domingo, 9 de diciembre de 2012

Víctor Aragón. El naufrago de oro

El naufrago de oro.
Me llamo Áragon Roob y nací en Oriente próximo en la ciudad de Jerusalén el 19 de abril de 1052 D.c. En esta época ocurrieron las cruzadas en la Tierra Santa entre los cristianos y musulmanes.

Yo vivía en una pequeña montaña apartada de mi pueblo con mi familia y el resto del pueblo para no sufrir ningún daño de los soldados cristianos, ya que son muy violentos. Mi padre y mi hermano mayor están en el ejercito musulmán a las órdenes de un malvado Sultán que gobierna estas tierras, el Sultán obliga a alistarse en el ejercito a toda persona que tenga dieciséis años. Yo tenía quince años y en abril cumplía los dieciséis. Mi madre no quería que me alistara porque a mi casa no llegaban noticias de mi hermano ni de mi padre desde hace un año y medio.

En mi pueblo había un hombre muy sabio, la máxima autoridad en mi pueblo era el coran pero después el Anciano jefe, el tenía respuesta para todo ya que había vivido diferentes etapas de la vida, le pedí consejo sobre el sultán y el me respondió que esa decisión la tenía que tomar yo en el momento de la acción, yo pensaba que le me iba a solucionar mi duda pero no fue así y me decepcionó un poco.

A la semana siguiente llego a mi casa dos hombres armados, mi madre me mando a mi cuarto y de repente la vi llorando y cayéndose al suelo.
A la hora de cenar mi madre nos dijo que nos tenía que dar una noticia y yo me esperaba lo peor, pero no fue así, era una mala noticia, pero no era lo que me esperaba, la noticia era que mi padre y mi hermano estaban desaparecidos.

Yo tenía un amigo, un buen amigo y el sabía todas las circunstancias por las que mi familia estaba pasando y el siempre me decía, “si necesitas algo siempre estaré ahí”. En un mes me iban a ingresar en el ejército, pero mi madre ni yo queríamos, el Sultán sospechaba de mí


después de la noticia de mi padre y mi hermano, ya que tuvimos problemas ya con mi hermano en su momento entonces el sultán ordenó apresarme en su castillo hasta que llegara el día.

Al cuarto día mi madre se lo contó a mi mejor amigo y su padre trabajaba en el castillo, él se infiltró en el castillo le cogió las llaves a su padre y me sacó de la celda, saliendo me vieron los guardias y empezaron a perseguirme y yo salí corriendo hasta que llegué a la playa y al ver que me seguían cogí una pequeña barca y me alcé a la mar y le dije a mi amigo que se despidiera de mi madre y mi hermana por mí la barca no tenía mas de tres metros cuadrados, no tenía ancla ni remos y era muy inestable, al principio no pensé lo peligroso que podía llegar a ser y pensaba desembarcar en el primer puerto que encontrase pero las cosas se complicaron, la marea aumento y el mar me tragaba hacia dentro, no pude hacer nada y me desmayé. A la mañana siguiente me desperté mojado, no sabía que había pasado y solo visualizaba kilómetros de mar, tenía hambre, estaba cansado, me dolía todo el cuerpo y no sabía donde estaba.

Estuve seis días náufrago, ya no podía más, perdí toda la confianza de salir vivo de allí y empecé a recordar parte de mi niñez cuando jugaba en el parque con pequeños juguetes, castillos de arena...

