económica, por favor mi buen señor... ¿Cuál es su nombre si me permite la osadía?

Azar sabía que ya tenia el duelo ganado y se dirigió a Juan para guiñarle un ojo, el chiquillo se fue corriendo y Azar volvió a dirigirse al monje, cuando este estaba apunto de contestar un sonido de objetos cayendo provino del interior del monasterio. El monje se dio la vuelta deprisa y pudo ver como el novicio que trasportaba libros los había echo caer todos al suelo.

-¡Pedro, por el amor a Dios!, ¿cuándo dejarás de ser tan patoso?- Exclamó el monje y volvió a prestar su atención en Azar:
-Mi nombre es Anselmo y de acuerdo, puesto que insiste tanto en conocer el monasterio Pedro le guiará.

Anselmo penetró en la sala principal del monasterio donde Pedro recogía los libros con manos temblorosas.

-Pedro, acompaña a Azar en una visita por el monasterio. -Le dijo Anselmo, el joven terminó de coger todos los libros y se levantó. El monje se retiró y Azar pudo ver como Pedro miraba con recelo al monje. Intentó girarse para ver a Azar y los libros que llevaba se tambalearon peligrosamente, Azar se apresuró en ayudarle a sostenerlos . A primera vista Azar parecía mucho más débil que el chico, pues era alto y delgado, sin embargo el novicio parecía bastante fuerte para ser un monje.
-Gra-gracias.-dijo el novicio.- ¿Por que ha venido?-Preguntó mientras avanzaba a través de los pasillos del monasterio buscando el lugar donde dejar los libros.
-He oído muchas cosas a cerca de este monasterio. - volvió a mentir Azar, pero esta vez el chico lo miró como si le sorprendiera.
-¿En serio?-Preguntó sin creerlo pero al final cedió.- Es extraño la verdad, aquí lo único interesante es el escriptorium.
Azar pensó rápido:
-Sí, me interesó desde el principio el trabajo que hacen los copistas. ¿Podría verlo?
Azar sabía que si conseguía entrar en el escriptorium quizás podría averiguar algo.

Juan avanzaba dando saltos a través de las calles de la ciudad, estaba deseando saber si Azar había descubierto algo interesante. Llegó a las afueras de la ciudad, a un verde prado llano en el que algunas florecillas amarillas empezaban a nacer. Se tumbó bajo la sombra de uno de los pocos árboles que allí había y contempló el cielo con algunas nubes. Escuché el galope de unos caballos y levantó rápidamente su curiosa mirada, uno era majestuoso y era montado con elegancia por un hombre de pecho ancho y frente despejada, sin embargo, el segundo corcel, más encabritado, lo montaba un chaval de pelo pelirrojo y dificultades en el manejo del animal. Juan se puso totalmente de pie pensando que quizás esos hombres fueran a la posada de su padre y estaba dispuesto a acompañarlos por unas monedas. El primer corcel montado por el hombre se paró justo a su lado.

-Eh, chico ¿sabes dónde queda el monasterio?- Preguntó, tenia unos ojos extremadamente azules y resaltaban junto a su oscuro cabello negro.
-Por supuesto señor, pero hoy no aceptarán visitas.
-Lo sé, pero insisto.-Hizo hincapié el hombre.
-Si gusta puedo enseñarle el camino pero no creo que lo quieran recibir...

El hombre bajó del caballo, era más alto de lo que Juan creía. Cogió las riendas del caballo y su escudero (el chico de cabello pelirrojo) lo imitó, mientras agarraba su zurrón con ademán protector.


-¿Así que este es el escriptorium?-Preguntó fascinado Azar ante la gran cantidad de libros que allí se guardaban. Había tenido que pasar varios corredores y puertas que estaban bajo llave por lo que supo que el que había robado debía de ser una persona muy astuta .
-Sí, aunque ahora mismo estamos llevándonos los libros más importantes a la sala de... -De repente Pedro calló y se mordió la lengua, había hablado demasiado.
-Tranquilo, se lo que ha pasado, es normal que queráis poner estas reliquias a salvo.
-Sinceramente yo veo coherencia a la persona que ha robado el libro...-Pensó en voz alta Pedro, de alguna manera sentía que aunque no conociera a Azar algo le decía que podía confiar en el.- Los libros son algo.. maravilloso, y poca gente puede tener el lujo de tenerlos al alcance...

Sin darse cuenta Azar estaba sonriendo, pasó la mano con sumo cuidado sobre un libro abierto en el que una miniatura de una dama estaba a medio terminar y dijo:

-Perdona si soy osado,pero me arriesgaría a apostar que no estás aquí solo por devoción.
Pedro sonrió y lo miró:
-Creo que no te equivocarías.
-¡Pedro, Pedro! ¿Se ha ido ya ese chico?- Se escuchó la voz de Anselmo por los pasillos.
-Será mejor que te acompañe a la salida. -le propuso Pedro a Azar mirándole con sus oscuros ojos castaños.

