Introducción:
-Cajero: Miguel.
-Guardia de
seguridad: Manolo.
-Ladrón: Juan.
-Cliente: Antonio.
-Artificiero:
Alberto.
-Jefe de policía:
Esteban.
-Policía:
Francisco.
Son las ocho del 13
de septiembre en el Mercadona de El Ejido y todas las cajas están llenas de
clientes con su compra ansiosos por salir de aquella fábrica de dinero.Juan se
halla con su tesoro liquido en bolsitas pequeñas para que no se note:
Se abre el telón:
Tercer intento.
Antonio. – (a Juan).
Disculpe señor…
Juan. - ¿Qué quiere?
(dice con tono molesto).
Antonio. – (entre
retortijones). ¿Sería usted tan amable de guardarme el sitio un momento
mientras voy al sevicio? ¡Es urgentillo!
Juan. – Pero yo no
puedo espe…
Antonio. –¡
Muchísimas gracias, me hace un gran favor! (Dijo sin dejarle terminar de
hablar).
Miguel. – Siguiente
por favor.
Juan. – Pero es que
no puedo, estoy guardando el sitio a un tipo.
Miguel. – Pues
aparte la compra de la cola.
Juan. – (a sí
mismo). ¿Es que tan difícil es robar en un maldito Mercadona?
(Pasan cinco
minutos esperando al peculiar cliente, e incluso la cola de los servicios de
caballeros se estaba impacientando).
Antonio. – (bastante
aliviado). ¡Muchísimas gracias por guardarme al menos la compra, ya veo que no
le han dejado seguir en la cola pero gracias de todos modos.
Juan. - ¡Que sí muy
bien, muchas gracias por hacerme perder el tiempo, de verdad, ha sido una tarde
maravillosa aquí esperando a que usted saciara sus necesidades básicas y ahora
si me disculpas me voy a tomar viento un rato ¿vale? Gracias.(se marcha
destacando un tono realmente sarcástico).
(Se arma un gran
alboroto en el cuarto de baño y todos salen corriendo dando gritos e incluso
hacia la calle, el guardia de seguridad que ya tenía vigilado a Antonio y a
Juan y los retiene).
Cliente. - ¡Hay una
bomba, una bomba!
Manolo. – Me parece
que se os ha acabado la suerte mis queridos amigos.
Juan. - ¡Maldito
terrorista! ¡Este tío está loco!
Antonio. - ¡Que
dices, si sólo he entrado a…defecar nada más!
Juan. – Sí sí eso
es lo que nos quieres hacer creer para salir inocente y luego cargarme a mí
toda la culpa.
Manolo. – (por su
teléfono). Servicio de policía, manden a todas las unidades que puedan tenemos
aviso de bomba y también tenemos a dos sospechosos.
Juan. – No puede
ser, ¡yo no estoy compinchado con este terrorista!
Antonio. - ¿Qué
terrorista dices ni nada? ¡Yo no soy ningún terrorista, sólo he entrado a darle
un buen uso a los servicios del Mercadona.
Juan. – Sí claro,
volándolos por los aires.
Antonio. – ¡Y dale
a la lengua!
(Empiezan a llegar
policías por todas partes y con equipo pesado para intentar desactivar la
bomba).
Alberto. – Está
bien chicos, empezad a evacuar el supermercado y a retirar todos los productos
altamente inflamables. Recordad que tenemos una alerta de una mochila bomba,
tened el máximo cuidado posible.
Manolo. – Aquí
están los sopechosos.
Alberto. – Sácalos
de aquí.
(Manolo nota que
Juan tiene bolsas alrededor de su cuerpo)
Manolo. – (muy
alarmado y sin saber que hacer). ¡Es nitroglicerina, que todo el mundo se aleje
de él!
Juan. - ¡No es
nitroglicerina! ¡Es…otra cosa!
Alberto. – (a
Juan). ¡No te muevas! ¡Chicos preparad el equipo para quitarle los explosivos!
(Le quitan la
nitroglicerina con sumo cuidado mientras nos esposan sin dejarles que se
expliquen).
Se cierra el telón.
Se abre el telón:
En la comisaría.
(Antonio y Juan
están en una sala muy tétrica en donde no se disimula el cristal tintado desde
el que los vigilan)
Antonio. –(a Juan).
Tranquilo, seguro que esto se arregla pronto y salimos ilesos.