Al séptimo día divisé un barco con bandera negra, empecé a mover las manos y a gritar, después de un rato se fijaron en mí y cambiaron el rumbo, cuando se acercaron me di cuenta de que era un barco pirata en el que había unos veinte tripulantes, en ese momento intente huir pero me subieron a la fuerza y al resistirme me metieron en las mazmorras y allí había una persona, me sonaba su rostro pero no lo podía definir debido a la oscuridad:
    Yo le pregunte: -Hola, donde estamos.
    No me respondió.
    Le dije: Vengo desde Jerusalén ¿y tu?
    Me respondió: -Yo también vengo de una ciudad.
    Su voz me sonaba mucho y me acerque a el:
    Le dije: - ¿Tienes algún hermano?
    Me respondió: - Si, uno pequeño.
    Le volví a preguntar: - ¿Hamez, te llamas Hamez?
    Me dijo: - ¿Como sabes tu eso?
    Le dije: - Hamez, soy yo Áragon tu hermano.
    Dijo: - Áragon eres tú ,¿que haces aquí?
    Dije: - Lo mismo digo. Bueno ya tendremos tiempo de hablar de esto.
    Me levante y le di un abrazo, me sorprendió mucho verlo allí y eso me trajo a preguntarme donde estaba mi padre y me asusté.
    Después de un rato conversando y contándonos nuestras últimas vivencias e historias, los dos empezamos a entender mejor la situación que nos había traído aquí. Ahora me tocaba contar mi historia de como llegué al barco y empecé a contarle la historia; el sultán me quería alistar en el ejército y madre al enterarse de que padre y tú me dijo que huyera, entonces me monté en una barca presa del pánico y estuve siete días de náufrago y de repente vi este barco en el horizonte y por eso estoy aquí.
    Al día siguiente al despertar empecé a preguntarme ¿que hacía en el barco, quien era el capitán, porque estaba en las mazmorras?...
    Cuando mi hermano despertó le pregunté que quién era el capitán del barco y porque estábamos aquí y el no me respondía a nada en cuanto al capitán pero yo seguía insistiendo y de repente al día siguiente se abrió la puerta y un sirviente nos dijo vamos el capitán quiere veros, cuando estábamos subiendo en la cubierta vi a un montón de gente trabajando con heridas de látigos, cicatrices de bala... Llegamos a la habitación del capitán, miré hacia la mesa y vi una persona, una persona conocida, era mi tío, el hermano de mi padre y me quedé en blanco, se acercó y me dijo:
    - Hola sobrino, me alegra mucho verte. ¿Como estas?
    Le dije: - Tío, ¿que haces tu aquí?
    Él me respondió: - Vaya pregunta, está claro no, soy le capitán.
    Le dije: - Tío, ¿donde está mi padre?
    Me dijo: - No te lo a dicho tu hermano, pues está en las guerras de Jerusalén luchando contra los cristianos.
    De repente, mi hermano gritó: - Mentira, tu lo abandonaste mentiroso.
    El sirviente le pego un puñetazo en la cara a mi hermano.
    Dije: Tío, ¿porque le pegas?, es tu sobrino.
    Mi tío me dijo: Tu hermano se reveló contra mi, por eso está en las
    mazmorras, dice que fue culpa mía que tu padre esté de prisionero en
    Jerusalén.
    Pregunté: - Tío, ¿eso es verdad?
    Respondió: - No.
    Después de un rato ablando me hizo un propuesta, si me quería quedar allí o en las mazmorras con mi hermano y tras un rato pensándolo le dije que allí con el.
    En el barco vivía como Ala, comía lo que quería, bebía lo que quería, tenía lo que quería pero no tenía noticias de mi hermano desde hace tres días y una tarde mientras todos dormían bajé a las mazmorras y cuando llegué hasta el me dijo:
    - No le hagas caso, es una mala persona, dejó tirado a papa y quizá ya está muerto por su culpa.
No te fíes de el, tienes que intentar sacarme de aquí para ir a buscar a papá
Le dije: Hermano, te voy a sacar de aquí, pero ahora no tengo que ganarme su confianza y cuando la tenga vendré a por ti, adiós que viene alguien.
    Cuando llegue a mi camarote mi tío me pregunto que donde había estado y le dije que dando un paseo.
    Las dos noches siguientes no dormí pensando en un plan para escapar y ya lo había pensado y me había ganado la confianza de mi tío.
    La noche siguiente fui a las mazmorras abrí la puerta con las llave que había cogido y cuando estábamos saliendo nos vio un guardia, se despertó todo el mundo, nos montamos en un bote pero me encargue de coger agua y comida para tres o cuatro días, cuando mi tío nos vio irnos estaba de los nervios, sabía que le ivamos a contar a todo el mundo que es un pirata y que abandonó a su propio hermano.
Después de dos días en la mar conseguimos llegar a tierra pero no
teníamos ni idea de donde estábamos, entonces preguntaron a un hombre de allí y le dijo que estaban en la ciudad de Belén, una vez buscamos un medio de transporte para llegar a Jerusalén.
Nosotros teníamos un poco de dinero que cogí del barco y un hombre que pasaba por allí con un carro le gustó la oferta, nos dijo que tardaríamos unos seis días en llegar allí y como ya casi era de noche nos quedamos a dormir allí.

