martes, 6 de diciembre de 2011

Era su destino...

Trabajo trimestral de lengua (primer trimestre): Narración
Era su destino…
Era una triste mañana de sábado cuando ella despertó bruscamente…cuando se desadormeció con una lágrima inundando sus inmensos ojos y deslizándose por sus enrudecidas mejillas, debido a la tristeza de su corazón.
Había vuelto a soñar con esa horrible escena en la cual su alma se sofocaba, esa escena en la cual ya no podría amar, ya no podría odiar, ya no podría llorar…tampoco podría sonreír. Todo esto había sido provocado por él, al robarle el corazón.
Alessia ya no distinguía la realidad de los sueños, de las pesadillas. Tenía la impresión de que su corazón latía mecánicamente, de que sus sentimientos estaban encerrados en una cajita de madera, de que su amor habría sido robado y durante décadas había permanecido cautivo. No sabía si lo amaba o lo odiaba.
Su corazón gritaba desesperadamente, pero su boca callaba.

Alguien llamaba a la puerta de su alcoba, despertó de forma brusca de sus pensamientos. Supuso que podría ser su padre, pero se equivocó. Su sierva se adentró, sobre una bandeja de plata le mostró una carta.

- Señorita, acaba de llegar el mensajero al palacio.
- Puedes retirarte, Catalina.

Temía que el remitente fuera él. Estaba tan confusa que no sabía cómo reaccionaría. Decidió no abrirla.
La única cosa infalible en su vida se denominaba música, en concreto un piano que había heredado de su abuela, esa efigie angelical que cada noche empezaba con un sueño, enlazando unas cuantas notas a este mágico piano.

Alessia, se acercó hacia el rincón del piano. Durante dos segundos observó fijamente las teclas, como si estuviera comunicada con ellas, las acarició y en el próximo segundo le entró un escalofrío y cayó de la silla. Al abrir los ojos vio la carta encima de la cama.
Esta vez decidió cogerla y mirar el nombre del remitente. El asombro invadió su cuerpo.
Alejó la carta durante unos cuantos segundos, parpadeó con calma, y volvió su mirada hacia la carta intentando equivocarse. Pero no era así el remitente seguía siendo el mismo.
Pasó una larga temporada en la cual dudaba en responderle. En su mente abundaban un millón de cosas. ¿Qué quería de ella? ¿Por qué comunicarse con ella tras tanto tiempo?¿Cómo se atreve a escribirle después de lo que le hizo?
Ella era el tipo de chica simple, a la cual no le importa el dinero ni la honra, solo busca sonreír y estar acompañada de personas felices y buenas, pero el destino no le sonríe. Era una niña inocente hasta que las desgracias empezaron a aparecerse en su vida . Lo más importante fue la muerte de su madre, cuando ella apenas tenía seis años, desde entonces nada volvió a ser igual.

Con la llegada de la primavera muchas cosas habían cambiado, empezando por la ciudad, Florencia en particular se había convertido en una potencia económica gracias al comercio de
la lana, a su industria textil y a sus prestigiosos bancos, el florín, la moneda de oro florentina,
circulaba por toda Europa y se había convertido en la unidad cambiaria de referencia del continente.

Alessia y su estado de ánimo también mejoraron, paseaba alegremente por el cuadrado patio central del palacio, visitaba las galerías abovedadas sostenidas por arcos que descansan sobre delgadas columnas clásicas de la planta baja, también apreciaba los pesados y toscos sillares para la planta baja, aunque le desagradaban más los livianos para el primer piso y aún más para el segundo.

Una apacible tarde en la cual el sol acariciaba todas y cada una de las flores del patio la joven quiso gozar ese instante y salió al jardín. Para su sorpresa allí estaba su bienhechor, aunque pronto su amor sería perseguido por el infortunio.
Ella se quedó paralizada durante 2 segundos, no sabía lo que le acababa de suceder.
Le hipnotizaron sus enormes ojos.
Sabían que su romance sería prohibido ya que ella era la hija de un noble y él, un simple aspirante a escultor.

Los minutos pasan, los cuentos continúan, las dulces sonrisas brotan, pero los buenos momentos no duran eternamente.

Su padre, consideraba a su hija menor bastante inocente ya que él no lograba traspasar su mente, su corazón envejecido por el sufrimiento y sus maduros pensamientos. Quería proteger a su hija y dejarla en una buena posición.
-Hoy vendrá a verte el noble Giovani Boccacion, compórtate y disimula tu amargura porque a este paso de quedarás sola y seremos el hazme reir de Florencia.
-Padre, yo no quiero prometerme con un hombre al que no amo.
- En esta sociedad no importa el amor, solo la honra y la clase social. Acostúmbrate querida.
-¿Me esta diciendo qué madre también tuvo que someterse a la voluntad de su padre?

