LA BELLA RAPTADA
INTRODUCCIÓN
Un sultán llamado Abderramán ordena a
Bulay, pirata berberisco, raptar a una bella mujer del Reino de Castilla
llamada Daniela. A cambio el sultán, pediría como rescate una gran cantidad de
dinero por su liberación o la posibilidad de casarse con su hijo menor.
Corrían los años finales del siglo XV,
en la época de las cruzadas, cuando el sultán Abderramán rey del Imperio
Musulmán, tras perder definitivamente el último Reino Nazarí de la Península
Ibérica, ordenó a un pirata llamado Bulay raptar a la hija de un importante
noble cristiano, que defendía por aquella época el recién conquistado Reino de
Granada.
-¿Cuál será
mi recompensa por el rapto de esa bella dama?, pregunto Bulay con preocupación.
-¡Estaríamos
hablando de entre unos dieciocho mil o veinte mil maravedíes!, afirmó
Abderramán.
-¡Señor,
eso es muy poco, voy a arriesgar mi vida y la de mis hombres, a los que tengo
que pagar una buena cifra de dinero!, respondió el pirata asustado por la
pequeña, para él, cantidad de dinero.
-¡Más no os
puedo ofrecer, pero si todo sale bien, si puedo además recompensaros con unas
tierras de mi extenso Reino!, exclamó el sultán.
-¡De
acuerdo!, pero ¿cuándo partiré?, preguntó Bulay.
-¡Si la mar
está en calma partirás mañana al amanecer y
si todo va bien llegarás al anochecer del día siguiente!, afirmó
entusiasmado Abderramán.
El pirata preparó la tripulación
compuesta por treinta hombres, dispuestos a partir, según lo acordado, al
amanecer.
El barco iba cargado con suficiente
comida, pólvora y armas para la misión.
Salieron de puerto con la mar
levantada.
-¡Vamos,
izad las velas!, ordeno Bulay.
Los marineros izaron las velas
rápidamente, colocándose en sus puestos. Llevaban siete cañones: uno en la popa
y tres a ambos lados del barco.
Fue un mal viaje, les pilló una gran
tormenta con el viento en contra. Tardaron el doble de lo previsto, arribando
en una playa donde Bulay les dio una charla a la tripulación.
-¡Marineros,
nuestra vidas están en juego, vamos a atacar la ciudad gobernada por el padre
de Daniela!¡Iremos con mucho cuidado, y cuando consigamos raptar a la dama,
saquearemos la ciudad!¿De acuerdo? –dijo el pirata.
-Los
marineros gritaron, ¡si señor!.
-¡Pues
adelante, en silencio y atendiendo a mis órdenes!.
Los marineros al mando de Bulay, se
internaron el la ciudad, aprovechando que era de noche. Llegaron a la
fortaleza, intentaron escalar la muralla, pero se vieron sorprendidos por
varios soldados que la vigilaban. Enfrentándose a ellos, lograron acorralarlos
y posteriormente matarlos. Así pudieron llegar a los aposentos de Daniela,
raptándola y llevándola al barco.
Varios marineros, se quedaron en la
ciudad destruyendo todo lo que encontraban a su paso, matando a personas y
quemando sus casas.
El padre de Daniela se enteró de lo
sucedido, cuando el barco había partido hacia alta mar. Desesperado, intentó
seguirlos, pero fue inútil, ya que el barco de Bulay estando más preparado, porque
sus cañones lanzaron varias bombas que dañaron y casi hundieron el barco.
-¡Bien
marineros, hemos hecho un buen trabajo!
-gritó el pirata Bulay.
Dos
días más tarde llegaron al reino del sultán, siendo recibidos por él.
-¡Bien
hecho Bulay!¡Es hora de que recibáis vuestra recompensa! –exclamó Abderramán, sacando
un baúl que contenía veinte mil maravedíes y un documento que acreditaba la
entrega de las tierras que le había prometido.
El
sultán ordenó encerrar a Daniela en un calabozo de su fortaleza. Más tarde
escribió una carta a su padre, en la que le pedía un rescate de un millón de
maravedíes o que Daniela se casara con
su hijo menor, Huseim. Con este dinero, Abderramán, tendría para reforzar su
ejército y reconquistar las tierras perdidas, o en caso de que su hijo se
casara con Daniela, podría establecer relaciones con Castilla.
El
noble castellano enfurecido y temeroso, pidió ayuda a los demás nobles
castellanos e incluso a los reyes, ya que el amor hacia su hija estaba por
encima de todo.