Por el camino vimos muchos pueblos de Belén pero en el cuarto día estábamos cruzando un pequeño desierto y nos atacaron unos bandidos, eran cuatro, aparecieron de la nada, nosotros conseguimos huir pero el dueño del carro no tubo la mismo suerte.
Al no ir en carro los dos días que nos quedaban se convirtieron en cuatro, no teníamos apenas dinero para comer porque la mitad del que teníamos se quedo en el carro y ademas estábamos muy cansados. Cuando llegamos a Jerusalén mi hermano y yo fuimos a las montañas de mi pueblo, allí estaban mis vecinos mi madre y mi hermana y cuando nos vieron se pusieron muy contentas, empezaron a preguntarnos que había pasado pero no teníamos tiempo para hablar de eso entonces comimos, descansamos y al día siguiente nos fuimos a por mi padre.
Yo lo tenía claro pero necesitaba un consejo y fui a pedírselo al Anciano
jefe y me dijo que si de verdad quería a mi padre fuera a por el aunque perdiera mi vida y en ese momento yo me convencí totalmente. Nos hacían falta armas y a las afueras del pueblo había una tienda en la que compramos dos cuchillos, dos espadas, dos lanzas y alquilamos dos caballos.

Después nos pusimos manos a la obra hacia las cruzadas, sabíamos que era muy peligroso pero ya no teníamos nada que perder a media noche llegamos allí, dejamos los caballos y nos infiltramos en el campamento musulmán. Cuando llegamos nos cambiamos de ropa y nos pusimos el uniforme, una vez dentro empecé a preguntar por Salam Roob y nadie me contestaba, seguí preguntando y buscando toda la noche pero no lo encontré. Al día siguiente a las seis de la mañana nos atacaron los cristianos y tuvimos que luchar contra ellos, una guerra muy fría, de repente un caballo me asustó, me caí al suelo, vi la cara de u cristiano riéndose de mí, iba a matarme y de repente le atraviesa una espada, no sabía quien era, el cristiano se cae y veo a mi padre con una cara de alivio al verme, entonces me dio fuerza me levanté y empecé a matar a los cristianos.

Más tarde, cuando estábamos en el campamento nos pusimos juntos mi hermano, mi padre y yo, empezamos a hablar y nos tiramos tres o cuatro horas allí sentados y después nos dormimos. Al día siguiente fue un día muy tranquilo y relajado, pero yo sabía que no iba a estar siempre tan tranquilo. A la mañana siguiente nos volvieron a atacar con todo su ejército, empezaron a morir un montón de gente y yo sentí que era el fin de mi vida, en ese momento atraparon a mi hermano dos cristianos y mi padre fue a salvarle y de repente le clavaron un hacha en la cabeza, tenía tanta rabia que seguí hacia delante aunque todos se estaban retirando yo seguía hacia delante, se tiraron 6 soldados a por mi y ahí termino mi vida.

Espero que mi hermano sobreviviera y les dijera a mi madre y a mi hermana la verdad y que les quería mucho, también supongo que ganaron la guerra y que no se olviden de mi,
adiós dulce vida.



2 comentarios:

  1. Ets párrafo es ejemplo de otros muchos del texto que no logro entender, quizás porque no tiene una correcta expresión:
    En un mes me iban a ingresar en el ejército, pero mi madre ni yo queríamos, el Sultán sospechaba de mí


    después de la noticia de mi padre y mi hermano, ya que tuvimos problemas ya con mi hermano en su momento entonces el sultán ordenó apresarme en su castillo hasta que llegara el día.
    Este otro párrafo ejemplifica cómo no pones ni un punto y seguido con la dificultad que implica para su lectura y comprensión.
    Valoro el esfuerzo porque se nota el curro, pero tiene muchas carencias sobre todo a nivel de expresión narrativa.NOTA; 8

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  2. Al cuarto día mi madre se lo contó a mi mejor amigo y su padre trabajaba en el castillo, él se infiltró en el castillo le cogió las llaves a su padre y me sacó de la celda, saliendo me vieron los guardias y empezaron a perseguirme y yo salí corriendo hasta que llegué a la playa y al ver que me seguían cogí una pequeña barca y me alcé a la mar y le dije a mi amigo que se despidiera de mi madre y mi hermana por mí la barca no tenía mas de tres metros cuadrados, no tenía ancla ni remos y era muy inestable, al principio no pensé lo peligroso que podía llegar a ser y pensaba desembarcar en el primer puerto que encontrase pero las cosas se complicaron, la marea aumento y el mar me tragaba hacia dentro, no pude hacer nada y me desmayé. A la mañana siguiente me desperté mojado, no sabía que había pasado y solo visualizaba kilómetros de mar, tenía hambre, estaba cansado, me dolía todo el cuerpo y no sabía donde estaba.

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