Sin darle respuesta alguna, el noble se retiró a su alcoba.
Alessia enmudeció. De verdad estaba pasando. Su prometido era el causante de todo su dolor, y ahora, que había logrado enamorarse de otra persona, sincera, su padre quería casarla con su pesadilla. Quizás esa era la señal que ella esperaba.

Salió al jardín apresuradamente, se dirigió ansiosa hacia los muros del palacio y vocifero su nombre. Estaba decidida ha cometer una necedad por salvar su amor y su felicidad.
Lo pensaron detenidamente y los planearon todo con lógica. Se iban a fugar.

-Alessia sabéis que vuestro padre enfurecerá al saber que lo hemos desafiado.
-Lo se.
-Os prometo que siempre os cuidaré y os ayudaré en todo lo que pueda.
- Prométeme que no me abandonareis en los malos momentos y que no me haréis sufrir.
-Quiero que sea especial, quiero que cuando estemos juntos no importe nada más que nosotros, que podamos hacer lo que siempre hemos soñado, superar las barreras y pasar las fronteras, juntos superemos los límites y ver más allá de la irrealidad.
Después de esto ella no volvió ha decir nada más. La situación que iba a suceder no se la esperaba nadie.

La joven quiso eliminar cualquier duda, contempló los ojos de Facundo, su amado, y lo besó. Aquel beso no fue un beso corriente, fue un beso que hacen saltar las chispas y acelera el corazón.
Al acabar el beso, los dos se miraban sin mencionar nada, el único sonido que percibieron fue un suspiro. Después de esto el rostro de Facundo se adornó con su perfecta sonrisa. En ese momento Alessia sintió un alivio, se sentía segura a su lado.
-Una parte de mi corazón late para ti, una parte de mi alma te pertenece a ti.
-¿Y la otra?
- La otra… a mi familia y a estas tierras, pero estoy cansada de hacer siempre lo correcto y dejar de lado lo que de verdad deseo.

Ansiosa porque llegara la noche más esperada, la noche de su fuga. Su padre no se encontraba en el palacio ya que había salido ha atender unos asuntos fuera de la ciudad, y la seguridad del palacio era poca. Habían pasado meses desde aquel día en cuál su padre se había enterado de sus sentimientos hacia el escultor. Cada vez estaba más cerca la fecha de la boda con aquel noble por el cual solo sentía desprecio. Asustada por pensar que no podría escapar de su encierro, pensaba que la descubrirían y que todo podría cavar mucho peor de lo que estaba, sintió la necesidad de gritar, pero no pudo.
Llegó la noche, se acercaba la hora de poseer una libertad anhelada desde hacia mucho tiempo, pero su miedo, su temor, persistía al saber que si algo fallaba y su padre llegara a conocer sus planes su amado moriría. Rogaba a Dios que todo saliera como estaba planeado. Ella no dudaba por el amor que le tenía a su amado, pero si por el amor que él le tenía a ella.

Pero deberían estar preparados porque debes caer, para saber qué es levantar.
Debes quedarte solo, para apreciar la compañía. Debes llorar, para saber qué es reír. Debes dañarte, para que otros te sanen. Deben quitarte la luz, para que te alumbre quien de verdad quiera iluminar tu vida.
En el camino, encontrarás personas que quieran hacerte daño, pero también encontrarás personas que quieren ayudarte a seguir adelante. Para Alessia esa persona era él..

No pasaría mucho tiempo y las cosas se irían complicando. La joven echaba tantísimo de menos a su padre y al lugar donde nació.
En Florencia las noticias volaban con rapidez y llegaban hasta en los barrios de clase baja, allí donde ella era tan feliz junto a él. Le enseñó a disfrutar de pequeños detalles y aprendió poco a poco en que consiste vivir .

Su felicidad se derrumbó al oír esa horrible noticia, el noble del Palacio Medici había enfermado gravemente tras la pérdida de su hija menor.
Su amado sufría por ella ya que no sabía lo que le sucedía, pero le hacia mucho daño verla asi, tan cambiada.

-Sé que os parecerá completamente estúpido que haga esto a estas alturas, pero yo soy así. Siempre dejo las cosas para el peor momento, y me arrepiento, esta vez la que más, porque debería haberos dicho todo esto cuando tuve la oportunidad, y no haceros daño ahora, eso es algo que no me perdonaré nunca. Siempre habéis sido de las personas que no les importa dejarlo todo atrás, me lo habéis demostrado, de las personas que dicen las cosas tal y como son, con sinceridad. Os he visto tirar vuestro orgullo y decir palabras que ,os aseguro, que medio mundo desearía oír de la manera que pude hacerlo yo. Os he visto explotar, y seguir adelante. Rendiros y volver a intentarlo. Os he visto amar, odiar , reír. Y sobre todo. Os he visto aguantarme con todo los defectos que tengo. Y tengo que deciros que lo que vos habéis hecho por mi, no lo ha hecho nadie, y seguro que no podrán superarlo, o tan solo igualarlo. Solo espero que seáis capaz de recordar quien sois, tan única, especial y maravillosa que conocí.