Juan. – (muy
alterado). ¡No me hables! ¡Escucha, no sientas el deber de compartirlo todo
conmigo! ¿Entendido?
Esteban. – Veamos, ya
han retirado los artefactos explosivos y los están analizando, en cuanto los
analizen ya veremos quienes sois en realidad.
Juan. - ¿Cuántas
veces le tengo que decir que no estoy relacionado con este tío?
Antonio. - ¡Óiga,
usted me trata con más respeto!
Esteban. -
¡Silencio! ¡Sólo hablarán cuando yo les pregunte y hasta que no se demuestre
que son inocentes, no tienen derechos!
Juan. – Pues ya me
ha tocado la guinda.
Esteban. –
Silencio.
Francisco. – Señor,
los resultados de los análisis están casi listos.
Esteban. – Muy
bien, puede retirarse.
Francisco. – Sí,
señor.
Antonio. - ¡Por fin
se darán cuenta de que soy inocente!
Esteban. – Eso lo
dirán los resultados, no usted.
Francisco. – Señor,
hay una llamada del equipo de Alberto, es sobre la mochila bomba.
Esteban. –
Pásemela.
Alberto. – Esteban,
hemos terminado de hacerle las pruebas la mochila.
Esteban. - ¿Ya, tan
pronto? Pero si es imposible.
Alberto. – Sí, ese
es el problema.
Esteban. –
Explíquese.
Alberto. – Resulta
que no es una bomba real…, sino que se trata de una bolsa de viaje normal, con
cosas normales en su interior.
Esteban. – Entonces…,
¿era un falso aviso?
Alberto. – Me temo
que ni eso, los presuntos sospechosos son inocentes.
Esteban. – Está
bien Alberto, muchas gracias por su colavoración.
( Esteban cuelga el
teléfono y se queda mirando fijamente a los sospechosos).
Esteban. – Tengo
una noticia buena y otra mala.
Antonio. – Diga
primero la buena, por favor.
Esteban. – La buena
noticia es que la mochila no contiene ningún explosivo.
Antonio. - ¡Ven como era inocente! Les dije, que sólo
fui a darle un buen uso a los servicios.
Juan. - ¿Y cuál es
la mala noticia?
Esteban. – La mala,
es que todavía queda que analizar la nitroglicerina y que casualidad, de que
por ahí llegan los resultados.
(El jefe de policia
ve acercasse a francisco con los resultados de los análisis).
Francisco. – Señor,
aquí tiene los resultados del análisis.
( Esteban abre el
sobre y se dispone a leer los resultados
del análisis).
Esteban. –
(susurrando) No puede ser. (hacia Juan) Te has metido en un buen lío, resuslta
que no era nitroglicerina, sino que era wisky.
Juan. - ¡Toma,
toma! Esa te la comes con patatas. (dice orgulloso).
Esteban. – Aún así,
te va ha caer una buena por robar.
Juan. –
(susurrando) Ah, sí, ya me acuerdo de eso.
Esteban. – (hacia
Juan y Antonio) Os vamos a dejar libres. (a Antonio) Tú, la próxima vez que
acudas a la llamada de la naturaleza, intenta no dejar tus pertenecias por ahí,
porque los demas se pueden pensar lo peor. (a Juan) Pero a ti te ha caido el
premio gordo, el jefe de Mercadona me ha solicitado que te haga ordenar todo el
supermercado y así se hará, aunque la próxima vez no seremos tan caritativos…y
ahora ¡Marcháos!
Antonio y Juan. –
Muchas gracias, por hacernos perder el tiempo.
Epílogo: Poco a
poco fue llegando la tranquilidad a El Ejido y sus ciudadanos fueron acudiendo
de nuevo al Mercadona, Juan ordenó todo el supermercado, y del escarmiento no
volvió a robar. Por parte de Antonio, ahora tiene mas cuidado al ir al
servicio.
Yeray Cara Santana 3ºD
La historia me gusta, es original.
ResponderEliminarNo todas las acotaciones son teatrales; hay algunas innecesarias y otras son narraciones" dijo sin dejarle...""pasan 5 minutos..." obra un epílogo porque es propoio de narraciones y en esta escena no hay un narrador. Los cambios de escenario se deben marcar con cambio de acto.
Ojo a la ortografía.NOTA: 9,25