Volvieron a andar por los corredores y bajando escaleras, cruzando por un patio interior y llegando al fin a la sala que daba al portón por donde había entrado.

-Puedes volver cuando quieras, pero espero que la siguiente vez esto esté más calmado.-Se despidió Pedro.
-Sí, yo también espero volver.-metió la mano en su zurrón y extrajo una bolsita.- Tomá, se lo prometí a Anselmo, es una contribución para el monasterio.
El novicio se guardó el dinero y abrió la puerta para dejar salir a Azar que se paró en seco en la puerta. En la puerta había una figura a pocos centímetros de él cuyos penetrantes ojos azules lo escudriñaban. Se apresuró en desviar la mirada y colocarse la capucha de forma que su rostro quedara oculto. Pasó junto al hombre rozándole el musculoso hombro y después se percato de la presencia a sus espaldas de un chico que hacía de escudero y de Juan.
Miró sorprendido al chico y este se aligeró a seguirlo. Una vez hubieron estado lejos del monasterio Azar miró incrédula a Juan.

-¿Quién es ese hombre? - Le preguntó Azar al niño.
-Es un forastero, como tú, me ha pedido que le acompañase hasta el monasterio.

Azar miró en dirección al monasterio, <<¿por qué se ha quedado mirándome? Sabrá mi ...>> pensó Azar, un nerviosismo le recorrió el cuerpo y aligeró el paso hasta la posada.

-¿No me vas a contar lo que sabes?¿Qué ha pasado?-Preguntó curioso el niño.
-Están llevando los libros más valiosos a otra sala más segura, pero por lo que he podido ver es muy difícil acceder al escriptorium. - Azar terminó de contarle todo, incluso la conversación con Pedro.- No puedes contar nada de esto a nadie ¿de acuerdo?.

Juan pensaba en quien podría ser el culpable mientras asentía con la cabeza.

-¿Crees que ese novicio puede haber robado el libro? Y ¿qué te ha pasado al ver a ese hombre?
Ni el mismo Azar sabia que le había pasado al verlo pero por algún motivo le sonaban mucho aquellos ojos azules...
-No creo que ese chico sea el que ha robado el libro aunque nunca se sabe. Sobre lo de aquel hombre... tengo la sensación de conocerlo.

Llegaron al fin a la posada cuando la noche empezaba a caer.

-Juan, ¿por qué no le llevas algo a mi caballo?-Sugirió Azar y el niño salió corriendo hacia las cuadras.

Azar entró en la posada y la estampa era como la de la noche pasada, la chica sirviendo platos y bebidas mientras los hombres apostaban, cantaban y bebían. Subió sin ni siquiera pararse en la entrada, lo único que le apetecía era descansar y pensar. Entró en su habitación y solo al asegurarse de que la puerta estaba cerrada se quitó la capucha. Se sacó las botas sin mucho cuidado y el cuchillo que llevaba en una de ellas calló al suelo tintineando. Se quitó los pantalones y la ancha camisa y la dejó doblada encima de la cama, buscó en su zurrón una muda más limpia y se introdujo dentro de los nuevos pantalones. Estaba de espaldas a la puerta y no percibió la alta figura que penetraba en su habitación, solo cuando la puerta se cerró de nuevo, notó la presencia del intruso y se metió deprisa la camisa para girarse y poder ver al hombre de los misteriosos ojos azules, era mucho más alto que Azar , por no hablar de su musculatura.