Mientras tanto el sultán cuidaba de
Daniela. Le dijo que tenía un hijo de su edad, que posiblemente podría casarse
con ella si el noble castellano lo permitía. Abderramán, para tranquilizar a
Daniela que estaba un poco alterada, le prometía que no le ocurriría nada si su
familia cumplía con una de las dos condiciones. Daniela, cabreada, le dijo al
sultán:
-¡Por favor
señor, es imposible que mi padre pueda juntar esa cantidad de dinero, ya que ni
vendiendo todas sus tierras y castillos, podría pagar el rescate!
-¡Ya sé que
es una cantidad muy difícil de reunir, pero también tiene la posibilidad de
decidir casarte con mi hijo! –exclamó el sultán. Por cierto, ¿tú deseas casarte
con mi hijo? –dijo Abderramán entusiasmado. ¡Te lo voy a presentar!.
Daniela al ver a Huseim quedó enamorada
de él, ya que era un joven muy apuesto. La verdad es que hacían buena pareja.
-¡Señor
sultán, tendría que conocer mejor a su hijo!¡Tiene distinta religión a la mía,
por lo tanto debo preguntárselo a mi padre! –exclamó Daniela asombrada.
-¡Veo que
no hay nada que preguntar, hoy mismo le enviaré a tu padre una carta en la que diré
que deseas casarte con mi hijo! –respondió el sultán.
-¡Pero
señor, no conozco a su hijo, necesitaría tiempo! –dijo Daniela.
-¡No hay
tiempo que perder, os casareis próximamente! –exclamó enfurecido Abderramán.
El sultán envió la carta y esperó
recibir respuesta.
Mientras el padre de Daniela se reunía
en Castilla con algunos nobles de la zona para poder ver si eran capaces de
resolver el conflicto con el sultán.
-¡Maldita
sea!¡Ese canalla quiere jugármela! –exclamó enfurecido el padre de Daniela.
-¡Es una
cantidad muy alta de dinero!¡Pero si tiene la posibilidad de casarse con el
hijo menor de Abderramán, porque no! –dijo un noble que presenciaba la reunión.
-¡También
es otra oportunidad, y así el reino de Castilla puede establecer relaciones con
el rey musulmán! –respondió otro noble.
-¡Lo
aceptaré por nuestro bien y el de Castilla, por que no podemos arriesgarnos y
tener una guerra con ese reino! –exclamó el padre de Daniela.
Unos días más tarde el sultán recibió
la carta y contento fue a buscar a Daniela, que estaba descansando.
-¡Daniela,
tengo una buena noticia para ti! –dijo Abderramán entusiasmado
-¡Dime
señor!¿Cual es la buena noticia? –exclamó Daniela sorprendida.
-¡Tu padre
está de acuerdo con la boda, pero me confirmó que no podrá venir por razones
personales! –respondió Abderramán.
-¡Entonces
tu hijo y yo contraeremos matrimonio! –dijo Daniela.
-¡Si, así
es! – dijo Abderramán muy contento.
Unos meses después, se celebró la boda
entre Daniela y Huseim. El banquete fue genial, se sirvieron las mejores
comidas y bebidas del reino y varios días después, el sultán los dejó ir al reino de Castilla para conocer a la familia
de Daniela. Ella recogió sus pertenencias y le confirmó a su familia que se
iría a vivir con Huseim y su familia a su reino. Más tarde se despidió de su
familia y les prometió que volvería a verlos de vez en cuando, cuando pudiera.
Ellos volvieron al reino musulmán, donde se establecieron en una gran y lujosa
mansión, formando una familia.
A continuación de la boda, los dos
reinos establecieron numerosas relaciones y también se aliaron para poder
luchar contra enemigos y hacerse más fuertes, aunque tuvieran religiones
diferentes.
FIN
JOSÉ MARÍA
RUBIO VALDIVIA 3ºD
Historia sin demasiada sustancia, predecible.Las acciones, además de esperables, no tienen demasiada fluidez. Esperaría alguna descripción más de personajes, situaciones bélicas, estados de ánimo. Me resulta raro que un rey y padre reaccione tan rápida y positivamente ante el rapto y chantaje de un enemigo que se supone mortal.
ResponderEliminarEvita expresiones como llamada Daniela.
En los diálogos, cuando acaba de hablar un personaje y das paso al narrador hay que poner raya: ...de esa bella dama?-preguntó(narrador)
NOTA:8