La joven miró hacia el suelo y se encerró dentro de ella. Ya no hablaba con nadie, no salía a la calle, todo el tiempo se preocupaba por mil cosas y se imaginaba lo mal que lo pasaba su padre. Estaba aterrorizada y se sentía muy culpable, no podía dormir, no quería comer. Esta era la verdad, es cruel y nadie la quiere aceptar.

Una sierva de la corte le prometió al noble engañar a su hija y conseguir que vuelva a cambio de 100 florines.
Cumplió con su palabra y recibió su recompensa. Alessia, preocupada por su padre volvió al palacio. Allí la recibió su fiel consejera que la acompaño hasta la segunda planta, se pararon al lado de una ventana que había abierta para airear el palacio, desde la cual se podía apreciar el ajetreado movimiento de los siervos que se encontraba en la segunda planta.
-Podríamos decir que vuestro padre no esta igual que antes. Vuestra hermana lo encontró desmayado en el suelo de la biblioteca. Estaba en una situación crítica, vuestra pérdida lo estuvo consumiendo día tras día. Siento que hayáis tenido que enteraros de lo sucedido a través de mi.
Subiendo las escaleras se hallaba su hermana mayor, Alessia la saluda cordialmente, pero su hermana le devuelve el saludo con una bofetada.
Después del impacto sucedido, su hermana se quedó inmóvil, mirando la mano con la que la acababa de golpear.
-¡Usted! ¡Tenéis la culpa de todo lo sucedido! ¡Sólo por vuestra culpa padre ha enfermado!

El color de su cara cambió, sus rojas mejillas habían sido sustituidas por un amarillo pálido. Un escalofrío volvió a recorrer cada parte de su cuerpo. Empequeñeció y miraba confusa a su alrededor. Después, como si de un sueño se tratara, escuchó una voz dentro de su cabeza. Al principio, escuchaba cosas que no entendía, el ruido que abundaba en el palacio no le permitía aclarar sus pensamientos.
Conforme repugnaba la vida, sentía su alama vacía y ahora podía entender claramente la voz que susurraba dentro de su cabeza:
-Mira cuantas personas hay allí abajo, personas con problemas, igual que tú. Mira con que calma se toman las cosas, a lo mejor no han sufrido lo que tú, pero con bastantes obstáculos.¿ Porque ibas ha ser tu más egoísta? ¿Por qué pensar solo en tu bienestar?
Hay tanta gente que ha investido amor, confianza, sentimientos, belleza y otras muchas cualidades en ti, esa gente te ha ayudado ha llegar hasta aquí, ¿vas ha despreciarlo todo? ¿ Te parece correcto lo que estas pensando? Respira profundamente y reflexiona sobre todo lo que has escuchado. No sabes quien soy, pero piensa ¿confías en mi?

Entonces Alessia se apoyó con la frente en la pared próxima a la ventana, con la espalda al resto del mundo. Temblando, se aseguró de que existe, de que lo que le acababa de suceder era real, no un sueño. Estaba en ´´shock´´. No sabía que hacer, pero estaba segura que la muerte no era una solución. Se sentía tan culpable de la situación en la que se encontraba su padre, por el hecho de que haya enfermado. Se acordó de lo que le dijo después de la muerte de su madre, ´´Cuida todo lo que ames, si no , vendrá otra persona y te quitará todo lo que tiene valor para ti´´. El pensamiento de que a su padre le podría ocurrir algo irremediable se había apoderado de su mente. No sabía que hacer, no sabía hacia donde ir.
Se refugió en su alcoba, no estaba preparada para ver a su padre. Se sentó en se cama y contempló el retrato de su querida madre. Mientras lo mira las lágrimas se apoderan de sus mejillas, estando así durante unos cuantos minutos se convence de que el mejor lugar en el que ella podría encontrarse era la tumba de su madre, allí siempre se sentía limpia y comprendida. Era el lugar donde su alma encontraba la paz.
-Madre, ¿porque tuviste que irte tú? ¿Por qué tuviste que dejarme en esta jungla, sola?¿como superar esto? ¿porque no puedo quitarme la vida? Ya no tengo a nadie, he abandonado mi felicidad, lo he abandonado a él. Te has ido sin enseñarme a luchar contra la marea, antes de decirme que el amor duele, antes de enseñarme a vivir sin ti.