-Tranquilo, solo quiero hablar.-Dijo el intruso.
-No creo que la mejor manera para que alguien te preste atención sea entrar a hurtadillas en habitaciones ajenas.-Respondió Azar que no podía evitar que le temblaran las manos.
-Quizás no sea la más educada, pero nunca falla. -sonrió el hombre- Mi nombre es Diego pero me llaman Lobo ¿tú nombre?
-Los lobos no son muy amistosos- puntuó Azar, tenia la horrible sensación de que Lobo lo escudriñaba constantemente con la mirada y eso no mejoraba su situación, aun así no le tembló la voz cuando dijo su nombre:
-Azar, me llamo Azar.-Dijo mientras Lobo le ofrecía su mano.
-Un nombre singular el de vos. Encantado.
-¿Puedo preguntar que hacía en mi habitación?- Espetó Azar ante la sonrisa burlona de Lobo. Como acto reflejo se enjugó su capa con ademán de protegerse del frío.
-Ni que fuera una refinada dama ,Azar, solo quería compartir información, no crea que es el único que quiere saber que ha pasado dentro de ese monasterio. - Azar apretó los dientes ante ese comentario.
-¿Información? ¿Y qué gano yo?- preguntó.
-Gana lo mismo que yo, información, es justo ¿no?.- Lobo se sentó en el borde de la cama y comenzó a contar su historia.-Digamos que vengo de la corte, ya sabe, no pasan muchas cosas interesantes por allí y el rey solo piensa en la forma de expulsar a los moros, si fura más listo y menos guerrero e imbécil se daría cuenta de que podrían aportarnos mucho , apuesto a que has estado en tierras árabes, ¿has visto sus avances en medicina o agricultura?-Azar siguió mirándolo fijamente y asintió.- A lo que iba,que una cierta mañana me escapé de la corte y escuché los versos que cantaba un singular juglar que se hacía llamar Florín. Nos contó lo sucedido por Toledo y el gran misterio que provocaba , pues algunos de un fantasma cree que se trata.
-Y supongo que el resto de la historia es que vino hasta aquí con ese chiquillo por escudero a desvelar al culpable.
-Sí, digamos que sí.-Sonrió.-Podríamos ser aliados, si gustas. - sugirió Lobo pero Azar no podía fiarse de él.
-¿Qué es lo que quieres saber?- Le preguntó.
-Si sabes si los monjes saben algo a cerca de quién pudo robar ese códice.
-No, solo se que quieren que las cosas sigan con discreción, no quieren alterar al pueblo. Tu turno- dijo al acabar.
-Es una conducta bastante lógica, que alguien entre en un monasterio robe un códice tan importante como ese y salga sin problemas le quita prestigio a cualquier monasterio.-Sonrió de forma picarona y Azar se dio cuenta de que sabía cual era el códice robado.
-¿Qué sabes del libro que han robado?
-Es una copia de un manuscrito griego de medicina escrito por Alcmeón de Crotona. O al menos eso me han dicho en el monasterio. Supongo que se estarán llevando los libros a una cámara más segura ¿sabes a cuál?

Algo golpeó a Azar como un mazazo y aunque si que había visto que los libros eran llevados a una cámara subterránea mintió.

-Los llevaban a una un piso más arriba del escriptorium.- Se creó un incómodo silencio en la habitación, tras de los cristales podía verse que empezaba a llover.- Si no te importa, me gustaría descansar. Mañana tengo pensado madrugar y...
-No hacen faltas explicaciones, yo también debería irme, hasta mañana.- Dijo mientras se dirigía a la puerta que cerró tras mirar de arriba a bajo a Azar. En cuanto se cerró la puerta este se acercó corriendo y pegó el oído , solo cuando no pudo seguir escuchando las botas de Lobo cerró la puerta con la llave que Juan le había dado la primera noche. Se metió las botas de cuero y volvió a introducir el cuchillo en la derecha, ajustó más la capa y la capucha y esta vez sí cogió el arco y las flechas. Abrió la ventana de par en par y estudió las probabilidades de saltar de la ventana sin daños, pero estaba en el segundo piso y no le saldría bien el salto. Por suerte descubrió un saliente un poco más abajo por el que podría llegar fácilmente al suelo. 

Cuando estuvo seguro de que nadie pasaba por la calle salió de la ventana y se agarró del saliente con una mano mientras con la otra buscaba otro punto de apoyo, después solo tuvo que saltar y llegó al suelo sin problemas.
Corrió hacia la calle por donde recordaba haber ido al monasterio esa misma tarde , pero al ir a correr chocó con alguien. Era Juan.

-¡Shh! – le indicó con un dedo que callara.- necesito que me acompañes sin hacer ruido.

El niño asintió sin decir palabra y juntos echaron a correr calle arriba. Llegaron al monasterio rato después, Azar empezó a escudriñar las ventanas y la suerte acudió a su llamada, la figura de Pedro se distinguió en una de las ventanas del segundo piso. Cogió una piedra y apuntó a la ventana pero falló, Juan lo intentó y entonces si que dio en el blanco. El novicio se asomó a la ventana y gritó:

-¿Qué quiere a estas horas?.
-Necesito que me ayudes, es importante ¡baja por favor!- sin darse cuenta Azar empezó a tutearlo pero puesto que en su mente se colapsaban las ideas a Pedro no le parecía importar lo pasó por alto. Poco después el gran portón se abría y Pedro aparecía mirándolo con ojos adormilados, con el pelo revuelto y una vela en la mano.
-¿Qué pasa? ¿Por qué tanta prisa?-preguntó
-Necesito que me digas que libro fue robado.-le apresuró.
-Lo siento, me gustaría decírselo pero ni yo mismo lo se, solo fray Anselmo sabe esa información.-Dijo con cara apenada el joven.
-¿Quién a recibido al hombre de los ojos azules?-Siguió preguntando.
-¿El que vino después de usted? No lo recibimos, no hemos recibido a nadie más que a usted. Por cierto, ahora que recuerdo, si te sirve de algo, me pareció ver que faltaba un libro en la sección de medicina.
-¡Cerrad la puerta!- se escuchó decir a alguien dentro del edificio.
-Lo siento, me tengo que ir, no se nada más, hasta mañana.-Y después la puerta se cerró tras el joven.

Juan zarandeó a Azar que no respondía, tenia los ojos muy abiertos pues ahora todo encajaba ahora lo recordaba todo...
El niño lo llevó hasta un resguardo de la lluvia y lo volvió a zarandear.

-Ahora lo se todo, eso solo lo ha podido hacer Lobo, ahora recuerdo esos ojos azules que me había mirado hace mucho tiempo atrás, esos ojos que tanto me habían impuesto... Recuerdo como Lobo llegó a mi casa como huésped, como nos contaba todas sus hazañas y aventuras, sus trapicheos entre diversos hombres muy importantes, pero igual recuerdo que a la mañana siguiente de su partida dos de los collares de mi madre y una antigua espada de mi padre desaparecieron.
El manuscrito lo ha robado Lobo, y necesita algo más, por eso sabía como se llamaba el libro, por eso tenía tanto interés en saber donde estaban los demás manuscritos...

Juan intentaba entender todo lo que Azar le contaba pero no entendía desde su mente infantil que un lobo fuese capaz de hacer todo eso, sin embargo el brillo en la mirada de Azar le decía que quería cazar al lobo que había robado el libro, por eso no pudo evitar advertirle:

-Pero Azar, los lobos de estas tierras son muy feroces, ningún hombre ha conseguido cazar ninguno.
Azar sonrió y con una mano mojada por la lluvia se limpió la mitad del rostro que se volvió mas oscuro, y con rasgos mas suaves, desvelando unos labios carnosos y rojos,acto seguido se quitó la camisa, bajo la cual apareció un pecho vendado, pero un pecho de mujer, Juan pudo ver como el cuerpo de hombre se trasformaba en una delicada figura de mujer, de piel mulata y caderas redondas y suaves, cuyo vientre era plano y en el cual un ombligo redondo estaba rodeado por un tatuaje de color anaranjado.

-Si ningún HOMBRE a sido capaz de cazar un lobo, quizás yo juegue con ventaja.- Dijo Azar.

De las sombras, dos ojos azules tomaron forma y se fueron acercando hasta que pudieron pertenecer a un cuerpo a un cuerpo alto y musculoso de cabellos negros...
Juan señalaba con los ojos muy abiertos hacia la penumbra, pero para cuando Azar se giró las manos de Lobo ya sujetaban su brazo y un mechón de su cabello cortado a conciencia. Mientras la agarraba con fuerza Lobo acercó su nariz al cuello de Azar que se retorcía y forcejeaba, subió hasta su oído, oliendo su piel y cuando sus labios rozaban su oreja le susurro tan bajo que sus palabras cortaban:

-Hola Azahara, ¿te acuerdas de mi?



CONTINUARÁ...


Trabajo -primer trimestre. Alejandra Rodríguez Morales 3º

3 comentarios:

  1. Lo tengo muy claro: debes continuar la historia porque, a mi modo de entender sólo nos has regalado el planteamiento de una historia muy interesante y nos has dejado con las ganas de saber como se desarrolla la intriga...y eso...no se hace.
    Tiene casi todo bueno:
    - Descripciciones de personajes y situaciones muy logrados, incluso poéticos(calles empezaban a vestirse de luces de fuego...). la adjetivación es rica y variada
    - Diálogos bien trenzados
    - La intriga tiene un elemento sorpresivo que reaviva el interés (Azar-Azahar)
    -Es original que pongas en negrtia los "personajes obligatorios"
    Lo malo, muy poco:
    - la ortografía: calló del verbo caer es cayó;
    a punto, y no, apunto; había hecho, y no había echo; ha sido capaz/ ha sido capaz

    En definitiva, muy bien .
    NOTA:10

    ResponderEliminar
  2. La historia tiene continuación. En verdad la escribí más larga de lo que está pero se pasaba de los límites y acabé cortándola por ahí para darle más intriga. Si quieres puedo acabarla, ¿Cómo lo hago?¿subo los capítulos por aquí?

    ResponderEliminar
  3. Yo estaría encantado, pero que no te reste tiempo para tus estudios

    ResponderEliminar