Un llanto desesperado sumergió en su alma. Un alma quemado por tanta crueldad.
Se despidió de su madre y comenzó ha andar, no sabía hacia donde, se dejaba guiar por sus pasos. Cuando dejó de caminar se percató de que estaba al lado de la alcoba principal, la de su padre. Sabía que era de mala fama escuchar detrás de las puertas, pero al oír aquello no pudo controlar las dos lágrimas que se le escaparon de sus ojos frágiles, unos ojos de un verde tan intenso, un verde bañado el dolor.

Quiso salir del palacio, tras descubrir que su padre la había engañado, no estaba enfermo, solo era una trampa para atraparla y separarla de su amado. Solo deseaba volver a estar con él, volver ha tener esa humilde, pero, feliz vida.

La seguridad del palacio, que ya estaban al tanto de la situación le impidieron seguir su camino. No podía salir del palacio.

Alessia se dio la vuelta de repente y allí se hallaba su padre, entonces alguien le agarró del brazo y la retenía. No podía moverse. Hasta sus pensamientos estaban retenidos,no sabía que decir.

Su padre le advirtió que no volvería ha salir del palacio y mucho menos ha ver ´´al escultor´´.

Ante la amenaza de su padre y la situación de imprudencia no pudo hacer nada.
No quería vivir igual que antes, no quería estar encerrada, ni que tomaran decisiones por ella, anhelaba su libertad, anhelaba a esa chica risueña, sincera y amada por un bueno hombre.

No quiso volver ha vivir una vida de encierros, eso no es vida.
Se quejó de que en su alcoba había un ratón y pidió un tarro con veneno para matarlo.
Los siervos, no quisieron desafiarla y cumplieron con su petición.

Cuando el noble entró en la alcoba de su hija ya era demasiado tarde, la tragedia acababa de empezar. La joven estaba muerta, se había suicidado por su culpa.
Ahora lloraba la muerte de su hija, despreciaba su egoísmo y maldecía su avaricia.
Recordaba los buenos momentos, los dos paseaban por los jardines de la corte y Alessia le contaba lo que le pesaba en el alma. Él le sonreía, una sonrisa pequeña, pero significativa. Los dos se llevaban tan bien…sentados en un banco, la joven le pedía a su padre que le contara cosas maravillosas sobre su madre, su amada madre, la que siempre le hizo falta.
Ahora estaban rodeados de 10 curanderos y todo su cuerpo temblaba al sentir el de su hija fallecida. Estrechó su cuerpo hasta que le exigieron soltarlo.

El noble sostenía su cara entre sus manos, estaba roto por dentro. No podía creer, ya no podía ver nada en sus ojos, detrás suya había un corazón esparcido en cenizas y un alma podrido que ya no aguantaba ningún sentimiento.

Volvió ha correr hacia el cuerpo de su hija, quiso tocarlo pero no supo como hacerlo. Ya no veía, no escuchaba, no sentía nada.
Había destrozado ha su hija y a toda su familia.
-Elegí hablar de nosotros cuando hablaba de mi.

Facundo llevaba días sin saber nada de su amada. Al fina, la noticia llegó a su barrio, al mismo barrio pobre en el cual había vivido feliz junto a su amada, Alessia.
Ahora su muerte se había expandido por toda Florencia. Era el tema del que todo hablaban para pasar el rato, o para decir cuanto sientían lo ocurrido , pero sin sentirlo de verdad.

En mala hora se enteró de lo ocurrido y quiso vengar a su amada.

No dudó en ir al palacio y retar al noble a un duelo. Estaba demasiado dolido como para entrar en razón.
En noble, con todo su pesar tuvo que aceptar la propuesta del escultor.
A la hora del duelo, junto a la orilla del mar se hallaban los dos hombres, sufriendo por la muerte de una misma mujer.

Dieron 10 pasos y al sonar un disparo, las gaviotas emprendieron su ajetreado vuelo, y el cuerpo del joven cayó rendido en la arena, las olas hacían un vai-ven con las ondas del pelo dorado, la sal se depositaba en sus labios carnosos y sus ojos eran acariciados por el Sol.
Su cuerpo sin vida yacía junto a un mar lleno de misterio, al igual que la vida.
El noble, no quiso seguir viendo todas las desgracias que él mismo había causado, así que causó su perdida de vista.


Daria Stancescu 3ºC

1 comentario:

  1. Lo siento Daria, pero no se ajusta a los parámetros que se os exigía para este relato. Valoro positivamente tu esfuerz, bastante grande, tu sentido de la belleza expresado en palabras, muy bien por cierto, tus descripciones. No es un tema que me guste, y tú lo sabes, y además ni es medieval, ni está ambientado en los escenarios que dijinmos, ni los personajes son los que debían ser. NOTA: 7(escribes bien)

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